viernes, 5 de julio de 2013

Mario Conde no sólo es el que creímos que era.

     Cuando temía haber perdido el gusto por la lectura, no es que no la disfrutara, sino que no me emocionaba ni me conmovía, simplemente leía mecánicamente e interiorizaba unas historias que no me modificaban, Pilar me deja una novelita policiaca ¿cubana?. Lo que parecía un exótico entretenimiento para las esperas se convirtió en una tremenda sorpresa ¿Qué palabra sobra? ¿Cómo lo pondría yo?....Unas preguntas que surgían de la admiración por una prosa energética, fluída, traslúcida y a la vez brillante, sin renunciar al juego y a la sorpresa, que me permite identificarme con un policía cubano con el que comparto emociones.
       A Nieves la distancia la trama policiaca. ¡Hay trama policiaca! de la que ni me acuerdo. Pero disfruta, como yo, de la descripción de las relaciones personales y de la evocación del pasado, del tiempo perdido, de cómo la vida se nos escapa tras reflexiones religiosas, el personaje hizo la primera comunión, climatológicas, el tiempo meteorológico y la sucesión de momentos parece encuadra las historias., pero por encima de todo: el amor. La amistad como la forma de amor que nos une al pasado y nos define para afrontar un futuro. El sexo como amor siempre en busca de una satisfacción que por incompleta provoca motivación. Todo esto en un contexto social, económico, político....que se nos presenta como telón, decorado, pero que es mucho más: la realidad que las acciones de los personajes construyen, que nuestras acciones construyen, de forma cíclica para volver a donde somos, el territorio de nuestras emociones compartidas.

La  editorial Tusquets nos ofrece una breve nota biográfica:
Leonardo Padura nació en La Habana en 1955. Licenciado en filología por la universidad de esta ciudad, ha trabajado como guionista, periodista y crítico. Es autor de las novelas La novela de mi vida, en torno a la figura del poeta José María Heredia, y El hombre que amaba a los perros, un éxito de repercusión internacional en el que reconstruye las vidas de Trotsky y Ramón Mercader. Ha logrado el reconocimiento sobre todo por la serie de novelas policiacas protagonizadas por el detective Mario Conde: Pasado perfecto; Vientos de cuaresma; Máscaras; Paisaje de otoño; Adiós, Hemingway y La neblina del ayer, traducidas a numerosos idiomas y merecedoras de premios como el Café Gijón 1995, el Premio Hammett 1997, 1998 y 2005, el Premio de las Islas 2000, en Francia, y el Brigada 21. A ellas se suma la séptima novela de la serie, La cola de la serpiente, donde los lectores volverán a respirar el aire familiar del círculo de amigos de Mario Conde, los tragos y las sobremesas desenfadadas para soportar la escasez, además de las mujeres y los peligros en los que se ve envuelto el detective cubano.

Novelas en las que figura Mario Conde:

Tetralogía Cuatro estaciones. Las novelas que la conforman están ambientadas en las distintas estaciones del año

      Pasado perfecto, EDUG, Dirección de Publicaciones, Universidad de Guadalajara, 1991
      Vientos de cuaresma, Ediciones Unión, La Habana, 1994
      Máscaras, Unión de Escritores y Artistas de Cuba; Tusquets, ambas ediciones en 1997
      Paisaje de otoño, Tusquets, 1998

   Adiós Hemingway, Ediciones Unión, La Habana, 2001; junto con la noveleta La cola de la serpiente, escrita en 1998(Tusquets sacó Adiós Hemingway en 2006). La cola de la serpiente fue incialmente un relato basado en un hecho real que el autor retoca para ser publicado posteriormente (2011) de forma autónoma y corregida como de la serie Mario Conde. Esto nos explica el propio Leonardo Padura.
    La neblina del ayer, Ediciones Unión, La Habana, 2005 (Tusquets, 2009)
    La cola de la serpiente, versión corregida; Tusquets, 2011. Herejes, Tusquets, 2013.
    Herejes, Tusquets, 2013.

Por lo pronto me he leído Vientos de cuaresma que es el que me dejó Pilar, le pasé a Nieves y propuse para la tertulia del Magallanes. En esta novela se plantea la muerte de una profesora de instituto, liceo, lo que nos va a introducir en nuestra vida profesional, pero en Cuba. Luego me leí Pasado perfecto en el que se describe la vida política y administración pública cubana. Estos días me leo Máscaras donde describe la actividad cultural cubana. Pero, insisto: lo que menos me importa es la trama policiaca, es más, creo que es mucho más significativa la vida amorosa del protagonista, pero para ordenar la serie me parece un criterio menos confuso aludir a la trama de la investigación.  
     Me parece interesante resaltar que aunque la cronología de la serie es la que he enumerado no se siguen unas a otras en el tiempo. La mayoría de los personajes son comunes a todas las obras de la serie, referidos al ámbito laboral, instituto, amigos, infancia, barrio, etc., pero se presentan con sus características principales y biografía en cada una de las novelas dependiendo de su papel en la trama. Se puede leer cada una de las novelas de forma independiente y disfrutarlas en su relación unas con otras, pero no es imprescindible.
     No sólo el calor del verano, tan bien descrito como estado de ánimo por Padura, me trae a la memoria a Il tuffatore obra que se encuentra en Paestun en la Campania italiana. Esta pintura, única en el arte griego, parece inspirada en otra más antigua de origen etrusco. La inevitabilidad de la muerte, la fugacidad del tiempo, la añoranza de un soporte estable ya abandonado por las decisiones, por la vida, parece representada en este saltador que puede que para huir de una muerte por naufragio se lance a otra. Decisiones propias pero que conducen a un mismo final. Puede ser que vivir no sea más que eso decidir y no poder volver sobre esas decisiones sabiendo cuál es el final. El Conde bien que nos lo muestra en estas novelas.
     Isabel nos comunica a través del WhatsApp que se acaba de leer Pasado perfecto y que comienza Vientos de cuaresma. No sólo eso sino que le gusta la lectura por como refleja los problemas y dificultades de la vida en la que, sin juzgar, refleja la Habana en toda su complejidad. La nostalgia, según Isabel, no es gratuita sino que alimenta la reflexión. Reflexión como la que se nos presentó en la tertulia del Magallanes acerca de la justificación de los narradores y perspectivas en El café de la juventud perdida. En esa tertulia mostré mi desconcierto porque se nos contaba una historia desde cuatro perspectivas, en primera persona, pero no se justificaba un contexto en el que se explicara por qué y a raíz de qué se contaba esa historia. En el caso de la serie, no premeditada como tal, Mario Conde nos narra un  narrador omnisciente, o casi, que nombra al personaje principal por su nombre y que, en  ocasiones los monólogos o pensamientos son tan intensos y extensos que parece tornarse la narración en una primera persona más próxima. Esto no sólo sucede con el protagonista sino que, principalmente a partir de Máscaras, personajes no permanentes en la serie asumen tal protagonismo narrador que se adueñan del relato convirtiendo páginas y páginas en primera persona con la variación en el estilo que esto supone.
     Aprovechando los piropos de Isabel hacia las novelas de Mario Conde me gustaría utilizar este blog para lo que inicialmente fue concebido: poner negro sobre blanco clarificador las confusas emociones que provoca una obra literaria. De esta forma evitamos que el paso del tiempo nuble, aún más, nuestros recuerdos y nos vivifiquemos compartiendo a través de la lectura.
     La serie, no pretendida, comienza con Pasado perfecto mostrándonos a este grupo de zombis habaneros que, como todos, sobreviven apuntalándose unos a otros con el cimiento de los vínculos creados en el pre, liceo o instituto. La idealizada Tamara elige bien sustituyendo al romántico Mario por un práctico arribista que termina desapareciendo para que averigüe, veinte años después, el teniente Mario Conde y pueda recobrar el tiempo perdido, o ¿ya está definitivamente perdido? La particular política cubana se nos muestra, así como las distintas motivaciones de los personajes en un invierno tropical. 
     Continúa, a pesar de las intenciones iniciales de Leonardo Padura de hacer sólo una novela, el teniente Mario Conde en la policia de investigación cubana para en la primavera con el Viento de cuaresma predominante, descubrir lo que le sucede a una joven profesora de liceo que es encontrada muerta después de hacer el amor, no violación. Esto no sólo sirve para recordar la época del pre, también para mostrarnos  el ambiente laboral y personal de los institutos cubanos. En esta novela el teniente vive una gozosa aventura erótica con una mujer de la que se enamora.
     En Máscaras un travestí aparece muerto por estrangulamiento sin resistencia en un parque de la Habana cerca del río. El mundo cultural cubano con sus prebendas y censuras se explica, en primera persona, por unos personajes que enseñan a Mario qué es la homosexualidad. En una de esas fiestas informativas del ambiente gay habanero Mario conoce a una muchacha con la que compartirá placeres sexuales. El calor del verano comienza la narración.
     La llegada de un huracán inicia Paisaje de otoño el libro que cerraría el ciclo de un año en la vida de Mario Conde a través de las cuatro estaciones. La destrucción y muerte que se avecinan conviven con la aparición de un cadáver, castrado despueso de muerto. Este es el último caso de nuestro teniente que presenta su renuncia debido a las purgas y corrupción en la policía para dedicarse a escribir relatos escuetos y conmovedores, como Pasado perfecto. De esta forma se justifica la narración que supuestamente hace nuestro protagonista de sus aventuras, pero sin utilizar la primera persona, salvo en ocasiones especialmente íntimas o intensas. Su 36 cumpleaños coincide con la noticia de que uno de sus amigos se marcha y la presencia de Tamara mostrándole su soledad, o reflejando su soledad.
      Tras lograr zafarse de su trabajo como policía Mario recuerda cuando, de niño, vio a Hemingway en Adiós Hemingway. El retorno, provisional, a las labores de investigación le permitirán rendir cuentas con la figura de Hemingway en relación con su producción literaria, escueta y conmovedora, y su nuevo trabajo de compraventa de libros usados. Las relaciones con sus amigos continúan con la ausencia siempre presente del que se marchó a Estados Unidos.
         En La neblina del ayer disfrutamos de una novela-disco con cara A y cara B. Mario ya no es policía y se dedica de lleno al negocio de los libros usados, encuentra una antigua biblioteca en forzosa venta por las necesidades del periodo especial. Un nuevo personaje aumenta la lista de los amigos del Conde, el palomo relacionado con los nuevos negocios cubanos en forma de buscavidas. El catalogar y vender la biblioteca permiten a Padura hacer un repaso de la historia cubana, especialmente de la bibliográfica, y a Conde lo aproxima a la vertiente sentimental de su padre que él desconocía, junto con la historia musical de cuba. Estos negocios nos permiten ver un Mario rico reciente que vuelca sus dineros en sus amigos y le sirve para seguir con cierta contigüidad con sus relaciones con Tamara.
          La cola de la serpiente surge de una investigación periodística que se concreta en un relato homenaje a los chinos de cuba, para continuar editándose junto con Adios Heminway  y terminar siendo un libro autónomo pero con referencias, habituales, a las otras novelas de la serie remarcadas, en esta edición separada, con cinco notas a pie de página. Volvemos a encontrarnos a Mario con 35 años y de policía. Su compañera, hija de un chino y de una negra, le pide el favor, bastante bien recompensado, de que colabore en la investigación de la aparente muerte ritual de un chino. En esta novela, en la que se relatan las pretéritas aventuras amoroso-sexuales de Mario, intenta normalizar su relación con Tamara tras la vuelta de ésta de la larga visita a su hermana gemela en Italia. Se insiste en los paraísos alcohólicos de Mario en forma de bar con disponibilidad de ron.
        
      Continuaremos.....eso deseamos y que sea pronto ya que en septiembre se anuncia la publicación de Herejes.
        Claro que seguimos porque ya estamos leyendo Herejes última, salió el 3 de septiembre de 2013, en digital algunos días antes. En este ocasión un Mario Conde Mayor, 54 años, lo conocemos ya viejo con 35 años, investiga en una trama en tres tiempo: siglo XVIII, principios de la Segunda Guerra Mundial y la actualidad cubana. Los judíos y sus sufrimientos hacen de esta novela un homenaje, como en otra fue a los chinos emigrantes, al sufrimiento y tesón en una investigación histórica minuciosa y amena.
             

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