Ya no me acuerdo quién nos recomendó este héroe de Vargas Llosa, pero sí recuerdo que cada vez que rememoramos las gozosas lecturas de sus libros alguien apostilla: a pesar de sus ideas políticas, siendo este el mejor de los casos ya que lo normal es que esté completamente defenestrado y lo placentero de sus lecturas se quiera convertir en un pasado remoto cuando no era así. Bien nos lo recuerda Padura en El hombre que amaba los perros que lo del peruano es una excomunión laica y así los que lo leemos tenemos que justificar tan pecaminosa actividad.
Sí recuerdo que este blog ha celebrado en varias ocasiones los buenos ratos que Mario nos ha ofrecido y las gratas charlas que ha provocado y plantado un interés por temas que nos eran desconocidos. Me refiero a la imperial La fiesta del chivo que hace novela lo que no debió nunca de pasar más allá de la fantasía. Cómo este novelón, difícil de empezar, nos ponía en un mundo en el que queremos no creer y cómo disfrutamos de una prosa que vomitaba palabras que parecían que no podían ser otras. Isabel la tiene entre sus novelas, Begoña no podía creer que le resultara imposible dejar de leer toda esa barbarie, Ernesto comenzó a interesarse por las hermanas Mirabal (25 de noviembre Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer conmemorando sus asesinatos),...y muchos más nos quedamos enganchado esa novela que siendo histórica es más novela que historia y, sobretodo, es placer de leer.
Un verano le cogí a mi padre El sueño del celta y, a pesar de los bienintencionados consejos de que no leyera por lo pesada que era, lo hice. Lo que parecía irrepetible se repitió. Otra vez nos sumergíamos sin tapujos en la barbarie humana a través de unos personajes que reivindican su condición humana a pesar de la circunstancias. El colonialismo, con sus excusas, queda desnudo ante el virus desenmascarados de personajes reales, como las Mirabal, que desde su modestia pretenden seguir siendo personas. El placer, cada vez más silencioso, de esta lectura se multiplicó al comentarlo con otros lectores igual de sorprendidos.
La sorpresa no se queda en eso ya que ahora nos ocupa El héroe discreto que partiendo de un personaje real, ya menos histórico, nos sumerge en un siglo XXI peruano que sirve como maqueta de un mundo para aflorar sus contradicciones y los inconveniente que pone para la búsqueda de la felicidad. Al modo cinematográfico del montaje paralelo dos historias transcurren hasta que se encuentran y culmina la historia. Este recurso estructura la obra, pero, al tiempo, se utiliza reiteradamente de forma que a un tiempo y sin ninguna solución de continuidad dos acciones se describen a la vez justificándose, en algunos casos, la narración porque un personaje es común a las dos acciones y cuenta lo que le ha sucedido. Los personajes aparentemente secundarios dan una carne, grasa y, por supuesto, sabor a una novela que parece histórica, en cierto sentido lo es ya que se basa en una historia real, pero que es un canto coral, de zarzuela, a la vida. Me resultó un poco complicado creerme algunos personajes que parecen caricaturas, los mellizos. Tampoco me resultó satisfactoria la posible lectura de cuento moral, con moraleja, y me hubiese gustado una lectura más compleja que vaya más allá del sentimiento de compasión que se manifiesta hacia todos los personajes. Personajes ya encontrados en otras obras y que volveremos a encontrarnos en otras. Muy curioso el punto de intriga e invitación a la reflexión de algún personaje misterioso que no se termina de aclarar. Me resultó un punto incomprensible la benevolencia con la que trata al poder y, en especial, al económico, dotándolo de cierto aire de excelencia que no siempre lo tiene, recuerdo En la orilla de Rafael Chirves en el que se describían sus miserias muy lejos de los deseos puros de cultura y comunicación que se manifiesta en la riqueza en esta novela.
Repasando la entradas anteriores en este blog comprobé cómo celebramos el Nobel concedido en el 2010 y cómo comentamos previamente, junio de 2008, la que ya calificamos de novela histórica, en tanto nos metía en la historia del siglo XX y y paso al XXI de Travesuras de la niña mala que fue objeto de nuestra tertulia. También presentamos el ensayo de Vargas Llosa La civilización del espectáculo.
Seguiremos disfrutando de Vargas Llosa y de algunos de esos personajes que vuelven para recordarnos que no es un libro sino un mundo en el que nos adentramos al leer a Mario.
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