jueves, 29 de marzo de 2012

Sigue sosteniendo Tabucchi.

Hoy 29 de marzo de 2012 se está llevando a cabo una huelga general en España. Pasan menos de cuatro días que murió Antonio Tabucchi. Tenía 68

años. Joven aún, ya se es joven hasta los 80, más cuando se ejerce de escritor, más si nos ha presentado a un héroe que ejerce como tal después de haber envejecido bastante deprisa, como el tiempo. Una muerte, incluso en la juventud de los 68 años, deja un vacío, un vacío de esterilidad, de podredumbre, de gusanos apestosos o humo industrial. Una muerte genera el cabreo de la impotencia, de todo lo que podría ser que ya no será, mezclado con la vergüenza íntima de no aceptar lo inevitable, de no participar serenamente de los ciclos, del miedo de la evidencia de un final. Para mitigarlo recurrimos al recuerdo de la vida compartida, de la siembra que queremos que germine en nosotros y en los demás. La ilusión de una permanencia que no es sino el humo de una batalla ya perdida.








Hoy me acordé de aquello que sostiene alguien que se reveló contra la comodidad. Alguien que me conmovió y me hizo cuestionar un poco más qué sombras me engañan con un vacío entretenimiento, qué cadenas de inercia no me dejan mover más allá de mis limitaciones. Encargarse de las necrológicas puede ser el detonante para asumir el riesgo de vivir. Eso hizo Pereira y eso sostiene hoy Tabucchi.







El de Pisa, ¿o el portugués? incomodó con El tiempo envejece deprisa a nuestra tertulia pero ya había inoculado en muchos de nosotros el tranquilo incorformismo de Pereira. Mastroianni robó la imagen de Pereira para hacerla más accesible y acercarla a los sofás de los cines y de la televisión. Quizás erosionó su poder transformador pero la convirtió en memoria colectiva, en patrimonio de la humanidad, en humanidad. Cómo sorprende la verdad de la ficción: ninguna teoría, ningún tratado, ninguna explicación puede hacernos ver el mundo con la claridad, eficiencia y fierza un relato ficticio.




Hoy 29 de marzo de 2012 Antonio Tabucchi sigue sosteniendo en tantos de nosotros algo más que una novela, algo más que unos relatos, sostiene parte de la consciencia que me invita a ir a las 6 de la tarde a la manifestación en la que me acordaré que sostiene Pereira.

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