Gracias a Jeny aprendí que hay dioses en Alabama, en concreto hay uno que no se puede nombrar en vano sin ensuciarte la boca. Un dios que se expresa en forma de culpa y con el que puedes establecer pactos y negociaciones. El estado con menos católicos de la unión es posiblemente el más religioso, violento y naturalmente racista. El sur de lo que ellos llaman América se expresa en forma de culpa en una historia en que la trama se desenvuelve mediante la dosificación de información y sorpresas propias del género detectivesco.
Todo eso contribuye a la lectura fluida y curiosa mediante la que aprendemos como se desarrollan las relaciones personales: amistad, sexo, grupo de compañeros de estudio o de trabajo, mascotas; relaciones en un paisaje visto a través de las ventanillas del coche en el que subyace una violencia que desvirtúa la manifestación de los afectos pero éstos tienen la fuerza silenciosa que los hace invencibles.
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