viernes, 4 de septiembre de 2015

Milena Busquets "También esto pasará".

      María José nos propone una lectura que, en principio, nos remite a la lectura de Héctor Abad Faciolince y su El olvido que seremos, ya comentado en el blog. La razón es que ambas lecturas se producen a raíz, no digamos como homenaje, de la muerte de uno de los progenitores. Las similitudes no se quedan sólo en eso, sino en el tono que lejos de ser hagiográfico se calma alejándose de estridencias a las que inevitablemente convoca el dolor.  La realidad colombiana con sus excesos de violencia se describen en términos de cotidianeidad de la misma forma en que un verano en Cadaqués describe una persona y una generación  a partir del McGuffin del plan de visitar la tumba de su madre que queda reflejada como una transparencia proyectada en la figura de su hija, escritora, narradora y, más que nada, persona. Persona capaz de captar lo humano de las demás persona y transmitirlo sin juzgar ni tomar partido por otra caso que no sea la vida.
       Reseñamos la obra de una mujer recordando a una madre a partir de los recuerdo vitales más cotidianos, de la misma forma que un hombre recuerda las heroicidades del día a día de su padre. Esto me lleva a pensar en lo ridículo de los comentarios acerca de la visión masculina-femenina frente a la inmensidad de lo humano que se plasma en saber reconocer esa humanidad en los demás.
Juan Cruz en El País entrevista a Milena Busquets y nos presenta la obra. 

Milena Busquets: “El dolor te pone en el bando de los perdedores”

La escritora publicó 'También esto pasará' (Anagrama) tras la muerte de su madre, Esther Tusquets, en 2012. "Soltar tu rollo no te cura. Cura leer a los demás", dice


Vicens Gimenez
¿La tristeza pesa dos toneladas? Pesa mucho más que el amor, que no pesa nada. La tristeza y el dolor pesan muchísimo. Te van curvando; por eso la gente mayor va más inclinada...
En su libro, escrito a raíz de la muerte de su madre, mezcla peso y ligereza... La frivolidad es un instrumento para manejar la vida. Siempre me ha servido la frivolidad. Viene de casa: no seas un plomo, no des el coñazo, no hables mucho. Aquí busco un equilibrio: hasta en un funeral puede haber algo muy cómico.
¿Cómo se sobrelleva el dolor? No se va. Aprendes a vivir con el dolor. Siempre has ido muy cómodo sobre la arena y de repente te tienes que poner zapatos medio número más pequeños. Y te jode. Puedes reír o enamorarte, pero hay algo que no acaba de ser como era.
Como perder la infancia. No sólo. El dolor te pone del bando de los perdedores.
¿Cómo le ha dejado el dolor? Más consciente. Si sirve para algo es para estar más atentos a los demás, ser menos egoístas, aunque a lo mejor esto es sólo bla bla bla, no estoy muy segura.
Susan Sontag decía que el dolor de otros nos transmitía culpa... Me educaron en contra de esto; eran tan ateos que no había sentimiento de culpa. Me decían: “Nunca sentimiento de culpa”. Se lo debo a mi madre [Esther Tusquets, editora y escritora].
¿De qué tiene culpa? Podría tenerla de mil cosas, pero no la siento; lo estoy haciendo lo mejor que puedo. Igual podría aprender a cocinar en lugar de pedir pizza o comida árabe cada noche. Podría haber tenido más paciencia con mi madre...
¿Qué pudo haber hecho? Hice lo que pude. Aguantar el tipo. Quieres quitarle el miedo a la muerte y el dolor físico al otro. Los médicos más o menos consiguen quitar el dolor físico; el miedo a la muerte va en consecuencia. Una mujer tan inteligente y lúcida como ella tenía la consciencia de que se moría. Me miraba en el hospital; yo veía en sus ojos que sabía que se moría.
¿Qué querría haber hecho? Me hubiera gustado ser Dios. Decirle: “No te preocupes, no vas a palmar”, pero lo único que podía decirle era que no se preocupara, que nosotros íbamos a estar bien.
¿Qué le ha dejado esa ausencia? La consciencia de haber vivido un gran amor, como la de Romeo y Julieta; es ridículo pensarlo, pero tiene el mismo drama, intensidad y pasión. A mitad del libro pensé que estaba escribiendo sobre un gran amor, de los dos o tres que podemos tener en la vida. Algunos no tienen ninguno. Lo que me queda es pensar que tuve la increíble suerte de tenerlo con esta mujer tan difícil.
¿Qué es un gran amor? No sé decírtelo; quien lo ha probado lo sabe. Yo sé lo que es, he tenido más de uno. Lo sabes en la piel.
¿Cómo se cuida? No se cuida. Un gran amor es un amor salvaje. Los amores tranquilos no existen. Un gran amor es aquel con el que pasas del cielo a las profundidades en las que te puedes decir cosas espantosas.
Tiene éxito con su libro. ¿Le da miedo? Ojalá tenga algo más que decir. No lo veo claro. Tengo 43 tacos y he visto el mundo editorial muy de cerca. Sería idiota que me cambie; he visto a mucha gente de éxito cerca. Mi miedo es a morir, a estar enferma, a que no me quieran. A lo mismo que antes.
¿Le cura la escritura? Me cura leer a los demás; leer a la gente a la que amo. Leer otra vez El extranjero de Camus, en el que dice: “Con que un hombre hubiese vivido un día ya tendría bastante recordando cada instante”. Eso es lo que te cura. Escribir, soltar tu rollo no te cura.


     El viernes 2 de octubre de 2015 nos reunimos en La Cofradía de La Laguna. El ambiente nos hacía extrañar el mar desde los 525 metros de altura de la ciudad patrimonio de la humanidad. Los allí presentes: Carolina, Domingo, Lourdes, Maive, María José y Tomás disfrutamos de abundante pescado de dos especies a la espalda, unos enormes rejos de pulpo frito con guacamole, ensalada, postres que les gustaron a todos menos a mí que prefería el vino Doble R. 
       La obra se recibió con unánime agrado, destacándose algunos párrafos en los que se describían sentimientos. La naturalidad, la falta de estridencias (excepto el conflicto con su amiga por las miradas con su novio) se destacó de forma especial, más cuando el punto de partida es la muerte de la madre. A Tomás le pareció excesiva esta templanza en la manifestación de sentimientos, sin duda, intensos, hasta el punto que parecía una especie de camuflaje o negación de lo que realmente ocurriría. Lourdes destacó la especial relación con la supermadre, calificada como amor-odio, atracción-repulsión, admiración-desprecio, y lo natural de las apariciones en formas de recuerdo, vivo, de su madre. Domingo se sorprendió por la negación, de lo que considera tan útil, sentimiento de culpa que la autora manifiesta como simplemente hacer la cosas y afrontar sus consecuencias. El resto mostró su agrado por la relación, también natural, con los exs, hasta el punto de pedirle uno permiso para enrollarse con su amiga, y los hijos a los que ve e imagina su vida futura. La vida sexual de la protagonista se observó desde una perspectiva histórica: lo que ya fue y dejó de ser y lo que se supone que va a ser, todos le deseamos éxito y placer en lo que parece que se avecina.
          Disfrutando de comida, bebida, libros,...que subrayan lo verdaderamente placentera que es la compañía. Por todo eso quedamos para el seis de noviembre de 2015 en La Consentida, La Laguna, restaurante Chileno para comentar un libro colombiano La oculta de Hector Abad Faciolince.


No hay comentarios:

Publicar un comentario