El 8 de abril de 1950 el New Yorker publicaba For Esmé-whith Love and Squalor, dos años después salía en la colección de cuentos de J.D. Salinger Nueve cuentos. En el 2015 Leonardo Padura explica, en una entrevista, la dedicatoria de uno de sus libros y el empeño de Mario Conde de escribir relatos escualidos y conmovedores. La explicación nos llevó a este cuento de Salinger y a intentar precisar el significado de la palabra traducida por el autor cubano como escualidez.
Por la misma época Boris Vian escribe El amor es ciego que se publica junto con otros cuento en la colección Lobo hombre. Carlos me lo aconseja y presta, tras disfrutarlo y reírme lo seguí pasando y generando diversión.
Tras la lectura de La oculta de Héctor Abad Faciolince, tan largo como interesante libro, y la corrección de exámenes y evaluar competencias creímos mejor aligerar la carga lectora para la siguiente tertulia, esta, así que decidimos los dos cuentos y vernos en San Sebastián 57 el día 4 de diciembre de 2015. Así lo hicimos Carolina, Domingo, Maive y María José; Lourdes se excusó en el último momento por problemas de salud, afonía. Comimos Camarones, con la cerveza, pulpo, carpaccio, manitas rellenas de trufa y nueces, y secreto. Todo ello por unos veinte euros.
La conversación sobre las obras a debatir estuvo limitada por el cansancio estacional debido a nuestra profesión, por la escasa participación y por dividirse al tratarse de dos obras breves. Aún así hablamos del chiste corrosivo de Boris Vian y la carga de profundidad que mediante la risa realiza a las convenciones burguesas y a las censuras de la moral convencional, castrante y cargante tanto en lo erótico como en lo artístico. Destacamos su humor y brevedad que tanto lo distancian de la otra ceguera de Saramago en su ensayo sobre la ceguera, aunque el propósito es común: utilizar la limitación sensorial de la vista para realizar un disección más profunda de la sociedad y los condicionantes que nos limitan en el desarrollo humano. Lo que es lo mismo: cegarnos para ver mejor. Recordamos que en el mismo volumen en que se publicó el relato también se publicó y dio título a la colección Lobo-hombre que luego sirvió de inspiración para la canción de la Unión Lobo-hombre en París. Es de agradecer la ambientación, cuidada, detallista y dosificada en lo cotidiano de París, lo que sirvió para recordar la frase de Max Ophüls: todos tenemos dos patrias París y la otra, y compartir el dolor por la violencia que esperemos se quede en un pasado, sólo para el recuerdo.
El cuento de J.D. Salinger nos sorprendió ya que sólo conocíamos al autor por su Guardian entre el centeno. Nos resultó curioso cómo dimos con el cuento vía Cuba, Padura, y cómo una obra maestra se quede en la gaveta de la desconsideración por ser un relato y por ser estimulante. La precisión del lenguaje, origen de su lectura por el término squalor, fue disfrutada por nuestras compañeras políglotas en su idioma original(al igual que el de Boris Vian). Precisión y economía ya que parece que nada sobra, es más, parece que el cuento interesante es el que construimos como lectores activos a partir de los materiales, sugerentes y bien medidos, que el autor nos ofrece. No sólo la escritura es objetivar esa pequeña parte que hace visible el autor de el enorme iceberg del que parte, el autor elige lo que escribe pero lo que no se escribe pero sustenta lo escrito es muchísimo más, sino que en el lector se produce un proceso análogo mediante el que se movilizan ideas y recuerdos para completar la mínima sugerencia de lo escrito. En resumen: que la papelera del escritor tiene muchos más folios que lo que se hace público para que el lector re-escriba en su imaginación mucho más que lo leído. Varias son las historias-ramas sugeridas que parte de un tronco-sugerencia.
Terminamos con el agotamiento de un viernes y quedamos para otro viernes en el que los acontecimientos y el interés literario nos ayudaron a la elección del siguiente libro. Libro que retrasó su presentación por coincidir con la fecha de los atentados de París y que tiene en el sistema educativo y la posibilidad que éste se inspire en valores religiosos-tradicionales su tema central. Nos referimos a Sumisión de Michel Houllebecq.
Tras la lectura de La oculta de Héctor Abad Faciolince, tan largo como interesante libro, y la corrección de exámenes y evaluar competencias creímos mejor aligerar la carga lectora para la siguiente tertulia, esta, así que decidimos los dos cuentos y vernos en San Sebastián 57 el día 4 de diciembre de 2015. Así lo hicimos Carolina, Domingo, Maive y María José; Lourdes se excusó en el último momento por problemas de salud, afonía. Comimos Camarones, con la cerveza, pulpo, carpaccio, manitas rellenas de trufa y nueces, y secreto. Todo ello por unos veinte euros.
La conversación sobre las obras a debatir estuvo limitada por el cansancio estacional debido a nuestra profesión, por la escasa participación y por dividirse al tratarse de dos obras breves. Aún así hablamos del chiste corrosivo de Boris Vian y la carga de profundidad que mediante la risa realiza a las convenciones burguesas y a las censuras de la moral convencional, castrante y cargante tanto en lo erótico como en lo artístico. Destacamos su humor y brevedad que tanto lo distancian de la otra ceguera de Saramago en su ensayo sobre la ceguera, aunque el propósito es común: utilizar la limitación sensorial de la vista para realizar un disección más profunda de la sociedad y los condicionantes que nos limitan en el desarrollo humano. Lo que es lo mismo: cegarnos para ver mejor. Recordamos que en el mismo volumen en que se publicó el relato también se publicó y dio título a la colección Lobo-hombre que luego sirvió de inspiración para la canción de la Unión Lobo-hombre en París. Es de agradecer la ambientación, cuidada, detallista y dosificada en lo cotidiano de París, lo que sirvió para recordar la frase de Max Ophüls: todos tenemos dos patrias París y la otra, y compartir el dolor por la violencia que esperemos se quede en un pasado, sólo para el recuerdo.
El cuento de J.D. Salinger nos sorprendió ya que sólo conocíamos al autor por su Guardian entre el centeno. Nos resultó curioso cómo dimos con el cuento vía Cuba, Padura, y cómo una obra maestra se quede en la gaveta de la desconsideración por ser un relato y por ser estimulante. La precisión del lenguaje, origen de su lectura por el término squalor, fue disfrutada por nuestras compañeras políglotas en su idioma original(al igual que el de Boris Vian). Precisión y economía ya que parece que nada sobra, es más, parece que el cuento interesante es el que construimos como lectores activos a partir de los materiales, sugerentes y bien medidos, que el autor nos ofrece. No sólo la escritura es objetivar esa pequeña parte que hace visible el autor de el enorme iceberg del que parte, el autor elige lo que escribe pero lo que no se escribe pero sustenta lo escrito es muchísimo más, sino que en el lector se produce un proceso análogo mediante el que se movilizan ideas y recuerdos para completar la mínima sugerencia de lo escrito. En resumen: que la papelera del escritor tiene muchos más folios que lo que se hace público para que el lector re-escriba en su imaginación mucho más que lo leído. Varias son las historias-ramas sugeridas que parte de un tronco-sugerencia.
Terminamos con el agotamiento de un viernes y quedamos para otro viernes en el que los acontecimientos y el interés literario nos ayudaron a la elección del siguiente libro. Libro que retrasó su presentación por coincidir con la fecha de los atentados de París y que tiene en el sistema educativo y la posibilidad que éste se inspire en valores religiosos-tradicionales su tema central. Nos referimos a Sumisión de Michel Houllebecq.
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