Lourdes me pasó un libro que no se llegó a terminar. Hecho insólito al que espero que le ponga remedio pronto.
La entiendo porque el comienzo de esta novela crea una sensación de incomprensión, de que se te escapa la historia, sensaciones que se confirmar a lo largo de la lectura. Pero, a cambio, nos ofrece un mundo que, en apariencia, es muy distinto al que compartimos pero en el que viajamos. Viajamos porque es un libro de viaje. Se nos describe un trayecto de varios días en coche a lo largo de la costa sur Islandia, de oeste a este y ¿regreso?. Un viaje es una aventura y la aventura se caracteriza por lo impredecible, por perder la sensación de control, eso es esta novela y la vida. Nos sentimos sin norte, la brújula siempre está presente, buscando asideros que la lluvia nos mueve y se nos busca como referencias y estabilidad que poco podemos aportar. Insatisfacción permanente contra la que no podemos luchar sino hacer nuestra como el componente que nos impulsa. No sabemos muy bien a dónde.
Espero compartir con Lourdes los comentarios sobre esta obra que no es ni busca la redondez ni la perfección.
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