lunes, 6 de mayo de 2013

"Mi padre es mujer de la limpieza" de Saphia Azzeddine.

      Tenemos escritora con libro con niño. Sí ,niño y no niña, y padre y no madre, bueno una madre paralítica. Pero padre mujer de la limpieza. Del tópico pasamos a la extrañeza. Esa es nuestra próxima lectura para el viernes 21 de junio de 2013 en el Rasoi de Santa Cruz.
    
      Fuimos puntuales a la cita. Puntuales y formales ya que desde el martes ocho compañeros de tertulia habían confirmado su asistencia que se acabó completando hasta llegar a diez. Esto supuso alegría y tranquilidad para el encargado de hacer la reserva que ve como se consolida un equipo estable que no de trabajo. Alrededor de una mesa redonda con artilugio rotativo nos reunimos el viernes 21 de junio de 2013, con puntualidad exquisita, los siguientes comensales-tertulianos: Ángeles, Begoña, Calola, Cristi, Domingo, Isabel, Luis, Lourdes, Maive y María José. Lástima de Ana que no pudo asistir y excuso su ausencia. 20 euros costó la comida con vino. De los platos recuerdo con especial salivación: cordero, verduras al curri, pollo korma, arroz pilau, cebolla muy original y curiosa....patés...con vino. El local muy agradable tenía el inconveniente de la acústica que parecía devolvernos los ruidos de todas las mesas, a pesar de que fuesen menos bulliciosas que la nuestra.
      Calola nos proporcionó el siguiente comentario que no habíamos publicado esperando a la reunión.

Saphia Azeedine

Nació es Agadir (Marruecos), pero ha residido en Ginebra y sobre todo en Francia. Es escritora actriz y directora de cine. Ha publicado las novelas Confesiones de Ala y Mi padre es mujer de la limpieza. Ambas han sido llevadas al cine. En una entrevista al periódico "La Vanguardia" afirma que desde muy pequeña su padre les repetía a ella y a su hermana que "para mirar directamente a los ojos" tendríamos que haber conseguido unos buenos estudios. Este afán de superación quedará reflejado en la novela, Mi padre es mujer de la limpieza.

Saphia Asedien, Mi padre es mujer de la limpieza.

La novela se sitúa en uno de tantos varios marginales a las afuera de París y, aunque centrada en la vida de un adolescente, da pie para presentar varios temas colaterales como el racismo, lo multicultural, las diferencias de clases sociales, el machismo, las relaciones entre adolescentes, el sexo, la telebasura... Planteado todo ello con duro realismo, no exento de fino y agudo humor, una de las claves de la novela. Centrémonos en ella.

Bajo su título se nos presenta la historia, con tintes trágicos y ácidos, pero desde la estructura de lo cómico, de un joven adolescente, Polo, a quien "su complejo" y la temprana pérdida de su inocencia de una forma sórdida, cruel y "trascendente", le lleva a narrar su vida con una lucidez, con un frescor y con una rebeldía extraordinaria y pasmosa. Se ayuda para ello de palabras incendiarias, fustigantes y escatológicas, que serán el hilo conductor de su furia, canalizada finalmente en el deseo de formar una familia estructurada, lejos del escandaloso estado de su familia de origen. Por ello admira tanto a la familia de su amigo árabe, Arwan, sobre todo, el papel conciliador y organizativo de su madre, muy en contraste con la suya, al igual que la unión y la cordialidad en el grupo familiar.

Se da en la narración -nos encontramos ante un narrador personaje- una madurez impropia de un muchacho de 14 años, pero lo acontecido en su niñez y en su devenir vital, nos muestra a un niño aún atribulado, que llega a pedir la pena de muerte ante situaciones tan execrables. Polo narra cómo adolescente aparentemente pertrechado en la férrea armadura de un hombre, de un adulto.

Llama la atención el título: Mi padre es mujer de la limpieza. Es esa una de las peores profesiones que puede tener el padre de Polo, pero aquel la acepta serenamente. La madre del joven es "fea y paralítica". Es este un hecho que no nos parece aleatorio, pues esta vive de forma absolutamente "parasitaria", de la misma manera que su hija, la cual no trabaja y quien, tras pasar por un aborto siendo muy joven, solo sueña con concursos de belleza y con llegar a ser miss. Ambas actúan como auténticas machistas. Aunque si seguimos a Marcela Lagarde, antropóloga, académica y representante del feminismo mexicano, el término que se debería usar es el de "hembrismo". Una equivalencia al machismo, pero llevada a cabo por las mujeres. Y es ese el que se da en la novela. No se observa en ningún momento un apoyo, un sesgo de ayuda; todo lo contrario, madre e hija viven perdidas en un limbo egoísta absoluto, lindante con el más desparpajo de los descaros.

Es pues sobre ese hombre-mujer de la limpieza, quien ni siquiera tiene nombre en la novela - quizás su anonimato ahonde en su abnegación-, sobre quien recae todo el peso del hogar y del trabajo fuera de este. Solo cuenta con la ayuda esporádica de Polo, cuyo lugar preferido en la rotación de la limpieza de su padre es la biblioteca, pues allí se encuentra "con las palabras". Las palabras de la biblioteca le salvarán y no será un gañán más.

Asimismo las palabras lo acercan a Priscilla, amiga y compañera de clase, ["A Priscilla le chiflan las palabras que encuentro en los libros, así que oriento toda nuestras conversaciones para que tomen el curso de lo que he leído previamente [...] Y qué más da, por mucho que los tíos buenos se acerquen a Priscilla, ninguno le citará a Montaigne. Se harán los chulitos , como mucho, y solo conseguirán impresionarse a sí mismos. Mientras que yo estoy seguro de que algún día le gustaré con Montaigne..."p.61.] Surge el Polo perdidamente enamorado, pero ese amor no será correspondido por mucho que lo busque; será su gran desilusión, una espina llamada Priscilla, aunque algo logrará ["Al menos no cejaré en mi empeño de distinguirme de los demás y encontrar ese algo que me haga diferente. Para destacar. Por la única, la sin par Priscilla, mi dueña y señora" p.60] (El subrayado es nuestro)

Vemos pues, que el protagonista tiene un afán desmedido por aprender, y que su padre también se esfuerza en ello, pues quiere que "pueda mirar el cielo y no como él, quien sólo ha visto desde siempre el suelo". Se establece con ello lo que nos parece uno de los temas y momentos más hermosos de la novela, la complicidad entre padre e hijo, el ansía de superación de ambos. El uno para el hijo, para el que llega a ahorrar céntimo a céntimo una pequeña fortuna que Polo no duda en dilapidar, aunque también a compartir con los suyos, y el otro para sí mismo. Polo, amante del saber porque reconoce que es el único camino de superación, incluso de traumas, rechaza la ignorancia de los suyos, la forma de hablar de su familia, sobre todo la de su padre, sus chistes fáciles,... aún así lo quiere ["Quiero a mi padre pero me cuesta admirarlo" p.24] y reconoce el esfuerzo y la nobleza de éste, incluso la claridad de plantear las cosas frente a los otros padres en la reunión de la escuela. Al final, en una carta le comunica lo que quiere hacer [¡"No te puedes imaginar todo lo que he visto hoy.!"Esto es un paraíso [...] Ah, por cierto, ya sé lo que quiero ser...Un beso. Polo"p.176.]

Conviene, finalmente, detenerse en esos tres puntos sucesivos, pues con ellos da un salto la historia. De Polo, se pasa a Paul, el hombre adulto con una familia organizada y un bienestar económico. Nos parece un salto, quizá, muy abrupto en el acontecer de la novela.

No obstante, es, al mismo tiempo, el mejor artificio de la misma. El hijo de Paul escribe que su padre es azafata; este le corrige y le dice que él es auxiliar de vuelo ["El auxiliar de vuelo hace lo mismo que una azafata, servimos la comida, nos ocupamos de los pasajeros del avión, ordenamos, limpiamos la cocina ..."p.180]. El hijo, con toda su espontaneidad, le responde con lo que será el fin de la novela ["_Ah sí... Vamos que haces la limpieza pero en el aire, ¿no papá?" p.180.]

El Polo emprendedor consiguió su afán. Paul vuelve a sus orígenes y a reencontrase, triunfador, con su padre, aunque desde el cielo.

Melusina Cronopios.

La Laguna 2 de mayo de 2013.

     Tras releer el comentario de Calola más lo valoro y disfruto. Espero que continues con tus precisos comentarios y cites de forma tan apropiada la obra que se hace mejor tras tu lectura. Tu observaciones sosegadas contrastan con la visceral reacción inicial que parece que causa la novela. Una compañera la consideró soez e insultante y dejó la lectura tras algún comentario sobre una enfermedad del protagonista. Otros consideran que es un ejercicio sorprendente de perspectiva y lenguaje que nos hace ver la sociedad de una forma diferente e intensa. La reacción menos numerosa es la templada en que la que se nos dice que ni fu ni fa, que se queda en una anécdota que no deja poso.
     Durante la cena la opinión de Lourdes destacó por su rotundidad: no le gustó por parecerle falsa la pretensión de ponerse en la perspectiva del adolescente, por superficial y, sobretodo, por considerar que fracasó, quedando en mera sugerencia, el prometido juego con el lenguaje a través del descubrimiento de palabras en las bibliotecas. Esto último es compartiendo por Domingo, aunque disfrutando de la lectura y respetando el derecho de la autora a escribir su novela y por lo tanto a abrir, cerrar, sugerir...caminos que se concreten o no.  A Isabel también le gustó y disfrutó de su lectura, lo mismo a que a Begoña que le pareció una obra directa y didáctica ya parece pretender enseñarnos algo, en algunos casos con sugerencia poéticas como lo quiero pero no lo admiro mostrando gran sensatez y la posibilidad de identificarnos con el personaje. Destaca también Begoña las sugerencias eróticas como los sueños con la azafata que nos llevarían a la constante alusión a las alturas. También Ángeles nos dijo que se rió mucho al principio, pero que no se consolida ese tono humorístico, salvo con algunas anécdotas  como el supuesto cáncer para mejorar las notas. Para Luis, que esta vez no se empolló tanto el libro, le produce rechazo la visión de adolescente, aunque creemos que, más bien, se trata de los recuerdos de un adulto de su vida de adolescente. En cambio, Calola, como demuestra en el comentario, sí se la estudió y, con sus comentarios, aumentó el nivel del debate. En este sentido creo que es interesante el sufrimiento del amor que se muestra a través de Priscila y que le dejó su raja y el dolor de su vida. Un elemento que generó verdaderamente curiosidad y debate fue el trato sexual que el protagonista sufrió de su tío: unos lo interpretaron como un ejemplo más del ambiente embrutecido y violento, otros como que el protagonista no le dio más importancia que a cualquier otra de sus circunstancias vitales, otros que se reprimió ese recuerdo para evitar que aflorara en la cotidianeidad de Polo. En cualquiera de los casos fue interesante e intrigante como se muestra este episodio que, pese a su importancia, apenas se nos describe de dos formas una con la escena de la violación y otra nombrando, apenas nombrando, una felación. La altura como metáfora aparece reiteradamente para describir la consideración social: estudia para poder mirar al nivel de los ojos, el progreso social se muestra con el trabajo aéreo frente al trabajo terrestre, y la pobreza económica como las descripciones a nive del suelo y a cuatro patas. Calola, en su comentario, sugiere el hembrismo en tanto que los personajes masculinos tienen una dignidad de la que adolezcan las mujeres que ya se han rendido ante las dificultades.
     Gustando o disgustando parece que concidimos en haber leído un libro ligero pero con varias capas de lectura que permiten profundizar en algunos temas como la inmigración, las desigualdades, la injusticia en el acceso a la educación, las diferencias de género, de forma que colabora en la reflexión sobre un a sociedad más compleja. Lo que puede ser una queja: las promesas inc
umplidas en forma de vías que no se terminan de explorar, puede ser una sugerencia a la participación del lector una reflexión colectiva que supere la mera lectura individual. Ejercicio que hemos realizado con gusto y buena compañía.