martes, 25 de octubre de 2011

Rosa Montero.








Agradezco a Bego el placer de disfrutar por primera vez de la lectura en un soporte que no es papel. Esto es especialmente significativo cuando se trata, comoes el caso de Lágrimas en la lluvia (Seix Barral 2011),de una novela de ciencia ficción. Ciencia ficción detectivesca. Lo de los géneros cada vez está más claro que son intersecciones. O McGuffin para lograr otros objetivos. En este caso el ejercitar la reflexión sobre el sentir. Sentir la fugacidad de la vida y el paso del tiempo, de la caducidad. De la artificialidad o no de los sentimientos. De la organización política al servicio de unos, de otros, ¿de todos?. De las aparentes puertas a la eternidad, los grandes relatos. De la rendija de la eternidad, la inmensidad del amor.








Ciencia ¿ficción?





Realismo garbancero. Valle Inclán acertó plenamente. Intentando insultar lo que consideraba chabacanería de Don Benito logró, sin pretenderlo, un apetitoso calificativo de lo que sería el realismo y el cercano naturalismo. Ser capaz de transmitir los olores, sabores, vida de los que nunca habían salido en la letra impresa, menos aun en las novelas. Realismo con lupa que exagera las características de una sociedad en cambio con una trama que engancha y unos personajes que, a pesar de lo disparatados y exagerados, se acercan a nosotros en sus inquietudes. Eso es Te trataré como a una reina (Seix Barral 1983). Cuando pienso en Almódovar, en la ebullición de la transición, en la diversión hiperbólica que anestesia momentáneamente la tragedia de la vida, de la muerte, de la enfermedad, del dolor....única faro en el desconcierto: el amor, la amistad, los afectos que nos hacen eternizarnos a través del deseo y del placer compartido y por siempre recordado y por tanto vivido, revivido.





Pero no hay ingenuidad ni ignorancia. Sabemos que la biología se impone inexorable derrotando hasta nuestra identidad. Así nos explica Rosa como la enfermedad a través de lo más nosotros nuestro cerebro es capaz de destruir, no de derrotar (Hemingway) nuestra identidad. Temblor (Seix Barral siendo su primera edición en 1990) todavía me tiene agarrotado por haber vivido esa experiencia a través de su protagonista femenina. No quiero recordar el sudor frío y el temblor producto de la somatización solidaria que nos producía la lectura de una obra de introspección casi médica.




El mismo tema, los mismos temas pero en el Madrid del S.XXII o XIX de Galdós. Da igual, da lo mismo. La angustia del ser humano, el dolor ante la injusticia, el miedo a la muerte, la pretensión de inmortalidad, amor, es idéntica como idéntico es el dolor del replicante de Blade Runner homenajeado. Como el olor del cocido sigue manteniéndose no sólo en los pucheros sino en los dispensadores automáticos de comida. Los garbanzos son sabrosos pero están duros a leña o a microhondas.
Hasta que se pierdan como lágrimas en la lluvia.


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