jueves, 20 de octubre de 2011

Luis Sepúlveda



Hace mucho tiempo que leí Un viejo que leía novelas de amor editado por Tusquets en 1989 y 2009. Una historia que con una ambientación selvática y exhuberante nos reforzaba en los valores originarios de la tierra y en lo destructivo de la comercialización, ahora se llama globalización. Disfruté de la lectura y me imaginé a mis alumnos haciéndolo también.



Al comentárselo a Carlos me dijo que había estado cenando con el autor. Me sorprendió y empecé a leer Patagonia Express Tusquets 1995 y 2001 que empieza con Luis Sepúlveda en Lanzarote. Empieza porque es un libro de viajes, azarosos o no, porque el destino no es otro que descubrir una parte de uno mismo que no teníamos claro que formaba parte de nosotros. Como todo libro de viajes, el trayecto no es sino la excusa para en el inevitable tira pa´lante no sólo descubramos el mundo sino también a nosotros mismos. El trayecto, como nos recordara Cavafis es el destino y ojala el viaje sea largo. Lo curioso es como ese viaje se convierte en propio y nos llenamos una emoción que nos era ajena antes de la lectura.



OJO: libro de viajes no significa que se renuncie a la literatura. Tenemos un ejemplo de palabras floridas enlazadas entre sí de forma ágil y dinámica creando una trama capaz de dar sentido a multitud de historias aparentemente dispersas.




Lástima: Bego me comenta que no pudo acabar Patagonia Express por aburrimiento. También considera que el carácter autobiográfico no colabora para interesar al lector. Me gustaría que no fuese autobiográfico, pero eso lo sabrá Luis y sus cercanos. No pienso investigar qué es histórico y qué no. Confío en que la ambientación esté documentada y los hechos narrados de la historia oficial sean desgraciadamente ciertos. Pero lo que me parece que hace interesante la obra es la renuncia al grito, al eslogan, a los grandes personajes y situaciones para partiendo de una realidad humilde trazar un mapa de la humanidad que no se queda en el cono sur de América sino que se proyecta en la globalización que no tiene que ser sólo comercial. Me emociona que se pueda susurrar al oído una historia que ni siquiera remarca los temas sino que los encuentras como en un viaje.

Espero que en el viaje que supone este blog me tropiece en algún con la colaboración de Bego.

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