domingo, 10 de junio de 2012

Luis y Bego proponen leer a Philip Roth.

Begoña no sólo lamenta no haber ido a la tertulia sino que nos propone para leer el siguiente artículo de opnión. En la tertulia Luis propuso "Némesis", Begoña tiene buenas referencias de "Pastoral américana" por lo que nos proponen su lectura para próximas tertulias. En este artículo el autor relaciona a Rth con Bradbury, autor del que comentaremos "Farenheit 451".

OPINIÓN
Roth y Bradbury

DANIEL MARTÍN

Hace trece años decidí leerme “Pastoral americana”, que acababa de ganar el premio Pulitzer. Fue mi primer contacto con Philip Roth. Pocas veces me ha costado tanto leer un libro. De impecable factura narrativa, cada página, empero, supuso una especie de Tourmalet lector, un supremo esfuerzo por avanzar hasta el final y así poder concluir una obra que me dejó con una sensación de agotamiento físico y vacío emocional. Tenía la impresión de haberme perdido algo para comprender la grandeza de una novela considerada como una de las cien mejores de la historia.

Mucho antes había dado con las “Crónicas marcianas” de Ray Bradbury, un festín lector que devoré en un par de días. En ellas encontré, junto a una ciencia ficción tremendamente adelantada a su tiempo, mucha más verdad que en obras más celebradas por crítica y galardones. Inmediatamente después leí “Farenheit 451″, espléndida distopía –la más memorable de su tiempo junto a “1984″ de George Orwell y “Un mundo feliz” de Aldous Huxley – que presenta un mundo sin libros dominado por una dictadura intelectual que mantiene al pueblo engañado mediante la propaganda y la mala educación, algo no tan lejano a lo que nos ocurre ahora.

Philip Roth acaba de ser premiado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Un honor que hace más por el premio que por el premiado, santón reconocido por los grandes gurús de la cultura posmoderna. Ray Bradbury ha muerto sin que se le hayan reconocido sus méritos como genio creador e innovador. Sus libros son tan poco leídos como los de Roth, pero eso no es necesariamente considerado malo por aquellos que no le consideran una lectura recomendable. Quizás porque es ligero, fácilmente entendible y tan peligroso como su colega “asturiano”.

He vuelto en numerosas ocasiones a Roth. Más que por devoción, por sentirme obligado. Es tan famoso, se le alaba tanto… Pero nunca he conseguido quitarme la sensación de estar perdiéndome algo. ¿Por qué es tan grande? Sus obras, como las de Don DeLillo o Thomas Pynchon, están concebidas desde la grandilocuencia, como si cada una de ellas aspirase a la calificación de “gran novela americana”. Todo es demasiado serio, premeditado, pesado, oscuro… Y no puedo evitar pensar que es un simple escritor provinciano, alzado a la gloria por los que no gustan de leer.

Cuando he vuelto a Ray Bradbury, por el contrario, siempre he sentido un placer indescriptible, ese que acompaña a la buena literatura que además se deja leer con facilidad al tiempo que hace pensar. Quizás no conscientes de su propia grandeza, sus libros crean afición, emoción, adicción. Y quizás por eso no goce del privilegio de los culturetas que odian la lectura.

La casualidad ha querido que Bradbury haya fallecido casi al mismo tiempo que Roth haya sido premiado en Oviedo. Gran ironía. Volveré a leer a Roth, a ver si termino de cogerle el punto que se me escapa. Y, cada vez que termine uno de sus libros, cogeré otro de Bradbury para recuperar el gusto por la lectura. Afortunadamente, hay de todo en estos tiempos que corren.


Haré lo mismo.

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