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La última obra de Julian Barnes. Llega 'El sentido de un final', el mejor libro publicado en español este año.
Barnes ya recordaba en su libro anterior que "vivimos conforme al recuerdo y no a la verdad". No resulta fácil entrar en este libro. Se puede además revelar su contenido con demasiada ligereza. El escritor Julian Barnes en las doscientas páginas de la última novela hasta la fecha de Julian Barnes, 'El sentido de un final' (Anagrama, 2012), se narra en primera persona la historia de la vida de Tony Webster, su incuestionable protagonista. Y se hace en dos tiempos o vueltas. En la primera parte, que ocupa más o menos la mitad del libro, Tony cuenta desde la madurez avanzada los rasgos generales de su vida desde el inicio pasando por toda la tipología habitual (colegio, amistades, noviazgos, matrimonio, divorcio y soledad final) de una existencia ordinaria. En la segunda un hecho inesperado (Tony recibe una herencia misteriosa) tiene la virtualidad inquietante de traer al presente un oscuro acontecimiento del pasado. La vida entera quedará coloreada por el tinte de la incertidumbre y los remordimientos. Todo lo que se ha acumulado en la vida será reexaminado a través de una luz nueva, primero difusa y después de una claridad y potencia insoportables. El propio Barnes recordaba en su libro anterior, 'Nada que temer' (Anagrama, 2010), que "vivimos conforme al recuerdo y no a la verdad". En 'El sentido de un final', el novelista inglés da una o varias vueltas de tuerca a esta misma verdad y lo hace con la fuerza arrasadora de la más impecable de las composiciones narrativas. Ningún otro discurso humano puede igualar la capacidad acumulativa de una verdad expresada como una historia. Esta convicción de la que Barnes parte en su última novela queda patente desde el enigmático principio en el que el narrador enumera, como recuerdos, imágenes que tienen que ver con la percepción del tiempo humano (por cierto ya en la primera línea se ve lo difícil, por no decir imposible, que es el arte de la traducción cuando Jaime Zulaika tiene que traducir "muñeca" por "wrist"; nada que objetar salvo que uno tarda muchas páginas en darse cuenta de que se trata de la parte de atrás de la mano). Leo Spitzer dijo en un artículo memorable que la enumeración moderna en literatura venía directamente del ámbito del culto, y acertaba: a partir de esa lista inicial de figuras se componen las tramas de un relato fascinante que apunta como indica claramente el título al sentido del final (del final de la vida que vivimos pero también del final de la ficción que nos contamos y que llamamos vida). También el fragmento del Diario de su amigo Adrian, el que Tony recibirá en herencia con una suma mediana de dinero, está escrito en forma de enumeración nada caótica (más bien recuerda a los parágrafos numerados del Tractatus wittgensteniano).
Hay que tener cuidado de lo que se dice en una reseña acerca de este libro. No resulta fácil entrar en él. Se puede además revelar su contenido con demasiada ligereza (siendo en él esencial lo que Buffon llamaba estilo). No conviene. Yo digo en otro plano que para mí es sin dudarlo, junto a Aire de Dylan de un Vila-Matas en estado de gracia, el mejor libro publicado en español en 2012. Noticias y rumores que apenas me interesan, el paratexto de la dedicatoria (Para Pat, la agente literaria y esposa Pat Kavanagh fallecida a finales de 2008) y la reticente distancia con la que Barnes ha abordado públicamente el sentido de un texto de semejante calado (obtuvo con todo merecimiento el Man Booker Prize) hacen pensar que se trata de una obra decisiva en la ya larga trayectoria del autor. Yo prefiero concentrarme en un aspecto lateral: en su relación indirecta pero intensa con la obra homónima de Frank Kermode, por cierto uno de los lectores más lúcidos y entusiastas de Barnes. No hay a mi juicio una sola línea del texto que no se refiera de un modo u otro a la extraordinaria meditación que sobre el tiempo y la ficción hiciese Kermode en las ya famosas lecciones que después se recogieron como libro (Gedisa, 2000). Pienso que el yo que narra y que cuenta apuesta a través de su vida mediana (ni feliz ni infeliz sino sencillamente malograda) por lo que Kermode llama una "reclusión en el tiempo". El protagonista nunca aceptará que "una disonancia lleve al descubrimiento". Prefiere la monotonía. Cabría decir, parafraseando a William Blake, que personajes como Tony Webster hacen patente que los hombres corremos sin parar en la marea del Tiempo y que "los trazos de nuestros destinos" acaban inevitablemente precipitándose al charco de la nada de la que partimos.
Louurdes nos ofrece este enlace de El cultural de el periodico El País. Muchas gracias por la colaboración generosa y habitual. La memoria y su construcción pueden ser uno de los temas fundamentales de la obra.
Louurdes nos ofrece este enlace de El cultural de el periodico El País. Muchas gracias por la colaboración generosa y habitual. La memoria y su construcción pueden ser uno de los temas fundamentales de la obra.
Ayer, 25 de octubre de 2013, nos reunimos en La Bicoca, La Laguna: Ana, Ángeles, Lourdes, Begoña, Calola, Domingo, Luis, María José y Maive. Comimos pan (frío) con tomate molido, paté y mermeladas con pan tostado, ensalada tibia de langostinos, croquetas de queso, sacos de queso con langostinos, carrillera (media ración y demasiado hecha), reno (a mi gusto muy seco), cerdo ibérico (estos platos con puré de papas), disfrutamos de estos excelentes platos, no tanto de tres postres bastante regulares, y vino tinto Valtravieso. Todo ello por 22 euros.
El lugar de encuentro, céntrico, bien iluminado y decorado, disfruta de un éxito que nos dificultó la comunicación. El ruido del resto de comensales hacía que elevásemos la voz, irritando las gargantas, y nos forzásemos en concentrarnos para escuchar. Aun así intentamos hablar de un libro en el que nuestros pareceres coincidían. La primera y larga parte del libro a algunos les pareció aburrida y ensayística , mientras, a pesar de la coincidencia de opiniones, a otros les hizo ejercitar el lápiz subrayando citas acerca del pensamiento, el paso del tiempo, los recuerdos, la reconstrucción de la historia...Lo homogéneo de las opiniones se mostró incluso en los comentarios sobre el final del libro, a pesar de los matices debido a que a unos les pareció apresurado, mientras que a otros les supuso lo más interesante de la novela por lo novelesco, precisamente. Por gustar, gustó incluso la falta de detalles y explicaciones sobre las razones de los acontecimientos, aunque creara la confusa sensación de no entenderse o de faltar algo. Esto supuso un estímulo a la imaginación activa y constructiva de los lectores.
Nos despedimos tras elegir sitio, fecha y libro para la próxima tertulia. Se optó por lo novedoso, por carecer de referencias previas, y por no haber sido leído por nadie de John Banville Antigua luz.
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