domingo, 7 de julio de 2013

"Lo que mueve el mundo" de Kirmen Uribe.

      Para el 23 de abril de 2013, día del libro, en el instituto se organiza el amigo invisible. En el caso de este año la amiga se hizo visible en la figura de Lele y se concretó en el regalo del libro que nos ocupa. Debemos agradecer el acierto de Lele a la feliz elección de asesora, elección que recayó en una ex alumna, dependienta de la sección de libros de El Corte Inglés, que tras una breve descripción del regalado propuso convenientemente el regalo.
     De Kirmen Uribe, en su momento, leímos Bilbao-Nueva York-Bilbao y disfrutamos de su manera de hacer novelas de no ficción pero con un tono poético nada pretencioso. En este caso no nos encontramos más de lo mismo, sino mejor de lo parecido. Esto es porque con mayor rigor en los aspectos documentales, se incluyen cartas, citas de otras obras, incluso una fotografía,...que aumentan su carácter de investigación histórica no abandona, sino que aumenta, la capacidad de emocionar. La historia, Mc Guffin, de los niños de la guerra, la niña de la guerra, sirve como pretexto para explicar gran parte del S.XX a través de unos personajes reales sin que esto sirva para perder intensidad. Esto no significa que dejemos de vivir una, varias, historias que por su variedad podrían ser novelescas, entre ellas la de la de la reconstrucción de la misma obra. Parece que, en esta época, parte de la narrativa requiere su autojustificación, entrando ésta a formar parte de la historia a contar. 
     La reconstrucción través de personajes reales de la Historia del S.XX supone una limitación, documentación historiográfica, pero también un estímulo en tanto que la imaginación se enriquece circulando por uno meandros que no se planteaban de partida. Todo esto sin olvidar las historias que en su particularidad, en vez de alejarnos de los temas universales, no plantean lo que realmente es el ser humano, sus vivencias, motivaciones y emociones que coinciden con las del autor, y con las nuestras.
     Página 213: "Algo me decía que esta era la historia que debía contar, una historia que coincide plenamente conmigo; una novela que refleje lo que yo entonces sentía, porque aparecen en ella el amigo perdido, el amor, la hija. La felicidad y la ausencia. El hundimiento de un mundo y el comienzo de otro."
 
    

viernes, 5 de julio de 2013

"Infancia" de John Coetzee.

     Menos mal que no siempre se sigue el orden cronológico. Si así fuese no me habría leído Verano de Coetzee. En vez de eso leí Verano, lo disfruté tanto que no me resistí a seguir con la trilogía, empezando, esta vez por el primero en orden cronológico. El goce de Verano fue grande y divertido, en cambio, con Infancia me perdía en los personajes que me parecía repetidos y homogéneos, el ambiente igual, el contexto político también. La trama, parece que no ficticia, gana en interés a medida que se desarrolla la obra y nos ayuda a explicar algunas de las decidiones claves que John Coetzee toma en Verano.

     Esta vez no le doy las gracias a Luis por recomendármelo, cosa que sí tengo que hacer por abrirme al mundo de Jonh Coetzee, en su momento, con Verano.

"Una hermosa doncella" de Joyce Carol Oates.

     Lourdes me dejó esta novela que disfruté. A esta autora la conocíamos por aportaciones de Lourdes y porque Alberto propuso para la tertulia del Magallanes Bestias. La historia nos presenta a la joven protagonista que entra en contacto con un antagonista mayor. La energía y rudeza en el comportamiento de la protagonista contrasta con la decrepitud y sofisticación del señor. Estas diferencias sirven para mostrarnos la complejidad social, económica y cultural de un Nueva York, de finales del siglo XX, en el que en vecindad, no siempre en convivencia, los extremos de una sociedad interactúan.

Mario Conde no sólo es el que creímos que era.

     Cuando temía haber perdido el gusto por la lectura, no es que no la disfrutara, sino que no me emocionaba ni me conmovía, simplemente leía mecánicamente e interiorizaba unas historias que no me modificaban, Pilar me deja una novelita policiaca ¿cubana?. Lo que parecía un exótico entretenimiento para las esperas se convirtió en una tremenda sorpresa ¿Qué palabra sobra? ¿Cómo lo pondría yo?....Unas preguntas que surgían de la admiración por una prosa energética, fluída, traslúcida y a la vez brillante, sin renunciar al juego y a la sorpresa, que me permite identificarme con un policía cubano con el que comparto emociones.
       A Nieves la distancia la trama policiaca. ¡Hay trama policiaca! de la que ni me acuerdo. Pero disfruta, como yo, de la descripción de las relaciones personales y de la evocación del pasado, del tiempo perdido, de cómo la vida se nos escapa tras reflexiones religiosas, el personaje hizo la primera comunión, climatológicas, el tiempo meteorológico y la sucesión de momentos parece encuadra las historias., pero por encima de todo: el amor. La amistad como la forma de amor que nos une al pasado y nos define para afrontar un futuro. El sexo como amor siempre en busca de una satisfacción que por incompleta provoca motivación. Todo esto en un contexto social, económico, político....que se nos presenta como telón, decorado, pero que es mucho más: la realidad que las acciones de los personajes construyen, que nuestras acciones construyen, de forma cíclica para volver a donde somos, el territorio de nuestras emociones compartidas.

La  editorial Tusquets nos ofrece una breve nota biográfica:
Leonardo Padura nació en La Habana en 1955. Licenciado en filología por la universidad de esta ciudad, ha trabajado como guionista, periodista y crítico. Es autor de las novelas La novela de mi vida, en torno a la figura del poeta José María Heredia, y El hombre que amaba a los perros, un éxito de repercusión internacional en el que reconstruye las vidas de Trotsky y Ramón Mercader. Ha logrado el reconocimiento sobre todo por la serie de novelas policiacas protagonizadas por el detective Mario Conde: Pasado perfecto; Vientos de cuaresma; Máscaras; Paisaje de otoño; Adiós, Hemingway y La neblina del ayer, traducidas a numerosos idiomas y merecedoras de premios como el Café Gijón 1995, el Premio Hammett 1997, 1998 y 2005, el Premio de las Islas 2000, en Francia, y el Brigada 21. A ellas se suma la séptima novela de la serie, La cola de la serpiente, donde los lectores volverán a respirar el aire familiar del círculo de amigos de Mario Conde, los tragos y las sobremesas desenfadadas para soportar la escasez, además de las mujeres y los peligros en los que se ve envuelto el detective cubano.

Novelas en las que figura Mario Conde:

Tetralogía Cuatro estaciones. Las novelas que la conforman están ambientadas en las distintas estaciones del año

      Pasado perfecto, EDUG, Dirección de Publicaciones, Universidad de Guadalajara, 1991
      Vientos de cuaresma, Ediciones Unión, La Habana, 1994
      Máscaras, Unión de Escritores y Artistas de Cuba; Tusquets, ambas ediciones en 1997
      Paisaje de otoño, Tusquets, 1998

   Adiós Hemingway, Ediciones Unión, La Habana, 2001; junto con la noveleta La cola de la serpiente, escrita en 1998(Tusquets sacó Adiós Hemingway en 2006). La cola de la serpiente fue incialmente un relato basado en un hecho real que el autor retoca para ser publicado posteriormente (2011) de forma autónoma y corregida como de la serie Mario Conde. Esto nos explica el propio Leonardo Padura.
    La neblina del ayer, Ediciones Unión, La Habana, 2005 (Tusquets, 2009)
    La cola de la serpiente, versión corregida; Tusquets, 2011. Herejes, Tusquets, 2013.
    Herejes, Tusquets, 2013.

Por lo pronto me he leído Vientos de cuaresma que es el que me dejó Pilar, le pasé a Nieves y propuse para la tertulia del Magallanes. En esta novela se plantea la muerte de una profesora de instituto, liceo, lo que nos va a introducir en nuestra vida profesional, pero en Cuba. Luego me leí Pasado perfecto en el que se describe la vida política y administración pública cubana. Estos días me leo Máscaras donde describe la actividad cultural cubana. Pero, insisto: lo que menos me importa es la trama policiaca, es más, creo que es mucho más significativa la vida amorosa del protagonista, pero para ordenar la serie me parece un criterio menos confuso aludir a la trama de la investigación.  
     Me parece interesante resaltar que aunque la cronología de la serie es la que he enumerado no se siguen unas a otras en el tiempo. La mayoría de los personajes son comunes a todas las obras de la serie, referidos al ámbito laboral, instituto, amigos, infancia, barrio, etc., pero se presentan con sus características principales y biografía en cada una de las novelas dependiendo de su papel en la trama. Se puede leer cada una de las novelas de forma independiente y disfrutarlas en su relación unas con otras, pero no es imprescindible.
     No sólo el calor del verano, tan bien descrito como estado de ánimo por Padura, me trae a la memoria a Il tuffatore obra que se encuentra en Paestun en la Campania italiana. Esta pintura, única en el arte griego, parece inspirada en otra más antigua de origen etrusco. La inevitabilidad de la muerte, la fugacidad del tiempo, la añoranza de un soporte estable ya abandonado por las decisiones, por la vida, parece representada en este saltador que puede que para huir de una muerte por naufragio se lance a otra. Decisiones propias pero que conducen a un mismo final. Puede ser que vivir no sea más que eso decidir y no poder volver sobre esas decisiones sabiendo cuál es el final. El Conde bien que nos lo muestra en estas novelas.
     Isabel nos comunica a través del WhatsApp que se acaba de leer Pasado perfecto y que comienza Vientos de cuaresma. No sólo eso sino que le gusta la lectura por como refleja los problemas y dificultades de la vida en la que, sin juzgar, refleja la Habana en toda su complejidad. La nostalgia, según Isabel, no es gratuita sino que alimenta la reflexión. Reflexión como la que se nos presentó en la tertulia del Magallanes acerca de la justificación de los narradores y perspectivas en El café de la juventud perdida. En esa tertulia mostré mi desconcierto porque se nos contaba una historia desde cuatro perspectivas, en primera persona, pero no se justificaba un contexto en el que se explicara por qué y a raíz de qué se contaba esa historia. En el caso de la serie, no premeditada como tal, Mario Conde nos narra un  narrador omnisciente, o casi, que nombra al personaje principal por su nombre y que, en  ocasiones los monólogos o pensamientos son tan intensos y extensos que parece tornarse la narración en una primera persona más próxima. Esto no sólo sucede con el protagonista sino que, principalmente a partir de Máscaras, personajes no permanentes en la serie asumen tal protagonismo narrador que se adueñan del relato convirtiendo páginas y páginas en primera persona con la variación en el estilo que esto supone.
     Aprovechando los piropos de Isabel hacia las novelas de Mario Conde me gustaría utilizar este blog para lo que inicialmente fue concebido: poner negro sobre blanco clarificador las confusas emociones que provoca una obra literaria. De esta forma evitamos que el paso del tiempo nuble, aún más, nuestros recuerdos y nos vivifiquemos compartiendo a través de la lectura.
     La serie, no pretendida, comienza con Pasado perfecto mostrándonos a este grupo de zombis habaneros que, como todos, sobreviven apuntalándose unos a otros con el cimiento de los vínculos creados en el pre, liceo o instituto. La idealizada Tamara elige bien sustituyendo al romántico Mario por un práctico arribista que termina desapareciendo para que averigüe, veinte años después, el teniente Mario Conde y pueda recobrar el tiempo perdido, o ¿ya está definitivamente perdido? La particular política cubana se nos muestra, así como las distintas motivaciones de los personajes en un invierno tropical. 
     Continúa, a pesar de las intenciones iniciales de Leonardo Padura de hacer sólo una novela, el teniente Mario Conde en la policia de investigación cubana para en la primavera con el Viento de cuaresma predominante, descubrir lo que le sucede a una joven profesora de liceo que es encontrada muerta después de hacer el amor, no violación. Esto no sólo sirve para recordar la época del pre, también para mostrarnos  el ambiente laboral y personal de los institutos cubanos. En esta novela el teniente vive una gozosa aventura erótica con una mujer de la que se enamora.
     En Máscaras un travestí aparece muerto por estrangulamiento sin resistencia en un parque de la Habana cerca del río. El mundo cultural cubano con sus prebendas y censuras se explica, en primera persona, por unos personajes que enseñan a Mario qué es la homosexualidad. En una de esas fiestas informativas del ambiente gay habanero Mario conoce a una muchacha con la que compartirá placeres sexuales. El calor del verano comienza la narración.
     La llegada de un huracán inicia Paisaje de otoño el libro que cerraría el ciclo de un año en la vida de Mario Conde a través de las cuatro estaciones. La destrucción y muerte que se avecinan conviven con la aparición de un cadáver, castrado despueso de muerto. Este es el último caso de nuestro teniente que presenta su renuncia debido a las purgas y corrupción en la policía para dedicarse a escribir relatos escuetos y conmovedores, como Pasado perfecto. De esta forma se justifica la narración que supuestamente hace nuestro protagonista de sus aventuras, pero sin utilizar la primera persona, salvo en ocasiones especialmente íntimas o intensas. Su 36 cumpleaños coincide con la noticia de que uno de sus amigos se marcha y la presencia de Tamara mostrándole su soledad, o reflejando su soledad.
      Tras lograr zafarse de su trabajo como policía Mario recuerda cuando, de niño, vio a Hemingway en Adiós Hemingway. El retorno, provisional, a las labores de investigación le permitirán rendir cuentas con la figura de Hemingway en relación con su producción literaria, escueta y conmovedora, y su nuevo trabajo de compraventa de libros usados. Las relaciones con sus amigos continúan con la ausencia siempre presente del que se marchó a Estados Unidos.
         En La neblina del ayer disfrutamos de una novela-disco con cara A y cara B. Mario ya no es policía y se dedica de lleno al negocio de los libros usados, encuentra una antigua biblioteca en forzosa venta por las necesidades del periodo especial. Un nuevo personaje aumenta la lista de los amigos del Conde, el palomo relacionado con los nuevos negocios cubanos en forma de buscavidas. El catalogar y vender la biblioteca permiten a Padura hacer un repaso de la historia cubana, especialmente de la bibliográfica, y a Conde lo aproxima a la vertiente sentimental de su padre que él desconocía, junto con la historia musical de cuba. Estos negocios nos permiten ver un Mario rico reciente que vuelca sus dineros en sus amigos y le sirve para seguir con cierta contigüidad con sus relaciones con Tamara.
          La cola de la serpiente surge de una investigación periodística que se concreta en un relato homenaje a los chinos de cuba, para continuar editándose junto con Adios Heminway  y terminar siendo un libro autónomo pero con referencias, habituales, a las otras novelas de la serie remarcadas, en esta edición separada, con cinco notas a pie de página. Volvemos a encontrarnos a Mario con 35 años y de policía. Su compañera, hija de un chino y de una negra, le pide el favor, bastante bien recompensado, de que colabore en la investigación de la aparente muerte ritual de un chino. En esta novela, en la que se relatan las pretéritas aventuras amoroso-sexuales de Mario, intenta normalizar su relación con Tamara tras la vuelta de ésta de la larga visita a su hermana gemela en Italia. Se insiste en los paraísos alcohólicos de Mario en forma de bar con disponibilidad de ron.
        
      Continuaremos.....eso deseamos y que sea pronto ya que en septiembre se anuncia la publicación de Herejes.
        Claro que seguimos porque ya estamos leyendo Herejes última, salió el 3 de septiembre de 2013, en digital algunos días antes. En este ocasión un Mario Conde Mayor, 54 años, lo conocemos ya viejo con 35 años, investiga en una trama en tres tiempo: siglo XVIII, principios de la Segunda Guerra Mundial y la actualidad cubana. Los judíos y sus sufrimientos hacen de esta novela un homenaje, como en otra fue a los chinos emigrantes, al sufrimiento y tesón en una investigación histórica minuciosa y amena.
             

Leonardo Padura y Petros Márkaris.

Hoy viernes 5 de julio de 2013 tuve un alegre despertar. Covadonga me mandó un mensaje informándonos sobre la publicación en el País Digital de una entrevista sobre la novela negra actual, no anglosajona, no nórdica. La reproducimos:
El escritor cubano Leonardo Padura y Petros Márkaris. / Daniel Mordzinski .

     El cubano Leonardo Padura y el griego Petros Márkaris son dos autores indiscutibles en el Grand Slam de los festivales literarios. Antes de volar a la Semana Negra de Gijón han echado una partida de tavli, el backgammon griego, tras clausurar mano a mano la quinta edición del LEA en el Instituto Cervantes de Atenas. En septiembre aparecerá la octava novela de sus respectivos detectives: Mario Conde (Herejes) y Kostas Jaritos (Pan, educación, libertad), ambas en Tusquets. Dos octaedros narrativos que explican veinte años y muchas maneras de combinar palabras como novela y crisis.
Esta partida de tavli, el pasatiempo preferido de los griegos, se juega en el corazón de Atenas, una ciudad fracturada por la inestabilidad económica y política. El anfitrión vive en una calle peatonal y arbolada de Kipseli, un barrio tradicional de la clase media que en los últimos años ha visto llegar a muchos inmigrantes de Asia y África. Si Petros Márkaris (Estambul, 1937) disecciona sin piedad la situación económica y anímica de esta Grecia en continuo cambio, Leonardo Padura (La Habana, 1955) lleva dos décadas utilizando sus mariocondes para contar qué pasa en Cuba cuando parece que no pasa nada y ambos han convertido a sus investigadores en los preferidos de muchos miles de lectores en docenas de lenguas.
No hay ningún renovador del género en el ámbito anglosajón.
Literatura, economía, gastronomía, historia, política y corrupción mueven las fichas a toda velocidad. Diez años después de su muerte en Bangkok, la poderosa sombra de Manuel Vázquez Montalbán protege a ambos novelistas del asfixiante verano en la capital griega.
Leonardo Padura: Pepe Carvalho está en el origen de todo el ciclo de Mario Conde. El primer libro que yo compré en España, en 1988, fue El balneario y después Tatuaje. Y ahí comprendí que había un camino diferente para contar la realidad. Así nació mi protagonista; sin Carvalho no existiría. Para mí fue una verdadera revelación.
Petros Márkaris: Totalmente de acuerdo. Vázquez Montalbán fue además el creador de una ciudad, la Barcelona de Carvalho, llena de lugares que existen de verdad. El restaurante Casa Leopoldo forma parte de sus novelas y de la realidad, una maravilla. La grandeza del género negro radica en eso: es necesariamente urbano y sin él no se entienden las ciudades.

L. P. Cuando llegamos hace unos días a Atenas le dije a mi esposa: “Aquí está pasando algo muy raro, Lucía”. Y luego supe que falta un millón de autos de los que ya se han ido de vacaciones. Pero la verdadera Atenas yo la conozco de antes por los exabruptos de Jaritos cuando va de atasco en atasco en su viejo Mirafiori. Hoy la novela negra ya es imprescindible para conocer una ciudad.
Lo siento, prefiero leer a Paco Ignacio Taibo II que a Stieg Larsson.
P. M. Además, los lectores del Mediterráneo y de América Latina compartimos una manera de ver el mundo, una sensibilidad que nos hermana y que no tiene nada que ver con la realidad del norte, o con los escandinavos, ahora tan de moda. ¿Adónde van esos autores que necesitan 800 páginas para contar algo que se explica en 300? Yo a Stieg Larsson, sintiéndolo mucho, no lo puedo leer. Es que no me interesan las historias contadas por detectives que no duermen lo suficiente, comen mal y nunca practican sexo. ¿Cómo van a resolver bien un misterio si no hacen bien esas tres cosas?
Algunos autores no salen demasiado bien parados en la charla. La palabra trampa se escurre entre los triángulos del tavli...

L. P. Creo que no hay ningún renovador del género en el panorama anglosajón. Me leí con verdadero gusto una historia sobre el narcotráfico en México, El poder del perro, de Don Winslow, una excelente novela a la que habría que arrancar las últimas 25 páginas, porque todo se resuelve exactamente como en una película de Hollywood. Esa incapacidad de generar una mirada nueva convierte este tipo de literatura en conservadora frente a la que hacemos en nuestros países.

P. M. A mí no me dice nada. Prefiero leer tus novelas, o las de Paco Ignacio Taibo II. Lo que cuentan me resulta familiar, creíble, convincente. No puedo decir lo mismo de Jo Nesbo.
Los dos autores publicarán sus nuevos libros en el mes de septiembre

Las siete entregas de Jaritos y Conde publicadas hasta la fecha comparten una economía de medios y un humor más cercanos a Hemingway o a Sciascia que a los clásicos del género negrocriminal. El tablero refleja cierta simetría entre Cuba y Grecia, dos países con diez millones de habitantes cada uno y periodos especiales a sus espaldas.
L. P. Con los esclavos llegaron a Cuba la religión y la música. La santería tiene un panteón casi idéntico al de los dioses griegos. En Máscaras (1997) ya utilicé el mito de Electra revisitado por la negritud, como hizo Virgilio Piñera en el teatro. Yo creo que hay una relación que corre por debajo de lo aparente y nos une…
P. M. …Porque somos habitantes de las periferias del mundo. Exacto. Compartimos cosas idénticas como el clima, el mar, y sobre todo una visión del mundo que guarda, necesariamente, una distancia, que conserva la perspectiva. Yo nunca he estado en Cuba —-la conozco por libros como los tuyos— y no puedo afirmar que seamos países parecidos, pero sí sé que hablamos un mismo idioma porque compartimos los valores con los que interpretamos la realidad. Siempre que visito España me siento como en casa, percibo que no existe una barrera cultural para un griego.
L. P. Compartimos esa “visión periférica” y estamos hermanados por la cultura. Acabo de leer Viajes con Heródoto, de Kapuscinski. Interesantísimo. Una sucesión de capas de Historia en las que Grecia siempre reaparece, constantemente. La cultura griega es una forma continua de aprendizaje.
Sus detectives son admirados por milones de lectores de todo el mundo.

P. M. Ocurre como en la vida real. También para nosotros los griegos la cultura clásica, los famosos mitos griegos, tienen su peso. Y tenemos que hacer la digestión.
L. P. Ya me di cuenta en Liquidación final. ¿Te puedes creer que llegué a sentir un poco de pena al ver que acaban agarrando al Recaudador Nacional?
P. M. ¡Te creo! ¡Muchos lectores me dicen lo mismo! Me escriben indignados, argumentando que alguien que se dedica a matar a los que nos han llevado a esta crisis atroz “no puede ser tan malo”. Estuve tentado de dejarlo escapar.

      En la novela, Nasiotis, el asesino confeso de los defraudadores fiscales, termina diciendo: “El Estado griego es la única mafia del mundo que ha ido a la quiebra”. Los dados vuelven a rodar. Padura y Márkaris no se van a enemistar por este juego. Saben que en situaciones de crisis gana siempre la banca. Les toca, para alegría de sus lectores, seguir escribiendo.

jueves, 4 de julio de 2013

"El violín negro" de Maxence Fermine.

     Lenny me prestó y aconsejó esta obra de reducidas dimensiones, en hora y media de un examen, paso del papel a mis recuerdos, pero profunda sencillez. tres historias, tres perspectivas, que confluyen. Emociones como las provocadas por la música, el trabajo, el ajedrez, el amor....sin las complicaciones de Nieve, ya comentada, del mismo autor, lo que permite que nos centremos en los personajes sin más distracciones. Un gusto que no necesita de las grandes estructuras, sino que fluye musicalmente.


"Lamentaciones de un prepucio" de Shalom Auslander.

    Juan Manuel me regaló por reyes del 2013 esta lectura prometiéndose divertida. Cierto que es una lectura jocosa e instructiva. No tanto por las tradiciones, normas, costumbres de la religión o mejor, pueblo, judío que no llegan a sedimentarse en la memoria por la tremenda saturación sino por transmitirnos una forma de entender el mundo, una visión que nos ayuda a ponernos en el lugar del otro.
     José María, alias Txema, recomendó el libro en el instituto, aunque creo que nadie le hizo caso, excepto yo por ser un regalo de Juan Manuel. Comentando las dificultades que yo tenían ante la lectura, especialmete por la cantidad de términos y denominaciones propias en yidish, me hizo saber que para él no fue tan complicado dada su procedencia melillense y por haber convivido con las tres grandes religiones monoteístas y de libro. Si estás familiarizado con una cultura es más fácil poder reírse de y desde ella. Cosa que pasa con un elemento cultural definitorio, en este caso, como es la religión. O como puede pasar con las familias o, incluso, con uno mismo: es posible que nos riamos de nosotros, de nuestras cosas, de nuestros padres,...pero ¿los demás pueden hacerlo? O será al revés: sólo el que es extraño tiene la distancia para poder analizar, acción que no puede hacer consigo mismo y los suyos.
      En cualquiera de los supuestos me parece que lo judío, e incluso, lo americano son conceptos que van más allá de una religión o nacionalidad para convertirse en un ser en una identidad de la que es imposible distanciarse u objetivarla, incluso con la risa. Prueba de esto es cómo el autor-protagonista pide perdón a Dios por las posibles consecuencias en forma de castigo de sus burlas. Estás identidades judío-americanas hacen intercepción en algunos aspectos como los deportivos y los divertidos ritos propiciatorios.
     Siempre daremos la bienvenida a la risa, incluso a la que no entendemos del todo, y al sano ejercicio que es reírse de uno mismo, de tu familia y de tu religión y costumbres.