sábado, 11 de febrero de 2012

"El año de Saeko" de Kyoichi Katayama.




Ya es habitual que Jose me sorprenda por mi cumpleaños con un regalo que abre mis gustos a lo que no se me había ocurrido explorar. Normalmente suelen ser libros de no ficción lo que agradezco especialmente ya que no los suelo buscar por propia iniciativa.



Cuando no se sabe qué decir, lo mejor es callarse. Mejor dejar hablar a quien quiera hacerlo y llevarle la contraria. Todo esto me ocurrió con la inquietante Saeko. Ascen me salvó de tener que llevar una incómoda iniciativa ya que se prestó, involuntariamente, a hacerlo por mí.



Compartiendo el placer de leer, se multiplica cuando lo que también compartimos el gusto de hablar de lo leído sin extenuarnos en batallas, me comentó que le resultaba molesto el no tener una información de las razones de las actuaciones de los personajes. Esto, consideraba, la ponían en una posición de juguete en manos del autor que la maneja a lo largo de la novela dejándole las migajas de la información, nunca completa. Estando yo plenamente de acuerdo no me quedó más remedio que llevarle la contraria y se me ocurrió argumentarle que esa era precisamente la gracia de la novela: el que el lector tenga un papel activo de recreador de la trama, aunque fuese a base de suposiciones que luego tendría que eliminar.



En esta novela Saeko y su marido nos hacen participes de su historia a lo largo de un año. Remarcado el paso del tiempo por las estaciones con su climatología. Al tiempo que nos ubica en un ciclo mas largo que es su biografía y como se pierde el control racional sobre ella.



Un elemento interesante que puede ser utilizado para introducirnos en la cultura japonesa es el uso de los alimentos como recurso narrativo. Me recordó a Vázquez Montalban en su Carbalho. Las distinta comidas del día van evolucionando, involucionando, desde sofisticadas producciones artísticas de cuadros en las cajas del almuerzo hasta la compra de la más barata de las manufacturas culinarias japonesas. No nos ofrece las recetas, lo dejará para un trabajo posterior, pero el traductor, a pié de página, nos expone brevemente sus ingredientes.



La dosificación de la información genera incertidumbre que puede considerarse engañosa o que contribuye a la trama. Lo mismo ocurre con los juegos y la utilización de literatura japonesa que, o reconsideramos estimulante, o inaccesible desde nuestros esquemas occidentales. Lo que sí me parece un acierto por su dosificación en forma de aliño y no de indigesta guarnición son las reflexiones teóricas y espirituales. De forma que tanto los aspectos de la psicología de los personajes como sus motivaciones los tenemos que rellenar los lectores ya que el autor los deja en blanco. Esto que molesta a Ascen y al que esto escribe también crea la necesidad de reescribir mentalmente lo que suponemos que piensan los personajes. Esta invitación a la actividad también lo es a quedarte con un gusto extraño que estimula el apetito a leer otras obras como Un grito de amor desde el centro del mundo.

Vídeo: RATA QUEMA CASA ! Libro: "El Año de Saeko". Autor: Kyoichi Katayama. Editorial Alfaguara.


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