Pocas veces hemos sido más unánimes. El mérito puede ser de Lourdes o de Domingo pero acertaron de pleno: lograron ponernos de acuerdo en que el libro era tremendamente rolloso. Los juegos entre ficción y ficción, con algún dato biográfico en que se sustenta el entramado no nos gustaron. Creímos que más que invitarnos a jugar, se jugaba con nosotros. Aún así pienso que a Villa-Matas lo tendremos que descubrir, cuando olvidemos al Doctor Pasavento.
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