miércoles, 4 de noviembre de 2009

¡Bienvenido a Sarajevo!...


Y nos reunimos el viernes 13 de noviembre de 2009 en El Sauzal en casa Lala donde se nos atendió con esmero y comimos a gusto, aunque se nos comentó después que pudimos aprovechar mejor la oferta de platos con una distinta elección. Allí estabamos: Ana Delia que eligió el título, Conchy, Amparo, Begoña, Ana, Margot, Domingo, María José, Rafa, Merche.....

El violonchelista de Sarajevo nos sirvió para informarnos de que Balcanes significa montañas y alguna cosa más que nos permite entender mejor el S. XX del que mentalmente no salimos al igual que tampoco terminamos de calcular en Euros y seguimos con las pesetas. Algo parecido nos transmite este libro y desde Canadá se nos invita sutilmente a pensar en un nuevo concepto de ciudadanía transnacional e intercultual porque el que tenemos nos hace pupita. Los comentarios sobre el libro fueron diversos y se señaló que los personajes no estaban construidos con la complejidad que requerían, que no se ententrelazaban las historias para dar más juego y coherencia. A esto se respondió con la idea de que los personajes eran, en cierto modo, huecos para que se llenara con nuestra subjetividad la mirada detallista de los personajes que nos ambientaban y ponían en situación, así la información sobre los personajes es la imprescindible porque cada lector es el personaje, en cambio la información sobre Sarajevo era la máxima para ponernos en situación. A veces comentamos la influencia del cine en la literatura, creo que en este caso estamos ante la pantalla de un videojuego consistente en llevar agua, cruzar un puente, buscar una medicina o simplemente recordar sin premio ni final en el que se atisba un nuevo nivel en el que la paz sea también la ausencia de la guerra.

Hoy vamos a reflejar las impresiones de gentes que en "vivo" se han acercado al Sarajevo en el que nuestra novela se desarrolla.

25 abril. Rafael.

¡Bienvenido a Sarajevo!


“El día en que los visitantes dejen de preguntar sobre la guerra empezaremos a creernos que tenemos futuro”. Nunca olvidare esta frase que anos atrás me dijo un taxista de Sarajevo con evidente enfado cuando hice un comentario sobre uno de los edificios destruidos hace cuatro anos en mi primera visita a la ciudad.

Desde entonces cuando regreso no pregunto sobre la guerra y apenas cojo taxis (nada personal, simplemente prefiero los desvencijados tranvías). No es que los habitantes de Sarajevo se nieguen a hablar del pasado, al contrario, su fama de conversadores no deja fuera el tema de la guerra con historias que combinan relatos heroicos y desesperados con otros macabros aderezados con toques de humor negro del tipo que solo a los que de verdad han sufrido se les esta permitido contar.

Lo que quería decir el taxista, con mucha razón, es que a más de12 años del final del conflicto quizás ya era hora de empezar a ver a Sarajevo con los ojos en el presente.

Después de un largo y penoso viaje, por fin “la Jerusalén de Europa”, como se le denomino por su tolerancia religiosa – Musulmanes, cristianos ortodoxos, católicos y judios rezaban pared con pared- aparece otra vez reconstruida y en forma, preparada para seducir de nuevo al mundo con su amalgama de mezquitas, iglesias, edificios Austro-Húngaros y ejemplos de arquitectura socialista de dudoso merito.

Afortunadamente, algo que no perdió en este largo trayecto fue su personalidad, presente cuando uno saborea un café turco espeso como el alquitrán, en las viejas kafanas de Bascarsija, cuando devora cevapi, especialidad local de carne sazonada, en pan recién horneado, o se deja seducir por la disposición de los habitantes de Sarajevo a hacer de la noche una extensión natural del día en bares y locales llenos de humo de tabaco y conversación.

Caminando por las calles adoquinadas en los alrededores de la zona antigua, el repicar de los martillos sobre el metal que sale de las pequeñas tiendas del bazar otomano te invita a mirar dentro.

Allí, en una rudimentaria mesa de trabajo, los artesanos esculpen el metal de la misma manera que siempre lo hicieron. Bandejas de estaño decoradas , juegos de cafe de cobre y en un guiño al instinto de supervivencia de los habitantes de Sarajevo, hasta las carcasas de los proyectiles que destruyeron la ciudad se convierten ahora en delicados objetos decorados con motivos florales.

Pero Sarajevo no es solo tradición. A la misma hora en que muchos de sus habitantes acuden a una de las mezquitas de la ciudad a orar y los ancianos ejercitan el cerebro en partidas de ajedrez al aire libre con fichas gigantes y discusiones de igual tamaño, en el nuevo Sarajevo otros jóvenes se dan cita en las terrazas de los bares y en galerías de arte para discutir sobre literatura, cine y música.

Moderna y tradicional en su carácter, Otomana y Austro-Húngara en su arquitectura, sufrida y optimista su gente, dinámica y pausada en su ritmo, Sarajevo es hoy, como siempre lo fue, un lugar de encuentro en el que los opuestos se atraen.

Vídeo: Albinoni: Adagio in G Minor. EURO 2003 short programme performed by Evgeni Plushenko. Enjoy!. IL DIVO - ADAGIO.













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