viernes, 18 de diciembre de 2015

"Del color de la leche" de Nell Leyson.

Del color de la leche - Nell Leyshon          La tertulia amiga, por boca de Covadonga, nos propone esta novela agradable de leer, pero que no renuncia al endurecimiento progresivo, ni a la tragedia, en mi opinión, innecesaria pero que algunos considerarán que aporta un interés extra a la obra. No sólo es corta sino que su lectura es muy agradecida a pesar de que el personaje de  la narradora-escritora, perfectamente justificado e integrado en la novela, acaba de aprender a leer y a escribir y no está ducha en el uso de las mayúsculas, pero por otra parte, nos ofrece la ventaja de utilizar un vocabulario preciso y economizar los recursos narrativos, así como la información ofrecida.
          El interés por su lectura se ve avalado por la decissión de los libreros de Madrid de recomendarla como mejor ñovela del 2014. Esta noticia la  publica El País junto con una larga entrevista a la autora.
    Las desigualdades económicas conllevan desigualdades culturales, incluso afectivas, pero eso no sólo no exime a nadie de responsabilidad, es más, puede que el poderío económico, cultural y afectivo funcione en forma de agravante en el ejercicio de la libertad y las mayores posibilidades de elección, y la mayor consciencia de las consecuencias de éstas, supongan una mayor responsabilidad sobre sí mismo y sobre los demás. La bondad social de las acciones pueden ocultar la hipocresía del dominio, control y utilización de los demás. El débil no sólo es explotado económicamente sino que se anula como persona por el interés del poderoso que intenta justificarse con una educación de la que sólo fructifica en el relato que leemos. La inteligencia se ve limitada a tomar consciencia de que algo no está bien, que quién no asume sus actos no está actuando bien. Lástima que esta inteligencia no tenga capacidad de acción que no sea tenida en cuenta como interlocutora válida capaz de construir al otro al tiempo que construye su historia.
           No disfruté la conclusión tácita a la que nos aboca el relato: la belleza tiene un precio que es el dolor, sin ese dolor la historia no la valoraríamos de la misma forma. Prejuicio cristiano que impregna toda la obra y que culmina con la violencia y su castigo. No creo que contribuya al enriquecimiento de la obra, ni que sea necesario el desenlace extraordinario para mantener su interés. No parece en concordancia con el tono sencillo del relato una conclusión tan efectista. Esta discordancia no parece contribuir a la empatía con el personaje y es como un grito que rompe las armonías, minúsculas, del resto del relato.


En paperblog.com nos presenta la obra con este comentario.

Del color de la leche - Nell Leyshon

Publicado el 16 diciembre 2013 por Rusta @RustaDevoradora

Edición: Sexto Piso, 2013Páginas: 176ISBN:9788415601340Precio: 16 €
Del color de la leche - Nell LeyshonDel color de la leche - Nell Leyshona veces tener memoria es una buena cosa, porque ahí está la historia de tu vida y sin ella no habría nada, pero otras veces tu memoria guarda cosas que preferirías no volver a saber nunca y, por mucho que intentes quitártelas de la cabeza, siempre vuelven. Pág.140.

Son muy pocos los libros que se pueden describir como «especiales». No (solo) me refiero a su calado, a su capacidad para convertirse en inolvidables para el lector, sino que hablo de aspectos más objetivos que permitan considerarlo una obra singular. Creo que Del color de la leche, la primera novela traducida al castellano de la dramaturga inglesa Nell Leyshon, encaja en esta definición por un motivo concreto: está narrada por una joven campesina que acaba de aprender a escribir. En la literatura histórica hay muchos personajes parecidos, pero pocas veces se presta atención a su condición de iletrados. En este caso, la escasez de conocimientos de la protagonista en materia de letras se plasma en una escritura sin mayúsculas y con una puntuación particular que prescinde de los guiones del diálogo. Lejos de dificultar la lectura, estos rasgos la convierten en una voz muy poética e íntima, con una cadencia hermosa en el uso del polisíndeton y el punto y aparte. Tal vez se puede cuestionar hasta qué punto resulta verosímil que una chica como ella sepa utilizar determinadas palabras —aunque para eso sería necesario consultar la versión original—, pero, en cualquier caso, se trata de un recurso justificado y bien empleado.La protagonista se llama Mary, tiene quince años, su pelo es del color de la leche y escribe este libro porque quiere contar algo que le ocurrió. Un año antes, en 1830, ella trabajaba de sol a sol en la granja de su familia, bajo las órdenes de un padre tirano frustrado por no haber tenido hijos varones. En aquella época, los días de Mary se regían por el ciclo de la naturaleza, los cambios en la luz del sol, las etapas de la cosecha; una recreación del ambiente rural decimonónico muy lograda. Sin embargo, su futuro dio un giro de ciento ochenta grados cuando empezó a trabajar en casa del vicario para cuidar de su esposa, que se encontraba enferma. Mary pasó de granjera a criada y, además, allí le enseñaron a leer y a escribir. No obstante, lo que parecía un paso adelante para mejorar su situación también le trajo graves consecuencias.En general, Del color de la leche es una aproximación puramente literaria a un tema que normalmente se trata en la novela histórica: las condiciones de vida de la clase humilde en el siglo XIX. Hace poco se publicó El último refugio, de Tracy Chevalier, que también relata las vivencias de una granjera en aquella época. Sin embargo, Leyshon no se conforma con contar una historia, unos hechos, una trama; su mayor baza recae en la forma, en esa lograda primera persona de Mary que hace de este libro una pieza única e inconfundible. Se produce un delicioso contraste entre la candidez de la narración de Mary —la transmite por su falta de práctica al escribir y su voluntad de contarlo todo— y la fuerte personalidad que demuestra en sus acciones. Es una chica aplicada, acostumbrada al exigente trabajo del campo; pero, a la vez, tiene la lengua afilada, le gusta parlotear y sabe ganarse a los demás. Posee esa inteligencia propia de las personas sin estudios, una inteligencia práctica y útil para los quehaceres diarios que la gente cultivada tiende a menospreciar. Durante la mayor parte de la novela, la historia transcurre de forma lógica, con una evolución interesante de la protagonista y unos secundarios bien trazados que funcionan en sus contadas apariciones (las hermanas, el abuelo, la esposa y el hijo del vicario, la otra criada). Del color de la leche es una novelabreve pero concentrada, con cada página aprovechada al máximo, por lo que resulta conveniente leerla despacio para apreciar mejor sus matices. Esta obra no solo tiene valor por lo que cuenta abiertamente sino por lo que deja entrever entre líneas, como el temple de Mary. En mi opinión, lo mejor de este libro es ella, su narradora, una chica que no se hunde en la autocompasión y sale adelante con buen humor.Por eso mismo me chirría tanto el último tramo: la autora ha cometido el error de caer en el dramatismo fácilcon un giro argumental tratado con demasiada precipitación que no me parece coherente con lo que había mostrado del carácter de Mary hasta entonces. No hay que confundir esta crítica con el deseo de que tuviera un final feliz, puesto que estoy acostumbrada a leer historias tristes y las prefiero al manido happy-ending. El problema está en el desenlace fijado aquí, la elección específica de Leyshon. Entiendo que ha querido darle un sentido simbólico(el uso de lo que le enseña quien le hace daño como arma para liberarse de ello, el contraste entre el color del pelo y la sangre), pero existen alternativas para alcanzar ese mismo objetivo de una forma más sutil. Es una lástima que una novela que había demostrado tanta personalidad la pierda en apenas cuarenta páginas por utilizar un recurso tan visto y tan incongruente con lo que había narrado antes. Incluso comete trampas innecesarias, como el detalle de la ventana.
Del color de la leche podría haber sido una buena novela, una muy buena novela. Tiene estilo propio, una protagonista encantadora y una ambientación cuidada al máximo. ¿Lo pierde todo por un mal final? No, supongo que no, pero le ha faltado la guinda del pastel para ser una historia redonda (entendamos por «guinda del pastel» el hecho de estrujarse más los sesos para buscar una solución que no caiga en la tragedia fácil). Con todo, aprecio el trabajo de Leyshon para ofrecer un libro diferente de lo común; nunca había encontrado una voz como la de Mary y la experiencia de leerla poco a poco, disfrutando de las particularidades de la prosa, me ha resultado muy gratificante.

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