El Arco de Papel.
“Este Gucci que llevas es falso,
los pantalones de Versace son prestados,
y la camisa de Dolce & Gabanna te la regalaron tus amigos…
Las sandalias que calzas sí son tuyas,
las pagaste con una tarjeta caducada…
Viejo y pobre, feo y maricón,
sólo te falta un cáncer en la próstata”.
Cuando las palabras hieren como espadas florece esa clase de poesía que nos habla con la verdad por delante, sin tapujos, libre de metáforas y de sutiles subterfugios. Así, ni más ni menos, son los dardos que José Infante nos lanza en su último poemario. Emulando aquella sección de igual título, que tanto éxito acaparó entre las columnas más destacadas de la prensa nacional, el escritor y periodista malagueño quiere esta vez contarnos con un lenguaje crudo y duro sus ideas críticas sobre algo tan natural, y aún tan clandestino, como el mundo que gira en torno al sexo entre hombres, sirviéndose para tal fin de unas buenas dosis de ironía y sarcasmo.
Medio centenar de textos nos sorprenden aquí con su lenguaje fuerte y descarnado, incluso obsceno, sacado de la visión que, como es habitual en el autor, permanece sumida en la tristeza y la melancolía. Lo que en realidad impregna esta obra de Infante es la constatación del fracaso del amor y del sexo, tras el paso inexorable del tiempo, ya que la felicidad que proporciona a aquellos que cultivan uno y otro no deja de ser un goce efímero y fugaz. A lo largo de los tres cuadernos que dan forma a este poemario, el poeta contempla una trilogía visionaria sobre la homosexualidad: como fórmula de la decadencia tardofranquista, en el caso de los poemas de Torremolinos, o dentro de un paisaje reprimido y mercenario, en los versos de La Habana, o, finalmente, como triunfo de lo gay ante los ojos del mundo, ejemplificado en el barrio madrileño de Chueca.
Con sus poemas porno satíricos José Infante pone una vez más el dedo en la llaga -el dardo mejor dicho-, cuando nos habla con la veracidad que le es propia acerca de este mundo gay que nos rodea, tan variopinto y poblado de una fauna en la que conviven maricas viejos con chaperos, chulos, travestis, mamarrachas y patéticos jovencitos de un contoneo imposible. Un mundo, en su opinión, autocomplaciente y falto de autocrítica, que el poeta se esfuerza en desenmascarar a través de sus versos con notable éxito.
Vídeo: José Infante recita 1.
Ahora... Recita 2.
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