domingo, 13 de mayo de 2012

"Diario de invierno" de Paul Auster.

El destilador cultural nos presenta la lectura de la que hablamos ayer.

Diario de invierno – Paul Auster.
Por Jose Luis Muñoz– marzo 20, 2012.
Publicado en: Literatura, Reseña
Es un lugar común que todo autor acaba hablando de si mismo en sus novelas, consciente o inconscientemente. La mayoría de las veces lo hace impostando la voz a través de heterónimos bajo los que se oculta; otras, sencillamente, se define en sus contrarios, en los personajes más opuestos a él mismo.
Diario de invierno, la última novela de Paul Auster, es descaradamente biográfica y nace de una necesidad del autor de contarse a si mismo y, de paso, a sus lectores, en una etapa de su vida, los 64 años, en la que por primera vez experimenta la angustia de sentirse mayor y de que el tiempo fluye a mayor velocidad de lo deseado.
Entonces es cuando empiezas a aullar. Ahora eres de piedra, y mientra yaces en el suelo, rígido, la boca abierta, incapaz de moverte y pensar, gritas de terror mientras esperas que tu cuerpo se ahogue en las profundas y negras aguas de la muerte.
La muerte, el miedo y la enfermedad, la progresión del deterioro del cuerpo, centran esta novela del autor norteamericano. Con un punto de vista original y que crea en el lector una absoluta sensación de sinceridad, una segunda persona del singular, Auster se desnuda ante si mismo y se interroga contantemente a lo largo de 243 páginas de confesiones íntimas que expone a la curiosidad del lector con una desinhibición total.
Purgaciones. Te ocurrió una vez, a los veinte años, y una fue más que suficiente. Una baba viscosa y verduzca rezumándote por la punta de la picha, la sensación de que te habían metido un alfiler por la uretra.
Las relaciones con sus padres, sus escarceos inocentes con chicas, las peleas de patio, las primeras experiencias sexuales con prostitutas (maravillosa su relación con Sandra, la prostituta que recita a Baudelaire y de quien se enamora que podría dar lugar a una maravillosa novela sentimental), sus enfermedades venéreas, sus sucesivas relaciones y matrimonios, su esposa a la que sigue adorando y para la que tiene siempre emotivas palabras de amor.
Esta mañana, te despiertas en la penumbra de otro amanecer de enero, con una luz difuminada, grisácea, penetrando en el dormitorio, y ahí está el rostro de tu mujer vuelto hacia ti, los ojos cerrados, aun profundamente dormida, las mantas subidas hasta el cuello, asomando únicamente la cabeza, y te maravilla lo preciosa que está, lo joven que parece, incluso ahora, treinta años después de la primera vez que te acostaste con ella, al cabo de treinta años de vivir bajo el mismo techo y compartir la misma cama.
Pero también su hija, sus perros, todas las casas por las que pasó (una relación exhaustiva de sus 21 hogares) y la impronta que dejaron en él, su encuentro con el actor francés Jean-Louis Trintignant, la angustia por el deterioro físico.
Seis meses sitiado por la pierna de turista, pues, y una afección crónica de sequedad en los ojos, aparte del primer ataque de pánico de tu vida, que te sobrevino dos días después de la muerte de tu madre, seguido de otros más en los días inmediatamente posteriores, y durante un tiempo te viene pareciendo que te estás desintegrando.
Diario de invierno es una narración lúcida y auténtica en la que Auster es protagonista absoluto y se tumba en el diván para contarnos lo que le hace feliz, lo que le atormenta, lo que le marca, lo que le aterra. El hombre, antes que el escritor, sobre el que apenas habla. Una novela maravillosamente bien escrita, como todo lo que sale de la pluma del norteamericano, imprescindible para adentrarse en el interior del autor de La trilogía de Nueva York y conocer a la persona y al creador que hay en él.
No obstante, aunque no tengas deseo alguno de que vuelva esa época, hay cosas que echas de menos de los viejos tiempos. El timbre de los teléfonos antiguos, el repiqueteo de las máquinas de escribir, la leche en botellas de cristal, béisbol sin bateadores designados, discos de vinilo, chanclos de goma, medias y ligueros, películas en blanco y negro.
Nostalgia por el tiempo pasado, por el simple hecho de que ya no está, de que es irrecuperable y sólo vivirá mientras perdure en la memoria y luego se extinguirá.
Diario de invierno es una novela que se lee como un soplo y conecta emocionalmente con el lector en cada una de sus páginas. Auster la ha escrito como terapia ante una batalla que todos perderemos, la vida, y acerca de esa avanzadilla que nos va advirtiendo, en el espejo, de nuestro deterioro, de nuestra finitud: la vejez. Que la vida es una novela que siempre acaba mal todos lo sabemos. Auster lo convierte en literatura confesional e intimista.
Tus pies descalzos en el suelo frío cuando te levantas de la cama y vas a la ventana. Tienes sesenta y cuatro años. Afuera la atmósfera es gris, casi blanca, no se ve el sol. Te preguntas: ¿Cuántas mañanas quedan?
Se ha cerrado una puerta. Otra se ha abierto.
Has entrado en el invierno de tu vida

El viernes 11 de mayo a las 21 horas nos reunimos en El Callizo de La Laguna, calle Manuel de Ossuna número 5. El calor de la una noche de verano no limó el apetito, especialmente de  algunos, especialmente del que esto escribe, lo que permitió que se comiera y bebiera hasta los 22 euros. Recuerdo el bacalao en salsa, con demasiado salsa según algún crítico, las mantequillas saladas y especiadas de los entrantes en un pan tostado excelente, la ensalada de queso, el descubrimiento de un cerveza sin excelente, gracias a la Dirección General de Tráfico, la elección del vino fue a cargo de nuestra sommelier María José y como es costumbre estuvo más que acertada. Los postres.....no hubo postres ni falta que hacía.
Ocho personas con el común de haberse leído el libro y de tener ganas de compartir un buen rato sin las premuras de la cotidianeidad ni las competencias laborales, ni básicas, ni generales de bachillerato. Por primera vez se formó un equipo comprometido desde primer momento de la cita, sin necesidad de reconfirmaciones ni cancelaciones. Así Cristi hizo la reserva a la que no pudo asistir Ángeles pero sí asistieron: Ana, Begoña, Domingo, Lourdes, Luis, Maive y María José.
Entre risas se habló bastante del libro, prestándonos atención e, incluso, respondiéndonos. El sentimiento  mayoritario de decepción se veía aumentado por el ligero olor o tufo comercial. El fantasma de la putas tristes nos recordaba lo difícil que es sostener una madurez literaria de éxito y lo fácil de las tentaciones del escribas lo que escribas se venderá, incluso gustará. Estoy seguro que todos disfrutamos de la fluidez y cercanía de la prosa de Auster, su fuerza quizás se manifestara en narraciones accesorias como la de la película que nos recordó Begoña, pero ese es Auster, el de las fintas, engaños, juegos donde tenemos que elegir. Así nos presenta listados de casas, estudios, trabajos, amores, relaciones sexuales, muertes, accidentes, posibles accidentes, personajes....con la garantía de ser reales que tendría que tener un valor documental extra, el valor del a historia. Quizás no necesitemos historia sino historias y esa lección postmoderna es la que nos muestra, no sólo en esta obra, Paul Auster. El ser humano escindido, plural, con la incertidumbre de las elecciones entre mundos posibles con la angustia de un fin sin que ninguna historia nos lo resuelva sino una multiplicidad de historias. Lourdes disfrutó de esto y así nos defendió sus gustos. No nos convenció quizás porque demandamos certidumbres y construcciones narrativas que nos distancien de la lista de la compra o de la lista de preocupaciones. Cristi piensa que lo que echamos de menos es la posibilidad de evasión de la ficción. También es posible todo lo contrario: narraciones ficiticias que nos revivan la intensidad de la realidad y nos adentren en los problemas con intesidad desde varias perspectivas porque realidad, realidad, no la tenemos ni en la ficción, lo más cercanos son realidades plurales y diversas sin jerarquía entre ellas. Parece que eso es lo que nos quiere mostrar Paul Auster.

Parece interesante la entreviasta Página2 en la que se presenta la obra:
Entrevista en "Página2" presentando esta obra.

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