sábado, 26 de octubre de 2013

"Antigua luz" de John Banville.


       Alfaguara  nos invita a leernos la próxima novela de la tertulia con las siguientes citas de los medios de comunicación. Esperamos encontrar comentarios más sólidos y estimulantes para publicarlos.

         Aprovechamos la ocasión para recordar que John Banville también escribe tras el seudónimo de Benjamin Black novelas de serie negra que seguro son aprovechables para otra tertulia.
 
La mejor novela del ganador del Premio Booker y del Premio Kafka, antesala del Nobel.

«Billy Gray era mi mejor amigo y me enamoré de su madre. Puede que amor sea una palabra demasiado fuerte, pero no conozco ninguna más suave que pueda aplicarse.»

Alexander Clave es un viejo actor de teatro que recuerda su fugaz e intenso primer amor. Un rodaje cinematográfico le llevará a intimar con una joven y popular actriz cuya vida se ha asomado al abismo y al inesperado hallazgo de respuestas acerca del destino final de las mujeres que marcaron a fuego su vida.

«John Banville, recurrente candidato al Nobel, se mueve en terrenos proustianos y nabokovianos armado con un arma definitiva: el estilo… Páginas fabulosas sobre la fascinación sexual… El sorprendente giro final demuestra que, aunque el irlandés sea sobre todo un estilista, a veces la trama también es estilo.»

Nadal Suau, El Cultural

«A las palabras, John Banville, autor insólito, sugerente, les saca brillo.»

Jesús Ruiz Mantilla, El País



«La grandeza de Banville reside en su prosa límpida, armada frase a frase con maneras de orfebre… Antigua luz es un nabokoviano juego de espejos deformantes, tramposos reflejos y falibles recuerdos, exquisita muestra de introspección y de memoria inventada.»

Javier Aparicio Maydeu, Babelia



«Una narración bellísima y muy erótica, hasta el punto que parece que el autor hace el amor con las palabras.»

Carmen Sigüenza, Agencia EFE



«Banville demuestra su talento para escribir sobre la verdadera textura del erotismo… Merece vender diez veces más que Cincuenta sombras de Grey.»

Sunday Express



«El jurado de Estocolmo debería descolgar el teléfono ya mismo.»

Financial Times

«¡Qué guía de excepción es el increíblemente talentoso Banville hacia lo más extraño de nosotros mismos y de nuestro viaje!»

The Observer

«Algo así como lo que brinda el gran escritor portugués José Saramago: un mundo a la vez azaroso, de ensueño y profundamente arraigado en la experiencia.»

The Times

«Banville es un maestro y su prosa un deleite incesante.»

Martin Amis

«Una nueva novela deslumbrante… Toda la gracia y el aplomo que esperamos del autor.»

The Independent

«Un artista nabokoviano... Leerlo es como planear sobre un lago de praliné: un proceso majestuoso, delicioso y que pide ser saboreado.»

Independent on Sunday

«Una lectura absorbente, cuyo final transforma todo aquello que la ha precedido. Una prosa que se regocija en los menores detalles tanto físicos como psicológicos.»

Metro

«Aquí encontramos ecos de Yeats y Joyce, de Beckett, de Proust y de Nabokov. Banville ofrece la consolación del arte. Un extraordinario bálsamo para las vidas heridas.»

The Irish Independent

«Aunque técnicamente se trate de una trilogía junto con Eclipse e Imposturas, Antigua luz se sostiene como una novela independiente... Está deslumbrantemente escrita, pero también es un libro lúdico, lleno de intrigas... La mente de escritor de Banville sueña a la velocidad de la luz.»

The Irish Times.

     Cumpliendo con lo previsto nos reunimos en La Laguna el viernes 13 de diciembre de 2013 a las 21,30 porque no se podía antes y quien planteó las 21 horas como hora más deseable desertó en el último momento. Mejor dicho: penúltimo momento porque nos enteramos de otra ausencia en el coche mientras nos acercábamos al lugar en el que habíamos quedado. A pesar de las dificultades, las más esgrimidas se referían a lo problemático de las fechas por nuestra profesión docente y la abundancia de cenas profesionales, nos reunimos: Ángeles, Calola, Domingo, Lourdes, Maive(recién llegada de un almuerzo corporativo) y María José.

                       El Archete, de La Laguna, ya no en Candelaria ni en Santa Ana aunque le quede la tradición marinera en forma de platos de atún con batata y cherne marinado, excelentes para mi gusto. Nos queda pendiente el guachinche que el mismo propietario-cocinero tiene en Araya a la espera de próximas tertulias. Regado con un tinto Rivera del Duero comimos una ensalada, espuma de ensaladilla, batatas con atún, pescado marinado, berenjenas rellenas, de postre helado de queso que entusiasmo a alguna, otro de chocolate y otro que se me olvidó. Sorprendió la comida, a pesar de que el Archete tiene una más que larga historia y de los comentarios adversos. El precio agradó también, 20 euros muy disfrutados aunque el local estaba lleno y el piso superior ocupado por una cena de empresa. Estas circunstancias nos obligaron a juntarnos mucho y permitirnos casi hablar al oído, facilitado por ser seis personas, de esta manera una dificultad la convertimos en virtud comunicativa.
      La intimidad producto de la cercanía física y la complicidad nacida de habernos leído un libro de no fácil lectura ni trama sencilla y cerrada hizo que la conversación se animara, no sólo sobre lo que el libro nos describe, sino suponiendo tramas e historias más allá de lo escrito. Nos sorprendió como el tema principal, coincidimos en que se puede considerar la reconstrucción de la propia historia, parece el mismo que el de la obra de la anterior tertulia El sentido de un final de Julian Barnes. No sólo el tema, incluso la forma, ya que la primera persona masculina reflexionando sobre su biografía tomando como eje vertebrador un episodio amoroso, sirve para analizar sentimientos y relaciones y resaltar la necesidad de los demás en la reconstrucción fragmentaria de nuestro yo coincide en las dos obras.
       La lectura de la densa obra no parece que fuese fácil y señal de eso es que de los seis contertulios tres nos la leímos completa y el resto la estaba acabando, a pesar de eso la trama tiene una primera lectura que puede seguirse como una historia de amor juvenil con una mujer mayor, pero no se agotan ahí las posibles interpretaciones porque se nos plantea si esa historia ha condicionado el desarrollo de la biografía del personaje y de los que se relacionan con él. Así se contempla desde una vejez reflexiva una historia de la que fluyen otras cuya resolución, o no, debemos buscar en otras obras con los mismos personajes. Lourdes, proponente de esta novela para la tertulia, defendió la necesidad de una lectura sosegada y razonada, no dispersa en el tiempo, para aprovechar mínimamente la riqueza que se nos ofrece. Otros pensaban que, más bien se producían elucubraciones pseudo filosóficas sobre una historia sentimental. Sentimental pero sobre todo sensorial: las descripciones del paisaje irlandés, de la sociedad y economía de esa isla, se nos introducían en nuestros sentidos a través de la lectura y la historia de un niño, con sus rabietas, con una mujer, más mayor de lo que parecía, nos mostraba la urgencia de la vida, la necesidad de vivir cada momento, sensación y sentimiento con la intensidad del primero y el último par convencernos de que la edad más importante es la inversa de la cronológica, que no cumplimos años sino que los dejamos atrás, que no tenemos tantos años sino que nos faltan tantos otros que no sabemos ni cuántos ni cómo serán. 

lunes, 21 de octubre de 2013

"Otra vida para vivirla contigo" de Eduardo Mendicutti.

Estíbaliz nos propone Otra vida para vivirla contigo de  Eduardo Mendicutti mediante un artículo de  Almudena Grandes en El País.

ESCALERA INTERIOR .

          Otra vida para vivirla contigo.
20 OCT 2013.

          León Tolstói escribió que todas las familias felices se parecen entre sí, pero las infelices lo son cada una a su manera. Con las historias de amor sucede algo parecido. Los amores fáciles comparten un color, un ritmo, una melodía que puede ser diferente, pero expresa siempre la misma armonía. Los amores complicados, a cambio, son como las flores de un rosal salvaje. Ninguna espina se repite, pero todas hacen daño. Esta es la historia de un amor que iba a ser fácil y termina doliendo como una espina clavada en la piel, tan liviana en apariencia, tan afilada y profunda en realidad que el simple intento de extraerla la hace aún más puntiaguda, más feroz, más dolorosa. La historia de un amor como no hay otro igual, un bolero encarnado en los tiempos felices de la normalidad, en los que un hombre puede amar a otro hombre como otros hombres han amado siempre a las mujeres. Sin miedo, sin culpa, sin vergüenza. Con la convicción de que el viento de la historia sopla a favor de quienes nunca hasta ahora habían podido aspirar a los amores fáciles. A su favor. Esta novela de Mendicutti es el testimonio de un país donde todos los amores son iguales Eso es lo que siente el escritor Ernesto Méndez cuando conoce a Víctor Ramírez. Él, un hombre maduro, ecuánime, instalado en la serenidad de una vida plena en la que no cree echar nada de menos, sucumbe al polifacético y arrollador encanto del concejal de Igualdad de su pueblo, un chico joven, guapo, brillante y lleno de energía, que se le acerca envuelto en una flamante bandera arcoíris, la enseña del orgullo de los homosexuales que ya no están dispuestos a seguir escondiéndose. Víctor, tocado por la gracia, repleto de talentos, aparece ante Ernesto como el símbolo de una vida nueva, un sueño cumplido por el que vale la pena arriesgarse. Y se arriesga. Y comprueba que vale la pena. Y se sigue arriesgando. Y la sigue valiendo. Y cuando descubre que casi nada es lo que parece, la memoria del vértigo logra mantener el sueño intacto. Que siga doliendo, es lo de menos.
 Otra vida para vivirla contigo es, además de la letra de un bolero, una historia de amor con espina y, al mismo tiempo, mucho más que una historia de amor. Eduardo Mendicutti ha escrito una novela inaugural que contempla la realidad española de hoy mismo desde perspectivas que nadie había frecuentado hasta ahora. El matrimonio, el adulterio, el noviazgo, la infidelidad, los ritos y costumbres sociales de la nueva normalidad universal que todos –homosexuales y heterosexuales– acabamos de estrenar irrumpen en el oscuro amor de antaño para producir efectos misteriosos, paradójicos, capaces de encoger el corazón del lector, de helar sus sonrisas, y hasta sus carcajadas. En ese territorio amable y peligroso a la vez, donde la apariencia liviana, casi crujiente, del relato nos seduce e inquieta a partes iguales, se produce el encuentro entre dos siglos, dos maneras de entender la vida, la lucha, la dignidad. También, por supuesto, el amor. Cuando conoce a Víctor Ramírez, Méndez admira su audacia, su coraje, el descarado desparpajo del concejal guerrillero que se lanza sobre los micrófonos para proclamar su identidad sexual a los cuatro vientos.
La intimidad teje un relato distinto, donde quien más tiene que perder está dispuesto a jugárselo todo, mientras un muchacho nada con la ropa puesta sin dejar en ningún instante de sonreír a la cámara. Ernesto, un hombre maduro, curtido en las trincheras de las pasiones clandestinas, no necesita micrófonos para afirmar que está enamorado. Su profundidad, la conciencia de estar viviendo algo extraordinario, choca con la liviana superficialidad de su amante, para quien el amor es algo distinto, más blando, más suave, más pálido. Metáfora implacable de los tiempos que vivimos, Ernesto Méndez, mayor, elegante, discreto, es sin duda el más valiente de los dos, el más digno destinatario de esa anhelada normalidad que, sin embargo, se volverá en su contra para herirle por dentro como la espina más feroz de una rosa perfecta. Afirmar que una novela de Eduardo Mendicutti es estupenda resulta una obviedad. Añadir que es original, brillante, divertida e intensa, tampoco sorprenderá, a estas alturas, a ninguno de sus lectores. Pero en Otra vida para vivirla contigo hay mucho más que un buen argumento en manos de un autor que borda el español mientras lo escribe. Este es el testimonio de un país donde todos los amores son iguales. La desigual historia de un amor parecido a los de toda la vida. Complicado, eso sí, a su propia manera, como las familias infelices según Tolstoi.

www.almudenagrandes.com

domingo, 20 de octubre de 2013

"El lector" de Bernhard Schlink.

      En la entrada anterior comentábamos como una novela nos llevó a una película. Para seguir con las relaciones entre cine y literatura hoy comentamos como una película nos llevó a un libro con la ayuda de la propuesta de Estíbaliz
       Una relación sexual poco simétrica, como todas o casi todas, en este caso un quinceañero que de forma accidental empieza a disfrutar de forma cotidiana del sexo y la lectura con una mujer con unos hermosos treintaitantos años de deseo y curiosidad. Los estudios de leyes del muchacho nos hacen dejar un tiempo de paz atrás para contemplar los juicios posteriores a la Segumda Guerra Mundial. Esto nos va a permitir reflexionar sobre la historia, el pasado, la memoria, la culpa, la familia, la nación y lo complicado de  ensamblar sentimientos y hechos, disonancia que no sólo mueve la historia, también el pensamiento.
       Pocas veces la ficción, ¿la ficción?, es tan veraz. Los hipertextos, la realidad aumentada, los enlaces...no fueron inventados por la informática sino por la aventura de relatar, de pensar en voz alta con personajes (la traducción del título del alemán parece ser: el que lee en voz alta, "Der Vorleser") y si se hace bien podemos creernos que es autobiográfico. Como en esta novela en que un juez nos relata esta historia, Historia, que creemos que le es propia, como nos lo es a nosotros haciéndonos participar de los placeres y sufrimientos íntimos y colectivos, patrimonio humano, y de la memoria y culpa colectiva.
         Todo esto convertido en un cántico a la literatura, una crítica de la ignorancia, o la vergüenza de no reconocerla,  penosa justificación de la inhumanidad del dejar hacer, o hacer porque me lo mandan u ordenan, incluso las leyes. El propio libro es un ejemplo de cómo la letra impresa o leída, no puede ser sustituída como medio de expresión y estímulo del pensamiento ya que la excelente película que se deriva de esta obra literaria no nos puede proporcionar ese caldo de cultivo para la reflexión, aunque no deja de ser una bella e interesante historia que podemos disfrutar de dos formas: película o libro, pero que en ambos casos se quedará en nosotros mucho más tiempo del que creemos recordar.     

"La delicadeza" de David Foenkinos.

      Estíbaliz nos regala esta sugerencia doble: libro y película. En esta ocasión, como pocas, la autoría de la obra literaria, guión y dirección coinciden, con la colaboración familiar de su hermano Stéphane Foenkinos. Como toda creación artística el parto es colectivo culminando en aliento que le infunde el lector o espectador, multiplicado con los comentarios y la comunicación de la experiencia a lo que esperamos que contribuya este blog.  
      Lo que parece una ñoña historieta de amoríos y amarguras se va convirtiendo en la representación de la belleza cotidiana en forma de relaciones humanas en un entorno poco propicio: el laboral. La fealdad de lo extraño: empresa sueca que pretende incorporar en Francia costumbres de consumo nórdicas, persona poco sociable con un físico peculiar, una jóven que se queda viuda en lo mejor de su matrimonio, un jefe que pretende lograr afecto mediante su poder,....se convierte en belleza cotidiana a través del filtro nada mágico de la delicadeza. Esta transustanciación se nos muestra tan próxima que muchas veces nos descubrimos como personajes de la novela y nos hace más conscientes de nuestras acciones, especialmente con los demás.
      La película no sólo ilustra y nos recuerda la historia escrita y leída sino que abrevia de forma que nos centramos en los apectos más relevantes, a pesar de que la novela es bastante visual y esquemática. Eché de menos algunos personajes, la mujer del jefe, que podrían ofrecernos otras derivaciones de la historia pero no se puede tenerlo todo. Parece que, más que el guión el trabajo clave en esta obra parece que e la elección de los actores que no nos sorprendan respecto a los ya imaginados mediante la lectura.
     La literatura, las películas, el arte, deberían contribuir a la creación de belleza y ésta no se podría denominar así si no nos mejoraran, induvidual y colectivamente, de forma que contribuyan a nuestro disfrute y embellecimiento. Esto ha sucedido con estas obras de arte y por eso debemos agradecérselo a Estíbaliz.

viernes, 11 de octubre de 2013

Alice Munro Premio Nobel.

Lourdes nos envía esta muestra de alegría, a través del diario El País, por la concesión del premio Nobel a Alice Munro, de la que leímos en la anterior tertulia Vida querida.

 Munro
, el gran cuento de la vida La escritora canadiense de 82 años gana la mayor recompensa literaria poco después de anunciar su retirada "Maestra del relato contemporáneo, su estilo es claro y de un realismo sicológico", ha dicho la Academia Alice Munro, en la cocina de su casa de Clinton, en Ontario, Canadá, en junio pasado. / Ian Willms (The New York Times) Alberto Manguel 4 Considerada la 'Chéjov de Canadá', la escritora obtiene la mayor recompensa literaria luego de que anunciara su retira el semestre pasado. Después de muchos años el Nobel premia al cuento. “Era un castillo en el aire que podía suceder, pero probablemente no sucedería", ha comentado la escritora. Alice Munro es la decimotercera mujer que obtiene el galardón más importante de las letras universales.
El País cultural nos ofrece esto en este enlace.Interesante. En el mismo periódico escribe Antonio Muñoz Molina: Lo leemos y comentamos. 

jueves, 19 de septiembre de 2013

Padura nos comenta su visión de la crítica al sitema político cubano.

Leonardo Padura:
           El autor, que presenta en España su última novela, "Herejes", cree que España es el destino favorito de sus compatriotas exiliados después de Miami.
            El escritor cubano Leonardo Padura durante una entrevista para hablar de su novela "Herejes" para cuya narración y nuevas peripecias del investigador Mario Conde se ha servido de la misteriosa desaparición del retrato de un joven pintado por Rembrant, y que pudo salvar del holocausto a sus propietarios, una familia judía huida sin éxito a Cuba. El escritor, que celebra que desde este año se permita a los cubanos viajar libremente para entrar o salir de su país, cosa que han tenido prohibida durante medio siglo, bromea con las consecuencias que acarreará para España la inminente "invasión de cubanos", de lo que dice con humor que "son una plaga". Padura dice que los cubanos "están cansados y quieren vivir en un país más normal", y que ese cansancio, que está derivando "en escepticismo y, en algo peor, indiferencia y cinismo", se debe a que "viven en un país que siempre vive un momento histórico, todo es histórico en Cuba". La sociedad cubana actual es "una sociedad que no cree, algo que es muy visible entre los jóvenes, mientras que mi generación es una generación que vive de pérdida en ilusiones que nunca se cumplieron", señala. "El sistema cubano no acepta la crítica de buen grado" y siempre recibe bien que le digan "que es bueno y bonito", contesta a la pregunta sobre los apoyos que recibe por parte de artistas españoles, principalmente actores. Y recuerda que incluso escritores que son "defensores críticos" del régimen castrista como Eduardo Galeano, por haber escrito un artículo crítico titulado "Cuba duele" fueron cuestionados por las autoridades del país, a las que les cuesta perdonárselo. Igualmente recuerda el "caso Padilla", que "fracturó a la izquierda occidental, una parte de la cual critica desde hace decenios los abusos del régimen contra los intelectuales", y él mismo se ha puesto como ejemplo por sus novelas y por sus declaraciones públicas: "Siempre estoy al borde del problema", aunque no ha querido recordar su expulsión de la revista en la que trabajaba en un año, 1983, que ya le parece lejano.
           Del sistema económico cubano afirma que "es copiado del sistema estalinista" y como la economía "dicta el comportamiento del resto de la sociedad en Cuba hubo prácticas estalinistas en muchos sectores", como las sufrieron escritores de la talla de Lezama Lima y Virgilio Piñera, así como, en los años setenta, grupos nutridos de artistas pero también de religiosos y homosexuales. Sobre su permanencia en la isla, que podría abandonar cuando quisiera gracias a su éxito literario y editorial, Padura afirma que "el desarraigo es uno de los peores castigos que puede sufrir un escritor", y pone como ejemplo el que sugirió Guillermo Cabrera Infante, quien tuvo que vivir en una ciudad tan distinta a La Habana como Londres porque otro dictador, Franco, le impidió la entrada en España, donde quiso fijar su residencia como exiliado. "No puedo ser otra cosa que un escritor cubano, y Cuba está en la sustancia de mi literatura", señala al confesar que no podría escribir sin pulsar "cómo piensan, cómo viven, cómo hablan" los cubanos y "qué problemas y qué alegrías tienen" porque ese es "el sustento" de su literatura, además de que pertenece "profundamente" a la cultura cubana, por más que no sea un cubano típico: "Tengo dos defectos muy graves, no sé bailar y soy puntual", indica. "Siempre que termino una novela me digo que ésa es la que no se va a publicar en Cuba", y que ya le pasó con la anterior "El hombre que amaba a los perros", sobre la figura de Leon Trosky, la cual, sin embargo, se publicó en la isla, donde obtuvo el Premio de la Crítica en la que, en una feria del libro, vendió mil ejemplares -los que había disponibles- en 45 minutos. En la isla "se ha perdido mucho talento" por "la incapacidad de adaptar la realidad cubana a la realidad universal", lamenta durante la promoción de su última novela, "Herejes", que sin adscribirse ni al género histórico, ni al policiaco ni al social, participa de los tres, según ha explicado el autor.











miércoles, 18 de septiembre de 2013

"El sentido de un final" de Julian Barnes.

teinteresa.es nos ofrece este comentario sobre:
      La última obra de Julian Barnes. Llega 'El sentido de un final', el mejor libro publicado en español este año. 
       Barnes ya recordaba en su libro anterior que "vivimos conforme al recuerdo y no a la verdad".  No resulta fácil entrar en este libro. Se puede además revelar su contenido con demasiada ligereza.  El escritor Julian Barnes en las doscientas páginas de la última novela hasta la fecha de Julian Barnes, 'El sentido de un final' (Anagrama, 2012), se narra en primera persona la historia de la vida de Tony Webster, su incuestionable protagonista. Y se hace en dos tiempos o vueltas. En la primera parte, que ocupa más o menos la mitad del libro, Tony cuenta desde la madurez avanzada los rasgos generales de su vida desde el inicio pasando por toda la tipología habitual (colegio, amistades, noviazgos, matrimonio, divorcio y soledad final) de una existencia ordinaria. En la segunda un hecho inesperado (Tony recibe una herencia misteriosa) tiene la virtualidad inquietante de traer al presente un oscuro acontecimiento del pasado. La vida entera quedará coloreada por el tinte de la incertidumbre y los remordimientos. Todo lo que se ha acumulado en la vida será reexaminado a través de una luz nueva, primero difusa y después de una claridad y potencia insoportables. El propio Barnes recordaba en su libro anterior, 'Nada que temer' (Anagrama, 2010), que "vivimos conforme al recuerdo y no a la verdad". En 'El sentido de un final', el novelista inglés da una o varias vueltas de tuerca a esta misma verdad y lo hace con la fuerza arrasadora de la más impecable de las composiciones narrativas. Ningún otro discurso humano puede igualar la capacidad acumulativa de una verdad expresada como una historia. Esta convicción de la que Barnes parte en su última novela queda patente desde el enigmático principio en el que el narrador enumera, como recuerdos, imágenes que tienen que ver con la percepción del tiempo humano (por cierto ya en la primera línea se ve lo difícil, por no decir imposible, que es el arte de la traducción cuando Jaime Zulaika tiene que traducir "muñeca" por "wrist"; nada que objetar salvo que uno tarda muchas páginas en darse cuenta de que se trata de la parte de atrás de la mano). Leo Spitzer dijo en un artículo memorable que la enumeración moderna en literatura venía directamente del ámbito del culto, y acertaba: a partir de esa lista inicial de figuras se componen las tramas de un relato fascinante que apunta como indica claramente el título al sentido del final (del final de la vida que vivimos pero también del final de la ficción que nos contamos y que llamamos vida). También el fragmento del Diario de su amigo Adrian, el que Tony recibirá en herencia con una suma mediana de dinero, está escrito en forma de enumeración nada caótica (más bien recuerda a los parágrafos numerados del Tractatus wittgensteniano).
 Hay que tener cuidado de lo que se dice en una reseña acerca de este libro. No resulta fácil entrar en él. Se puede además revelar su contenido con demasiada ligereza (siendo en él esencial lo que Buffon llamaba estilo). No conviene. Yo digo en otro plano que para mí es sin dudarlo, junto a Aire de Dylan de un Vila-Matas en estado de gracia, el mejor libro publicado en español en 2012. Noticias y rumores que apenas me interesan, el paratexto de la dedicatoria (Para Pat, la agente literaria y esposa Pat Kavanagh fallecida a finales de 2008) y la reticente distancia con la que Barnes ha abordado públicamente el sentido de un texto de semejante calado (obtuvo con todo merecimiento el Man Booker Prize) hacen pensar que se trata de una obra decisiva en la ya larga trayectoria del autor. Yo prefiero concentrarme en un aspecto lateral: en su relación indirecta pero intensa con la obra homónima de Frank Kermode, por cierto uno de los lectores más lúcidos y entusiastas de Barnes. No hay a mi juicio una sola línea del texto que no se refiera de un modo u otro a la extraordinaria meditación que sobre el tiempo y la ficción hiciese Kermode en las ya famosas lecciones que después se recogieron como libro (Gedisa, 2000). Pienso que el yo que narra y que cuenta apuesta a través de su vida mediana (ni feliz ni infeliz sino sencillamente malograda) por lo que Kermode llama una "reclusión en el tiempo". El protagonista nunca aceptará que "una disonancia lleve al descubrimiento". Prefiere la monotonía. Cabría decir, parafraseando a William Blake, que personajes como Tony Webster hacen patente que los hombres corremos sin parar en la marea del Tiempo y que "los trazos de nuestros destinos" acaban inevitablemente precipitándose al charco de la nada de la que partimos.

     Louurdes nos ofrece este enlace de El cultural de el periodico El País. Muchas gracias por la colaboración generosa y habitual. La memoria y su construcción pueden ser uno de los temas fundamentales de la obra.


      Ayer, 25 de octubre de 2013, nos reunimos en La Bicoca, La Laguna: Ana, Ángeles, Lourdes, Begoña, Calola, Domingo, Luis,  María José y Maive. Comimos pan (frío) con tomate molido, paté y mermeladas con pan tostado, ensalada tibia de langostinos, croquetas de queso, sacos de queso con langostinos, carrillera (media ración y demasiado hecha), reno (a mi gusto muy seco), cerdo ibérico (estos platos con puré de papas), disfrutamos de estos excelentes platos, no tanto de tres postres bastante regulares, y vino tinto Valtravieso. Todo ello por 22 euros.
       El lugar de encuentro, céntrico, bien iluminado y decorado, disfruta de un éxito que nos dificultó la comunicación. El ruido del resto de comensales hacía que elevásemos la voz, irritando las gargantas, y nos forzásemos en  concentrarnos para escuchar. Aun así intentamos hablar de un libro en el que nuestros pareceres coincidían. La primera y larga parte del libro a algunos les pareció aburrida y ensayística , mientras, a pesar de la coincidencia de opiniones, a otros les hizo ejercitar el lápiz subrayando citas acerca del pensamiento, el paso del tiempo, los recuerdos, la reconstrucción de la historia...Lo homogéneo de las opiniones se mostró incluso en los comentarios sobre el final del libro, a pesar de los matices debido a que a unos les pareció apresurado, mientras que a otros les supuso lo más interesante de la novela por lo novelesco, precisamente. Por gustar, gustó incluso la falta de detalles y explicaciones sobre las razones de los acontecimientos, aunque creara la confusa sensación de no entenderse o de faltar algo. Esto supuso un estímulo a la imaginación activa y constructiva de los lectores.
      Nos despedimos tras elegir sitio, fecha y libro para la próxima tertulia. Se optó por lo novedoso, por carecer de referencias previas, y por no haber sido leído por nadie de John Banville Antigua luz.   

miércoles, 4 de septiembre de 2013

"Herejes". Padura sigue con la serie Mario Conde.

Lourdes nos invita a leer este comentario de El País sobre Herejes, última novela de Leonardo Padura. Más abajo, en esta misma entrada María José hace algo parecido.

Leonardo Padura y la aventura de un ‘rembrandt’

El escritor cubano Leonardo Padura resuelve en 'Herejes' el misterio de 'Cabeza de Cristo' con su personaje Mario Conde


El escritor cubano Leonardo Padura, autor de 'Herejes', en Madrid. / SAMUEL SÁNCHEZ 

No es una novela policíaca al uso, ni Leonardo Padura (La Habana, 1955) ha tratado que Herejes (Tusquets) sea una obra de género, aunque haya utilizado a su investigador Mario Conde para adentrarse en los vericuetos de la Historia, atravesar varios siglos y seguir la pista de un cuadro del gran pintor holandés Rembrandt. Hay muchas horas de investigación y estudio detrás de la última novela de este escritor “estoy seguro que no debo ser el autor más talentoso de mi generación, pero sí que tengo una gran capacidad de trabajo. Tenía un tablero de ajedrez con distintas fichas y era difícil saber qué dirección seguir. Llegó un momento que lo tuve claro y me lancé de lleno a entrelazar la trama de Herejes”. Cuando habla Padura se apasiona con los dos temas que ha tenido que investigar para armar su libro y del que reconoce que sabía muy poco: el universo judío y la pintura de Rembrandt.
El lector se encontrará en Herejes una narración en tres tiempos: siglo XVII que es cuando Rembrant pinta Cabeza de Cristo y la obra pasa a manos de la familia Kaminsky; siglo XX cuando tres descendientes de esa familia huyen de la Alemania nazi portando el cuadro en el barco Saint Louis junto a más de novecientos judíos con destino a La Habana. En el muelle esperan Daniel Kaminsky y su tío quienes contemplan con horror como el barco, después de pasar varios días fondeado frente al puerto, es obligado a regresar a Alemania. En 2007 el hijo de Daniel, Elías, se entera de que el lienzo sale a subasta en Londres y decide viajar de Estados Unidos a La Habana para que alguien se encargue de seguir el rastro de Cabeza de Cristo. Ahí es entonces donde interviene el investigador Mario Conde.
“Creía que utilizar a Conde era lo más apropiado para mi trabajo literario. A través de sus ojos y de su investigación se perciben pinceladas de la figura de Rembrandt, un maestro que tenía como uno de sus grandes objetivos pintar a Cristo al natural, hasta tal punto que el rostro que aparece en ese cuadro es la de un judío de su barrio, del que se desconoce la identidad. Y la larga travesía que ha tenido que realizar el pueblo judío a lo largo de la Historia. Trato de ser muy respetuoso por el dolor padecido en el tiempo”, puntualiza el escritor. No tiene reparos en reconocer que ignoraba totalmente las técnicas pictóricas que utilizaba el maestro holandés para realizar sus cuadros. “Ahora creo que lo sé casi todo sobre Rembrandt. La obra La ronda de noche no se llamaba así originalmente porque sus integrantes se encuentran bajo un intenso rayo luz pero los barnices que utilizaba hizo que la pintura pareciese que la escena se desarrollaba por la noche”, apostilla con cierta sorna.


'Cabeza de Cristo' del pintor holandés Rembrandt
Autor de novelas de género negro reconoce que se ha registrado en los últimos años una excesiva publicación de ese tipo de obras “sobre todo por la ola de frío que nos llegó de los nórdicos que bajo el manto de un género han viajado buenos escritores y otros que no lo son tanto. Y lo mismo ha ocurrido con los que escriben en castellano. En los ochenta y noventa se crearon obras más ambiciosas de las que se están publicando actualmente”. Padura asume que es un género que al escritor le permite tocar todos los temas que preocupan a la sociedad actualmente: violencia, corrupción, crimen organizado…”Es difícil escribir de México sin tener en cuenta el narcotráfico; de España sin abordar la corrupción política; del emergente Brasil sin adentrarse en los índices de pobreza y las revueltas populares…Y en ese panorama han destacado buenos autores como Henning Mankell o Petros Markaris y otros con trabajos mediocres”, destaca el escritor.
El recién nacionalizado español, aunque se considera un escritor cubano, habla sobre la situación literaria en su país donde en estos momentos no existe una cantera de escritores fuerte como la que se registró en los noventa. “Fue el despertar de la novela cubana con la que se generaron espacios de libertad. Actualmente faltan obras y a ello hay que añadir la crisis económica en Europa que no ha favorecido la publicación de obras literarias de mi país. Hay una generación de autores posteriores a la mía como Karla SuárezWendy Guerra, Gerardo Fernández o Alberto Guerra que están haciendo cosas interesantes pero con grandes dificultades para adentrarse en el mundo editorial. La situación es complicada y hay que ir capeando el temporal”. Padura sostiene que la mejor de sus obras es La novela de mi vida(Tusquets) y precisamente ha sido la que peor suerte comercial ha tenido “uno a veces trata de que su trabajo sea redondo, pero cada uno lo vemos de distintas perspectivas”.
Este escritor, gran aficionado al béisbol mucho más que al fútbol, reivindica su identidad cubana porque es ahí dónde está su memoria y sus conocimientos que le permiten fabular en la literatura. Considera que ante la dictadura castrista la sociedad se ha vuelto “cínica. Dicen una cosa y hacen otra totalmente diferente. Su comportamiento es soez, agresivo, petulante algo que tiene muy poco que ver con la esencia cubana. Y de ahí el nacimiento de tribus urbanas que no ven la otra orilla y desconocen de la que parten. Están en tierra de nadie”.





María José nos ofrece la reseña de la última novela de Padura, Mario Conde nos sigue convenciendo todavía. Esta presentación fue publicada en Elemental el blog de novela negra de El País.


Herejes: Padura, o la mezcla perfecta de novela histórica, social y policíaca

Por: | 21 de agosto de 2013


Herejes
En 1939 el S.S. Saint Louis estuvo fondeado varios días frente a La Habana. En él viajaban 900 judíos que tenían la esperanza de encontrar en Cuba un lugar del que escapar de la barbarie nazi. La familia del niño Daniel Kaminsky, que esperaba en la orilla con su tío Joseph, tenía un as en la manga para conseguir quedarse: un pequeño lienzo de Rembrandt que había pasado de generación en generación y con el que tenían la esperanza de comprar a las autoridades cubanas. Pero nada salió bien, los judíos fueron enviados de regreso a una muerte segura en Europa y el cuadro desapareció.
Ese es el fascinante y crudo punto de partida de Herejes, la última novela de Leonardo Padura (La Habana, 1955) que Tusquets publica el 28 de agosto y de la que hoy ofrecemos en exclusiva el adelanto del tercer capítulo
En 2007, un descendiente de aquellos judíos pide a Mario Conde, ex policía, librero y a veces detective, que aclare qué ha pasado con el lienzo, que aparece en una subasta en Londres. Nos embarcamos entonces en una aventura que no da respiro, un relato del dolor de los judíos a lo largo de los siglos, de la desesperación de los cubanos, de la avaricia y la desdicha. La mejor novela de las ocho que ha escrito Padura con Conde como protagonista.

Herejes es una novela sobre el dolor. El de la pérdida de los seres queridos, el de la pérdida de la esperanza, de las ilusiones. El dolor del desarraigo, de la frustración por no poder ser lo que se quiere. Se trata de una obra compleja, con saltos temporales, de la Cuba de la década de los 50, a la de los primeros años revolucionarios, pasando por el Amsterdam del XVII, con su efervescencia pictórica y su tolerancia religiosa. Escenarios de cambio político y social elegidos y combinados de manera magistral por el autor de El hombre que amaba a los perros (Tusquets), que viaja hasta esos Países Bajos que siguen luchando contra España para explicar el origen del lienzo pintado por el gran maestro holandés, que usa como modelo a un judío que se rebela contra las prohibiciones de los suyos. Porque Herejes es también eso: un conjunto de seres que luchan contra la dictadura en todas sus formas, que buscan la libertad individual por encima de cualquier cosa.
Conde, más melancólico, más enfadado, mejor
Y ahí entra un Mario Conde más desengañado y cínico que nunca. Una figura algo desesperada pero no desesperanzada que es contratado por el hijo de Daniel, Elias, un judio neoyorquino, artista, grandote y honesto que quiere saber qué pasó con el lienzo y, aunque no lo confiese, quién se lo quedó y mandó a sus abuelos y a su tía Judith a la muerte. Conde, que se define como “un comemierda con dos doctorados” acepta el encargo para ganar unos buenos dólares, pero dice de sí mismo: “Yo no soy detective. Fui policía y ahora no soy nada”.
A través de los personajes, la obra analiza más y mejor que otras anteriores de la serie la situación de Cuba y la pérdida progresiva de toda esperanza.
“A sus 54 años cumplidos Conde se sabía un pragmático integrante de la que años atrás él y sus amigos calificaran como la generación escondida, los cada vez más envejecidos y derrotados seres que, sin poder salir de la madriguera habían evolucionado, (involucionado, en realidad) para convertirse en la generación más desencantada y jodida dentro del nuevo país que se iba configurando. (...) Apenas les quedaba el recurso de resistir como sobrevivientes”.
¿Y qué país es ese? Pues uno que ha ido de la esperanza al desencanto, la miseria, el ahogo y la corrupción. O, en palabras de Conde:
“Coño, Manolo, me parece que voy a cumplir cien años. No entiendo ni timbales.Tanto que nos jodieron la vida con, el sacrificio, el futuro, la predestinación histórica y un pantalón al año, para llegar a esto…”
Para los fans del que fuera 10 años policía en La Habana, tranquilidad: sigue siendo un amante de los libros, sigue soñando con escribir esa novela parecida a las de Salinger, sigue disfrutando de la vida con las comilonas que prepara la madre de Carlos El flaco y “hablando mierda” con los amigos y sigue, aunque él no termine de comprenderlo, con la apabullante Tamara.
Padura
            FOTO: El escritor cubano entre burgueses neerlandeses del siglo XVII
El mayor mérito de la novela es que, al tiempo que disfrutamos del mejor Conde, nos muestra con crudeza y realismo lo peor de la persecución y las matanzas de judíos en el siglo XVII, una narración conseguida a partir de “una exhaustiva investigación histórica y con documentos históricos de primera mano”, en palabras del propio Padura, y nos mete de lleno en la realidad cubana, compleja y dura.
No se puede contar mucho más sin estropear la trama. Sólo decir que en la resolución de las historias, como en cada novela de Conde, como en la vida, hay una dosis de dolor y otra de esperanza. Y los protagonistas no escapan impunes. Que la disfruten.

      Seguí  el consejo de nuestras amigas y contertulias y leí la tremenda novela de Eduardo Padura. Novelón en el sentido de que presume de estructura, de arquitectura que armoniza los distintos niveles temporales, parentescos, localizaciones, biografías.... Disfrutamos de los frutos de la investigación de Padura y nos sentimos más informados y conocedores de la obra de Rubens, parece que ya podemos pasear por Amberes, casi con la misma soltura que por la Havana, conocemos detalles de la diáspora americana de ciudadanos centroeuropeos que contribuyeron a forjar la economía americana y sus dificultades de integración. Todo esto nos hace mejores, más infpormados, más conscientes, pero sólo Mario Conde nos hace sentir, incluso con sus investigaciones, ya no policiales, bibliográficas. El envejecimiento de Mario corresponde con un cambio de formato en sus relatos, lo que antes eran relatos ahora es una novela con la forma de las anteriores El hombre que amaba los perros o La novela de mi vida con amplitud temporal, distintos escenarios, información histórica pero sin Mario Conde.
Quizás hay menos Mario, más vejez, mayor visión amplia a cambio de lo impactante de la apertura a un nuevo mundo literario que nos ofreció Padura en su tetralogía que añoramos.

martes, 3 de septiembre de 2013

"Génesis" de Bernard Beckett.

Belén nos propone una novela de ciencia ficción. De acuerdo con su especialidad, la tecnología, esta novela, como ya es propio del género, nos advierte de los peligros de la tecnología sin sabiduría. Más que de los excesos de la tecnología y de la ciencia desbordada nos pretende prevenir de las consecuencias de la renuncia a la reflexión, a la crítica, a la humanidad que representa la filosofía.
        Este libro filosófico, desde el nombre de los personajes a los problemas que trata nos parecen una apología de la filosofía, sin nombres propios supone un aperitivo adecuado para estimular los estudios filosóficos con nombre propio y teorías explícita y desvergonzadamente filosóficas. En nuestro actual sistema educativo la presencia mínima de la filosofía parece garantizada, así como la posibilidad de que nuestros alumnos descubran en este libro las teorías y filósofos ya estudiados. 
      Tampoco renuncia esta novela a abordar sin sermones problemas de nuestro tiempo como las migraciones y xenofobia, el abuso de poder, la violencia, los derechos de los animales, el abuso de poder, la legitimación democrática, la educación y sus consecuencias. Todo ello mediante una reflexión filosófica que podría enriquecerse mediante la utilización de links o instrumentos parecidos que pudieran ofrecer una lectura con posibles aperturas a biografías, teorías, textos originales, que introdujeran aspectos más académicos y profesionales.


sábado, 31 de agosto de 2013

"El urinario" de Lorenzo Silva.

      Nieves me pasa este librito que fue un regalo para Wii. En apenas 125 páginas el autor nos muestra un personaje descarrilado, en decadencia, pero con todas las señales del éxito social. Parece que las elecciones que hacen posible el ascenso laboral, económico, e incluso sexual son las mismas que hacen que la vida personal caiga en una completa abulia y aboque al suicidio. 
       Entre los recursos que los escritores manejan para hacer verosímil su narración está la aparición de ésta en forma de documentos dejados por el protagonista. En este caso nos encontramos con un supuesto suicidio en que el suicida deja para el juez su confesión argumentando los motivos. En la ficción estos escritos forman parte del sumario de la investigación, pero.... puede ser que....
       En el juego de la lectura hay un pacto tácito que permite al escritor jugar con el lector....pero...¿hasta que punto se nos puede hacer creer en la ficción acciones que la propia ficción desmiente?
         ¡Qué rollo! No. Lee esta novela corta y comenta, para eso tenemos el blog, no es ningún rollo es simplemente mentira, engaño, más allá de lo que me gustaría disfrutar, por lo que lo sufro.