sábado, 25 de abril de 2020

"Una noche con Sabrina Love" y "La uruguaya" de Pedro Mairal.


Pedro Mairal, el novelista exitoso que se anima a mostrar sus ...

      Tras leer para la tertulia competente La uruguaya, alguien me recordó que es del mismo autor de Una noche con Sabrina Love. Buena excusa para revisar esta novela, ahora desde la óptica de la relación con la obra que nos atañe.
Una noche con Sabrina Love (Libros del Asteroide nº 198) eBook ...
        Primera de 1998, Sabrina, y útima de 2016, Uruguaya, de sus cuatro novelas tienen en común varios aspectos formales como tono y lenguaje popular con muchas referencias locales. Esto muestra el fino oído y sensibilidad para captar los elementos más significativos de la cultura hispánica. En el caso de Sabrina, más local, del sur, mientras que la otra relaciona las dos riberas del Mar de la Plata con referencias a Brasil y España constantes. Parece que el personaje que nace con Sabrina crece y se desarrolla urbanizándose y alejándose de lo agrícola para convertirse en el escritor de la uruguaya. Las dos son novelas de viaje, como la mayoría de la narrativa contemporánea, que narran un viaje físico, sin despreciar este aspecto con sus medios de transporte, y un cambio profundo en la sepultura de las esperanzas. Eso sí, hay una clara vocación de estilo en desarrollar ese monólogo dirigido a su mujer, en que se describe el viaje de un día en la uruguaya.
               Las dos nos ponen en situación y nos sentimos en viajando por Sudamérica pero el poso de amargura de la desesperanza, la pérdida de la esperanza que se tiene, parece más profundo en la uruguaya ya que no parece que exista esperanza más allá de la noche con Sabrina Love. Esto se subraya con la variedad de relaciones personales que se transforman en La uruguaya frente a las simples y escasas relaciones del muchacho de Sabrina.
Resultado de imagen de la uruguaya     Lo que sí me parece que es común a las dos novelas es la supremacía del relato, del relato interior, frente a la realidad. La construcción de su mundo guiados por sus prioridades, en especial las sexuales, que les suponen una fractura frente al mundo casi patológica. Las respuestas de los otros son otros relatos supuestos y pocas veces contrastados, lo que lleva a alguna sorpresa. 
        El yo me lo guiso deteriora a una pésima concepción del ser humano, de las adoradas mujeres que de una forma u otra se mercantilizan en formas de prostitución que aún así no extirpan el deseo idealizado en forma de amor.
         Esperamos que siga creciendo, o deteriorándose, mediante un próximo viaje éste que hemos imaginado como único a través de estos personajes.
          De Sabrina ya tenemos película, incluso cara y cuerpo, se lo debemos a Alejandro Agresti y a Cecilia Roth. El poder de la imagen frente ala imaginación lleva a que las últimas ediciones de la novela tienen como portada una foto de la película. Desde que la veamos la reseñamos, por lo pronto sigo imaginando.

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