sábado, 9 de enero de 2016

"La mesa limón" de Julian Barnes.

     En octubre de 2013 nos reunimos y comentamos El sentido de un final del autor que ahora comentamos, creo que en la tertulia amiga trataron el libro que acabamos de leer. Una novelad y una colección de relatos respectivamente que esperamos se conviertan en preámbulos de la lectura de alguna de las novelas policíacas que el autor ha escrito bajo el seudónimo de Dan Kavanagh, como también hacen John Banville. 
      La sensación con que nos quedamos tras estas dos lecturas es difícil de transmitir, pero esperamos que sea repetible. Por un lado, incluso con la dificultad de la traducción, se disfruta de una prosa variada que permite vivir la aventura de transitar por mundos y personajes que vamos conociendo a través de detalles sabiamente dosificados. Al tiempo los personajes son los protagonistas-narradores justificados y sin que su visión subjetiva implique perdernos, sino que nos hace conscientes de lo que no sabemos pero queremos saberlo. Todo esto en una histórica contemporaneidad, me explico,  al menos lo intento: se enmarcan las-la historia-s en un contexto histórico preciso con una ambientación efectiva pero no sobrecargada, todo esto se hace desde un presente al que parecen abocar la o las historias. 
      En El sentido de un final es una historia que va cobrando sentido a medida que progresa y evoluciona, con la maduración de sus personajes, y que cobra sentido con un final que, a pesar de sorprendernos, está presente en todo el relato. Lo mismo parece ocurrir en Una historia de la peluquería, relato publicado en este volumen y por separado por Anagrama, pero también en el resto de los relatos.  
        Si en Una historia de la peluquería el personaje nos relata su vida, y a través de ella, la historia mediante sus visitas a la peluquería, en el relato titulado La de cosas que sabes dos señoras tomando te o café nos relatan, de forma muy medida y con su debida intriga, sus vidas y la de sus cónyuges, al tiempo que se encuadran en la historia, entendida como marco en el que se desarrollan sus historias pero del que informa debidamente.
       Con Higiene nos muestra las distintas posibilidades en que se puede manifestar ese sentimiento que llamamos amor. Un señor describe sus higiénicas visitas a lo largo del tiempo y cómo se van modificando sus relaciones. Siempre siguiendo el esquema que hemos descrito de dosificación de la información expuesta desde la subjetividad de los personajes que enmarcan su microhistoria en el torrente de la historia colectiva.
       El reestreno es el únco de los relatos que se divide en capítulos y el que se aleja bastante del presente histórico para presentarnos una historia de amor o de amor imaginado en un ambiente artístico teatral europeo.
       Vigilancia no nos saca de los teatros, en concreto de las salas de conciertos, y a través de los ruidos se hace una reflexión y descripción de personajes y acciones que casi alcanzan el punto de relato policíaco.
      Corteza nos muestra, en ambiente francés y antiguo, una extraña apuesta y el intento de ganarla a través de la modificación de los hábitos alimenticios.
      Saber francés nos muestra, mediante el género epistolar, la relación entre una anciana y un doctor-autor señor Barnes. En estas cartas, sólo de la anciana se refleja el ambiente de la residencia de ancianos y la supuesta autora hace comentarios literarios al respecto dela obra de Julian y de otras lecturas.
      Si el relato anterior utilizaba el recurso epistolar, en Apetito una algo más que secretaria lee recetas de cocina a su jefe-doctor ya impedido para hacer una vida autónoma, lo que no imposibilite una relación muy especial.
       La jaula para frutas justifica la lectura completa de estos relatos. En éste de una forma magistral un personaje, en primera persona, relata la vida afectiva-sexual de sus padres, en la que se introducen de forma muy natural elementos de intriga y emoción. Siempre que el esquema prefijado: narrador justificado, exposición subjetiva en la que descubrimos, junto al narrador, elementos clave en la historia en forma de novela policíaca, todo ello encuadrado en un marco histórico y geográfico relevante y revelador.
       En El silencio un afamado compositor expone sus íntimas reflexiones sobre su entorno y sobre él mismo. En este relato aparece la justificación del título de la obra que reúne todos lo relatos Me sumo a la mesa limón en el Kamp. Allí está permitido -de hecho es obligatorio- hablar de la muerte...Para los chino, el limón es el símbolo de la muerte. Ese poema de Anna Marie Lengren: "enterrado con un limón en la mano". Para terminar el relato pidiendo un premonitorio limón.

        Disfrutar de sumergirnos en un mundo literario nuevo, pocos autores nos lo proporcionan, y de re-vivir con unos personajes unas historias que nos intensifican la sensación y la reflexión de formar parte de la historia que tras su aparente singular siempre es plural y colectiva. Esto se lo debemos al empeño de María José y por lo tanto se lo agradecemos.






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