miércoles, 13 de diciembre de 2017

"Charlotte" de David Foenkimos.

     Novela, investigación, historia...Novela de la investigación, novela histórica...da igual: estos elementos se se multiplican entre sí generando unas emociones que se culminan con el arte literario y pictórico ( seguro que todos hemos descubierto a esta pintora). Estamos a costumbrados a la necesidad de justificacion del narrador, del verismo de suponer que lo que leemos lo escribe alguien, por algo. También nos enriquece la información sobre una época que las novelas nos ofrecen, más las históricas. Pero no es comparable con la emoción que se sufre y disfruta con la ejemplos como este de alquimia sencilla.


"Lady Macbeth de Mtsensk" de Nikolái Leskov.

       Tras ver la película, basada en el relato de Leskow, María José y yo nos sentimos atraídos por la historia y buscamos el origen del relato ruso para rellenar las intencionadas ambiguedades del film. Enriquecedoras las sinergias que una obra genera a través de la historia.
       












"La hija de la noche" de Laura Gallego


     Charlie me propone leer una novela, 197 páginas, que incluyen de forma enciclopédica todos los elementos de los cuento de miedo: palidez, nocturnidad, indefensión, animales chupados, transfusiones sanguíneas...masas encolerizadas (sí que dan miedo). A esto le añade la autora las claves de una investigación de policíaca, policía que contrata a un detective privado y viejita solterona que procesa toda la información. Todo esto ambientado a en un pueblo francés en una época previa a los vehículos a motor y a la luz eléctrica. Las ilustraciones de Jordi Vila son de un oscuro tenebroso que dejan entrever las situaciones reflejadas en el libro.
        La lectura no sólo nos ofrece una apertura a mundos nuevos, sino que además, si se comparte,  nos sirven para enriquecer la comunicación con el juego de seguir la trama al paso que los investigadores. 

jueves, 2 de noviembre de 2017

"Tan poca vida" Hanya Yanagihara.

      Tan poca vida y tanto dolor. La literatura suele ofrecernos historias de superación, verdaderos estímulos para vivir. También estamos acostumbrados, sobre todo en la novela norteamericana, a ambientes culturales selectos con los problemas económicos más que solucionados y que plantean pequeñas tretas para continuar en la brecha. Lo que es excepcional es una novela como la que nos ocupa: una historia que partiendo de la universidad nos ofrece una visión de lo que puede ser la familia contemporánea y que a través de dolorosos saltos atrás nos sugiere un pasado de dolor que determinará la capacidad de disfrutar. El amor, más unido que nunca a la amistad, vencido pero no destruido por las circunstancias.
        La inteligencia, las posibilidades que ofrece a sus élites intelectuales la sociedad de la opulencia, el cariño nacido de la afinidad intelectual génesis de sentimientos amorosos honestos y sacrificados, también disfrutados, no son suficiente para mitigar la herida perenne y continuamente reabierta de una infancia que nunca se suparara. La moraleja parece ser que el intelecto, la economía, la cultura....a pesar de lo valoradas, sobrevaloradas, nunca podrán sustituir la única base de la educación: el amor.


       Ama y haz lo que quieras:
                              si callas, calla por amor;
                              si gritas, grita por amor;
                              si corriges, corrige por amor;
                              si perdonas, perdona por amor...

                                                         Agustín de Hipona.

miércoles, 18 de octubre de 2017

"Libro del mal amor" Fernando Iwasaki.

      Otra autobiografía en forma de relatos. ¡Bienvenida sea! Tras Manual para mujeres de la limpieza, comparte este novedoso género, Iwasaki se pone de protagonista de sus amores fracasado pero constructivos reconociendo explícitamente, no me lo creo del todo, su carácter autobiográfico. Otra diferencia con el libro de Lucia Berlín es su aparente desarrollo cronológico con conclusión final en un presente con moraleja. Pero la que parece diferencia menos evidente pero más significativa es el tono burlón autoparódico de la novela del peruano frente al dolor angustioso pero vital de la americana.
       Los afanes juveniles de amoríos son rechazados uno tras otro. A pesar de los fracasos en los que el protagonista acaba malparado sacamos, junto con él, unos mensajes que podríamos resumir en que la autenticidad es el único camino hacia el éxito, mejor dicho: hacia los demás y hacia nosotros. La evolución centrípeta del personaje-autor lo lleva desde un Perú en el que no sólo no se encuentra sino que se ve perdido en un firmamento de opciones que su situación socioeconómica le permite. La sobreprotección que sus privilegios de clase le proporciona, le subraya una puerilidad que el autor exagera hasta hacerla cómica. Todo ello le hace fugarse de sí mismo, de forma centrífuga, a la manera de  Zelig (la peli de Woody Allen). La evolución...



miércoles, 4 de octubre de 2017

"Madrid 1987" de David Trueba.

  Tras ver la película Lourdes me pasó el libro y María José me propuso leerlo. Así hice motivado también  por la admiración que en su momento nos despertó Saber perder.
     De la misma manera que Blitz y Tierra de Campos esta obra nos parece un relato más de los que se entrelazaban en la tan admirada Saber perder. Aún así se disfruta cómo nos pone en sintonía con un momento histórico como así nos lo manifiesta la fecha del mismo título, 1987. La historia es simple: el enfrentamiento entre un veterano y una joven estudiante que se ven encerrados en un baño. Historia basada en una supuesta historia real que dejó escapar Paco Rabal no tiene emoción, ni falta que le hace, ya que lo que pretende es mostrarnos dos puntos de vista opuestos sobre una situación histórica.




"Intimidad" de Hanif Kureishi.

    En el teléfono móvil anoté el título de este libro sugerido, cero, por Página 2. Era el regalo previsto para el cumpleaños del 20 de septiembre, pero se me trocaron los planes cuando María José me lo enseñó recién sacado de la biblioteca de la Casa de la Cultura. 
     Las películas de finales delos 80, Mi hermosa lavandería y Sammy y Rosie se lo montan, se guardan en la filmoteca de la memoria con un especial cariño. Esta Intimidad, no confundir con la Intimidad película de Patrice Chéreau (fotografía de la película como portada de una edición del libro) inspirada en parte de una historia del libro como así se reconoce en los títulos. El humor de aquellas películas o el erotismo de ésta no aparecen en el desgarrador relato múltiple del libro que nos ocupa. El protagonista lo tiene todo, en especial, aburrimiento y desgana. Ante esta situación decide mirar a sus hijos por última vez como padre convividor y marcharse esa misma noche para dejar atrás la vida siempre soñada, por los demás, y detestada por él. En esa noche de dolor repasa la vida de distintos personajes que le ofrecen las posibilidades vitales a las que se ve abocado. El monólogo interior sirve para describir un entorno detallada y con acción, no son meros pensamientos sino emociones propias y ajenas que nos invitan a sentir las emociones confusas y dolorosas del protagonista.

"Manual para mujeres de la limpieza" de Lucia Berlin.


     Relatos variados en extensión y temática, pero todos con personajes que abocados a la derrota, inevitable, transitan por las amarguras con una extraña dignidad que hace que desmerezcan este nombre.
     Lourdes me aconsejó esta lectura que, en principio, no me abría el apetito lector pero que hilvanando las trayectorias apuntadas en relatos variados, autónomos y sin continuidad cronológica, de personajes que tomamos como ficticios y que muestran realidades ensombrecidas por los focos de los medios de comunicación. Valor añadido que nos lleva hasta la emoción al descubrir que es una autobiografía en formato de relatos de la autora.
         Autora que muere sin publicar esta colección de relatos que se publican una década después de fallecida. La vida de esta hermosa mujer, deambula por los relatos con una sinceridad obscena que no ahorra su alcoholismo, ni sus problemas de salud, ni sus ricas relaciones que enriquecen su vida...ni otras muchas cosas que hacen de esta autobiografía fragmentada un ejercicio de modestia y de agradecimiento a la vida.

      Espero que Margot se lo lea superando los prejuicios de un título que parece puesto a propósito para alejar a aquellos que se dejan llevar por las primeras impresiones que los títulos ofrecen y esquivan lo enriquecedor de las sugerencias que además de lecturas nos animan a la charla comunicativa y divertida.

jueves, 28 de septiembre de 2017

"La muerte juega a los dados" de Clara Obligado.


La tertulia de la competencia se está leyendo un libro de relatos con cierta continuidad que nos presenta
El Cultural con la opinión de Pilar Castro.



La muerte juega a los dados

Clara Obligado

Páginas de Espuma. Madrid, 2015. 228 páginas, 17 euros
PILAR CASTRO | 24/04/2015 |  


Clara Obligado

Realmente, empieza a ser más que evidente que la fórmula narrativa del cuento cobra especial entidad en la voz de Clara Obligado. Ya la conocen: argentina (1950), exiliada en España desde 1976, narradora, ensayista, y autora de destacados títulos novelescos (La hija de Marx, Si un hombre vivo te hace llorar) y de relatos breves contenidos en libros irrepetibles, por su intensidad emocional y su exquisita expresión poética, como Las otras vidas (2006) y El libro de los viajes equivocados (2012). Parece que hacia este formato orienta cada vez más su creación esta autora infatigable, que no duda en declararse deudora de los grandes maestros del género, (Chéjov, Cortázar, Proust Cervantes...), quizá más cercana a Alice Munro, quien defendía con su creación este modelo de composición narrativa que, ante la mirada del lector, podía considerarse una historia convertida en cuentos. 



La muerte juega a los dados, nuevo libro, enorme y gratificante lectura, confirma esta disposición a no quedarse en los límites que marca el género, a explorar nuevas posibilidades al proponer para este híbrido entre novela y volumen con 18 relatos, un doble itinerario, al arbitrio del lector: disfrutarlo como una novela que deconstruye la historia de la familia Lejárrega a través de tres generaciones (a partir de la muerte de un hombre en su casa, por un disparo), entre Argentina y Europa, desde principios del siglo XX hasta la actualidad; o como una lectura discontinua, no lineal, entretejida con episodios y motivos sobre la vida (la suya), el azar, la memoria de tres generaciones, la historia personal y las sensaciones atrapadas en ella, los afectos que la habitaron, las ideas que le dieron sentido, el exilio que tanto le marcó, la extrañeza de quien no logra superar los embates de otra lengua, o los motivos que subyacen a la razón de inventar ficciones, “¿para atrapar el tiempo perdido?”, o quizá “para darles sentido a los naufragios”. Relatos como “Nada útil”, ”El efecto coliflor”, “La peste”, Europa”, “La huida”, “Las eléctricas” o “Verano” componen una retahíla cautivadora, por esa especial manera de contar lo justo, y a la vez decir tanto...! 



Y ahora vayamos con la primera opción, leerlas como una novela en la que ºClara Obligado, siempre dispuesta a hablar de otras vidas al tiempo que se incluye entre ellas, hará ahora de su mundo personal, y del peso de historias sin solucionar, el núcleo central de una trama cuidada en cada pormenor argumental y estructural, de modo que su historia familiar sirve de excusa para contar muchas otras cosas de otras tantas vidas. La fórmula expresiva se aproxima a la de propuestas anteriores, prosa sincopada, poética y embaucadora. Pero logra ir más allá al convertir una novela detectivesca en el recurso demostrativo de sus intereses narrativos: es secundario resolver el enigma de quién mató a Héctor Lejárreja (“un simple juego de dados en el que le tocó perder”), frente a qué sucedió, a partir de entonces, a toda esa gente (siempre el énfasis en las mujeres), que se quedó viva. 

Territorio impreciso, el de estas ficciones de Clara Obligado, donde se intuye que se siente libre, a gusto, entre sombras del pasado, recuerdos de su infancia, claroscuros y sueños. Un libro digno de una maestra del relato. Una verdadera delicia. ¡No dejen de leerlo!

     Nos leímos la propuesta de la competencia y disfrutamos de unos relatos variados que más que contar una historia nos ofrecen unos personajes y su entorno. Desde el tópico de la novela negra del muerto a descubrir, aunque desde el principio sepamos la vida y muerte del asesino, a la novela gótica con las imágenes en el agua de una muerta que vomita pájaros, a la crónica social, libro de viajes, narración política...los personajes nos muestran su origen y su devenir en un ambiente que parece predominar sobre el tiempo, manteniéndose menos mutable y generando ciclos difíciles de romper. 
     Muy interesante esta manera de narrar, en fragmentos aparentes en forma de cuentos autónomos que terminan articulándose en una estructura de relato más complejo. Nos recuerda a Manual para mujeres de la limpieza o Libro del mal amor (ambos leídos y comentados en este blog) pero sin el componente autobiográfico, esto supone una liberación hacia lo imaginario y fantasioso,  sin perder en algunos casos la apariencia de crónica.
  

viernes, 22 de septiembre de 2017

"Tu no eres como otras madres" de Angelika Schrobsdorff.


 Begoña nos propone la siguiente lectura para la tertulia. Babelia suplemento cultual de El País nos lo presenta con la pluma emocionada de Andrés Trapiello.

Más que una vida

Schrobsdorff firma un fascinante libro sobre el viaje al infierno de unas gentes que se creyeron alemanas antes que judías.







Imagen de Berlín en los años 20.


Imagen de Berlín en los años 20.

La autora de este libro no pudo titularlo mejor: Tú no eres como otras madres. Y uno añadiría: y tú, lector, lectora, no has leído nunca un libro como este. Yo, al menos, no lo había hecho. Es un libro fascinante, abrumador, único. Casi no parece ni un libro (a tanto desprestigio puede llegar la literatura cuando se mide con la vida).
Veamos: trata de unas gentes que se creyeron alemanas antes que judías, lo que les resultó aún más doloroso cuando comprobaron que las iban a tratar sólo como judíos, desposeyéndolos de su dignidad para poder destruirlos. La Shoah. Su autora, Angelika Schrobsdorff, estuvo casada con Claude Lanzmann, autor precisamente de Shoah, la mítica película del Holocausto. Y lo que se cuenta aquí forma parte de ese relato universal e ­inabarcable que parece ir completándose con tanto dolor desde hace 80 años, cada día más extenso y cada día más vivo: como un universo en permanente expansión.
Sucede aquí lo mismo que con otras grandes obras: aunque pueda leerse como una novela (difícil encontrar un momento propicio para interrumpir su lectura), sabemos que se trata de las memorias de una persona, y por tanto, un relato veraz de un tiempo (el de antes, durante y después del III Reich) y unas ciudades (Berlín primero, Sofía después) dominados por millones de fanáticos (“el pueblo alemán” tal y como lo presentaron los jerarcas del partido nazi, y los Gobiernos europeos controlados por las SS) que terminaron reduciendo a millones de personas, entre ellas los principales personajes de estas páginas, a su condición racial, con el único propósito de acabar con ellas.



Sucede lo que con otras grandes obras: aunque pueda leerse como novela, sabemos que son las memorias de una persona
No hay una vida igual a otra, ni ninguna resulta insignificante cuando se la mide con ese implacable metro iridiado que es el sufrimiento. Y basta que alguien cuente sin retórica su vida para que se produzca algo tanto o más fascinante que el principio que rige la ficción, o sea, algo tan seductor como el argumento y el sentido narrativo con el que se presentan las novelas: la verdad. Ese es el punto de la indecidibilidad: nadie podría decidir si eso que lee es una novela o un relato verídico, como advertimos en la famosa “novela” del cautivo que aparece en el Quijote: ¿es una ficción o la confesión autobiográfica de Miguel de Cervantes?
Más que una vidaLa verdad aquí es además extraña: unas gentes privilegiadas (la madre judía de la autora, su padre ario, los amantes de su madre, los amigos, casi siempre bajo el mismo techo) viven la locura feliz de los años veinte. Lo tienen todo (juventud, salud, dinero; un paraíso en el que no faltan chóferes, casas de campo y fiestas al servicio de una geometría amorosa que explora sin noción de pecado, para eso es un paraíso, en toda clase de triángulos y paralelepípedos mientras Alemana ha empezado a devorarse a sí misma en un incendio devastador y centrípeto), y sólo cuando empiezan a perderlo se dan cuenta de su propia responsabilidad en el desastre.








La autora, una muchacha entonces (nació en 1927 y vive aún), con esa atención extrema que acaso nunca tengamos tan acusada como en la infancia y la juventud, comprueba una y cien veces que, de todo el cuerpo humano, la memoria es el órgano que más daño nos hace y más felicidad puede proporcionarnos. “Malditos recuerdos, cristalinos y truculentos”, creo que dice en algún momento. Dicha y desdicha suelen ir juntos, advertimos a lo largo del libro. Por eso vemos a su autora cuadrar un círculo, tal y como hizo en el campo del ensayo Hannah Arendt al abordar la responsabilidad de los Consejos Judíos en la “solución final”.
Han pasado los años y aún seguimos preguntándonos cómo llegó a suceder todo aquello, y lo hacemos porque las respuestas ni son definitivas ni son sencillas.
De eso da cuenta este libro autobiográfico que en ocasiones puede llegarnos a parecer una novela por la trepidante sucesión de hechos, propios de esta clase de relatos (delaciones, detenciones, peligros, miedo, muertes, casualidades): daríamos tres vidas, si las tuviéramos, para volver a vivir aquellos momentos breves e irrepetibles de felicidad suprema de la única que tenemos. La felicidad de un paraíso que acabó en infierno. El relato de ese viaje, del paraíso al infierno, es el único modo de salir de este. De eso trata este libro memorable.

Tú no eres como otras madres.  Angelika Schrobsdorff. Traducción de Richard Gross. Periférica & Errata Naturae. Cáceres / Madrid, 2016. 592 páginas. 24,50 euros






Angelika Schrobsdorff de adolescente en Bulgaria. 
Angelika Schrobsdorff de adolescente en Bulgaria.

viernes, 30 de junio de 2017

"El cuento de la críada" de Margaret Atwood.















                 nos presenta el libro de la tertulia en
                                                  Babelia.


El rigor de Atwood.


La autora canadiense, premio Príncipe de Asturias, no deja nada a la improvisación. La voz de sus personajes en un escenario cotidiano ahonda en el realismo del retrato
Margaret Atwood tiene probablemente el cerebro mejor amueblado de toda la literatura canadiense y es una escritora prolífica y sin duda de inmensa valía, de todo lo cual dan cuenta, con justicia, las principales virtudes que se han recordado con motivo de la concesión del último Premio Príncipe de Asturias de las Letras: su actitud vigilante y casi siempre atinada en cuestiones políticas y sociales, su agilidad y agudeza, demostrada en su ya extensa obra ensayística, para reflexionar sobre temas literarios y culturales, su dominio de la construcción dramática que le permite resolver con gran eficacia narrativa tramas muy complicadas, su concepción realista y comprometida de la literatura que se trasluce en la fuerte vinculación, de raíz crítica, que sus obras guardan con aspectos controvertidos del presente, su uso de dos lenguas literarias, el francés y el inglés, su cultivo con equiparables méritos de diversos géneros





Resurgir / El cuento de la criada

Margaret Atwood
Traducciones de Gabriela Bustelo /
Elsa Mateo Blanco
Alianza / Bruguera. Madrid / Barcelona, 2008
310 y 475 páginas. 18 y 19,50 euros
... Nadie con dos dedos de frente puede desdeñar ningún libro de Atwood, en todos, incluso en los más ligeros y desenfadadamente humorísticos, en los divertimentos a los que tan aficionada es, se percibe el afán de perfeccionismo y rigor de quien no deja nada a la improvisación. Para quien esto escribe, sin embargo, el puesto de mejor escritor canadiense lo ostenta Alice Munro, menos cerebral que su compatriota, menos versátil quizá, pero más capaz en sus relatos de sugestionar al lector haciéndole olvidar el artificio en el que al fin y al cabo consiste toda literatura. Para muestra del talento de Atwood, estas dos novelas, Resurgir y El cuento de la criada, que, es de suponer, se reeditan al calor del premio y que se cuentan entre las más conocidas suyas.
Resurgir, de 1972, fue su segunda novela y se dice que en su composición plasmó algunos de los patrones temáticos de la literatura canadiense que previamente diseccionara en un célebre ensayo, Survival: A thematic guide to canadian literature, del que no hay edición española. Resurgir narra introspectivamente el "resurgimiento" o camino hacia la iluminación de una joven divorciada, lastrada por diversos traumas infantiles y amorosos, que, con su amante y una pareja de amigos, acude en busca de su padre desaparecido a la cabaña donde éste vivía. Allí, a lo largo de siete días, en un omnipresente entorno campestre, los recuerdos del pasado (un amor frustrado, un aborto temprano) se entrecruzan con la evocación del padre a través de la lectura de sus papeles y con las conclusiones, extrapolables a su propia experiencia, que la observación de sus acompañantes proporciona a la narradora. Si bien es atinada y sostenida en el texto la ambigüedad del resurgir al que se refiere el título, pues puede ser tanto el resurgir de viejos demonios como el resurgir a que da lugar su superación, y es especialmente atractiva la entidad que cobra el paisaje (casi un personaje más), gran parte de la temática subyacente, en particular la deudora de cierto argumentario feminista de la época, parece hoy un tanto estereotipada.
Más enjundia tiene El cuento de la criada, una contrautopía, publicada en 1986, que transcurre en una supuesta república fundamentalista cristiana soberana en el territorio que hoy son los Estados Unidos y en la que las escasas mujeres fértiles son recluidas, como esclavas, para ser fecundadas y dar a luz a los hijos de la oligarquía. El hecho de que el futuro en el que se desarrolla la historia sea un futuro tan cercano a la fecha de su publicación como 2005 desvela las intenciones de Atwood de hacer una obra de ficción especulativa, más que abiertamente futurista. Su principal acierto reside en haber sabido huir de lo abstracto alegórico, dotando a su protagonista y narradora (una de esas criadas destinadas a la procreación y amenazadas cuando sean infértiles con un fatal destino) de una voz tan íntima como convincente, e insertándola, además, en un escenario cotidiano, con sus rutinas minuciosamente detalladas, que ahonda en el realismo del retrato. La pena es el inexplicable epílogo en el que, haciendo que la narración sea una suerte de manuscrito encontrado, Atwood da la vuelta a los presupuestos con los que ha construido el relato y opta por un final de fábula moral. -
El 7 de enero Bruguera publicará la edición bilingüe del poemario de Margaret Atwood La puerta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de diciembre de 2008


     A principios de julio de 2017 Domingo, Lourdes, Maive y María José nos reunimos en la plaza San Francisco en el Santo Pecado. Comimos y bebimos a un precio razonable dándonos energía y ánimos para hablar del libro.
      Del libro y de la serie de televisión que ya Lourdes había visto y le pareció buena y muy lograda. Esta opinión la corrobora el hecho de que se llevase ocho Emmys entre los que estaba el de mejor guion de drama, mejor dirección de drama, mejor actriz de reparto y protagonista...y por primera vez el de mejor serie dramática viéndose sólo por internet, producida por una web, Hulu. 
       El ambiente de pesadilla que la autora logra nos lo transmite de forma dolorosa. Sufrimos las angustias de las protagonistas y la vacuidad de los protagonistas en esta distopía que nos invita a pensar en la realidad de problemas como la preñez subrogada. La falta de salida de la trama se resuelve con el recurso de suponer que la historia es encontrada en unos legajos y que se refieren a aun tiempo pretérito narrado desde un presente, como investigación de un congreso de historia. Todo esta estructura no favorece la verosimilitud, ni tampoco parece necesario ya que el propósito de hacernos pensar el presente se logra sobradamente. Lo peor del caso es que la autora asegura, en una entrevista, que no hay nada inventado sino que la ficción es unpuzle de piezas tomadas de la realidad...con lo no sólo nos invita a pensar sino que nos recuerda el deber de pensar.
      Terminamos la velada quedando para el 15 de septiembre de 2017 para comentar Tierra de Campos de David Trueba

"La niña que soñaba el mundo" de Eloy Cuadra.

      Eloy nos regala la posibilidad de una lectura agradabale y de contribuir alas pequeñas mejoras dela sociedad. El resultado de la venta de este relato lo destina el autor a una ONG con la que trabaja. Esta generosidad no es nueva sino que parece ser el lo habitual en Eloy. No sólo debemos agradecerle su actitud, también la prosa fluída y agradable con la que homenajea a la infancia y nos ponene en la perspectiva de una niña con su indignación ante la injusticia. injusticia que nunca se disfruta y siempre se sufre porque no podemos dejar de ser humanidad.
     La historia, ilustrada por Inés Cordón, se alegra con fantasías y relatos que nos acercan al verano y a la alegría de la niñez y cierta añoranza de la inocencia de la mirada infantil. Así nos lo hace ver Eloy en la presentación y dedicatorias a sus dos hijos.
      El libro no se acaba, ni mucho menos, en las sugerencias que he referido, pero lo que parece inacabable es la personalidad del autor que sorprende con cada nuevo dato de su biografía...por cierto que no aparece en ninguna de las referencias consultadas su vertiende de consejero técnico baloncestístico.




martes, 27 de junio de 2017

"La vegetariana" de Han Kang.

El Cultural

nos presenta la próxima lectura de la tertulia de la competencia.

  

La vegetariana

Han Kang

Traducción de Sunme Yoon. :Rata_. Barcelona, 2017. 223 páginas. 19,50 €
POROCHISTA KHAKPOUR (THE NEW YORK TIMES) | 21/04/2017 


Han Kang. Foto: Ariadna Arnes

Ni todas las advertencias del mundo bastarían para preparar al lector para los traumas de La vegetariana, de Han Kang (Seúl, 1965), galardonada con el Man Booker Internacional 2016. Puede que, para empezar, uno se fije en el título, recorra la inofensiva frase del principio -“Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especial”-, y piense que, en este caso, el mayor peligro es la conversión al vegetarianismo. Los horrores que se agitan dentro y fuera de esta feroz novela, con su impresionante reivindicación de la muerte, no tienen fin. 

Cuando Yeong-hye se despierta una mañana de un sueño inquieto, descubre que se ha convertido en una monstruosa... vegetariana. Y aquí se acaba el eco, sencillo en apariencia, de este punto de partida clásico. La novela, estructurada en tres partes, zigzaguea entre el suspense doméstico, la parábola de transformación y la meditación dendrofílica relatados desde los puntos de vista del deplorable marido de la protagonista (1ª parte), de su obsesivo cuñado artista (2ª parte), y de su saturada hermana mayor (3ª parte). Los tres personajes se caracterizan por lo que hacen para ganarse la vida, mientras que Yeong-hye deja de hacer prácticamente todo. 

“He tenido un sueño”, dice en uno de sus pocos momentos de diálogo directo como única explicación de su reciente condición de herbívora. Al principio su familia y sus amigos reaccionan con un desdén distraído. Durante la cena, un conocido pasivo-agresivo proclama: “Odio compartir una comida con alguien que considera que comer carne es repugnante solo porque ellos mismos lo piensan… ¿No te parece?” Pero su forma física no tarda en crear el espacio negativo tan temido por su círculo más próximo: pérdida de peso, insomnio, disminución de la libido y, finalmente, abandono de la vida cotidiana “civilizada”.

No se puede decir que este sea un libro ascético. La novela está llena de sexo dudosamente consentido, de alimentación forzosa y purgas de toda clase que, en el fondo, son abusos sexuales y desórdenes alimentarios, aunque nunca llamados por su nombre en el universo de la autora. Una reunión familiar en la que Yeong-hye es agredida por su propio padre por el tema de la carne evoluciona para adquirir tintes bastante más tenebrosos al penetrar en el territorio de la autolesión, si bien esta no será la última vez que un hombre (o ella misma, de hecho) viole su cuerpo. Sin embargo, la violación de la mente es un asunto distinto. 
La vegetariana necesita toda esta carnicería porque, en el universo de la novela, la violencia está conectada con el sustento físico en el consumo de carne, las relaciones sexuales e incluso los cuidados. La intervención externa de la familia, los amigos y los médicos actúa para moderar la realidad de esta historia, pero, al final, los esfuerzos de todos ellos son anémicos.

Publicado originalmente en Corea del Sur en 2007 e inspirado en el relato cortoThe Fruit of My Woman [El fruto de mi mujer], de la misma autora, La vegetariana fue la primera obra de Han que se convirtió en una película. En su país, Han ha recibido merecidos elogios que la califican de visionaria. Aquí se corre el riesgo de prestar atención solo a los aspectos etnográficos y sociológicos. En Gran Bretaña, las reseñas intentaron encontrar sentido a su rareza atribuyéndola a la cultura. Hubo críticos que trataron de poner el acento en que en Corea del Sur el vegetarianismo es imposible.

Asimismo, desde un prisma feminista occidental contemporáneo se podría condenar la novela tachándola de ejercicio de degradación de la mujer o de “porno horror”. Pero con ello se estaría asumiendo igualmente una normalidad problemática, utilizándola como vara de medir para la novela. Fuera de Occidente hay todo un universo literario que no se adapta a nuestros mercados, no se debe a nuestras tendencias ni se pliega a nuestra política.

Antes bien, el espléndido tratamiento que da Han a la capacidad de actuar, a las decisiones personales, a la sumisión y a la subversión encuentra su forma en la parábola. Los géneros literarios breves -la novela tiene menos de 200 páginas- tienen la particularidad de que en ellos lo alegórico y lo violento extraen una potencia especial de sus pequeños contenedores. Uno tiene la sensación de que La vegetariana guarda relación con obras breves tan diversas como Lazos de sangre, de Ceridwen Dovey, o Bartleby, el escribiente, de Melville. También me ha recordado a El búho ciego, obra maestra del terror y novela de culto de 1937 escrita por el iraní Sadegh Hedayat. Y, por último, ¿cómo no remitirnos a Kafka? Más que La metamorfosis, por el texto rondan los diarios del autor y su relato Un artista del hambre. Además, Kafka tal vez sea el vegetariano más conocido de la historia de la literatura. Al parecer, en una ocasión le declaró a un pez en un acuario: “Por fin puedo mirarte en paz. Ya no te como”. 

De todas maneras, el de Han Kang no es un cuento con moraleja para omnívoros, ya que el viaje vegetariano de Yeong-hye dista mucho de ser feliz. Abstenerse de comer seres vivientes no lleva a la iluminación. A medida que Yeong-hye se desvanece, la autora, como un auténtico dios, deja que nos batamos con la pregunta de si deberíamos ponernos de parte de la supervivencia de la protagonista o de su muerte. Una pregunta que viene acompañada por otra, el interrogante último sobre el que nos resistimos a reflexionar. “¿Por qué es tan malo morir?”, pregunta Yeong-hye. En el capítulo siguiente se responde como un eco: “¿Por qué es tan malo morir?”.