El viernes 6 de junio de 2014 nos reunimos, los ya fieles héroes tertulianos, Maive, María José, Domingo y, como refuerzo de última hora, Enrique en La Princesa y el guisante, en la calle Tabares de Cala en La Laguna. Allí disfrutamos de unas lentejas thai picantes, dahl, sobre tortas papadam, entraña(muy hecha) con peculiar salsa chumichurri, croquetas de campeonato del mundo, casi líquidas en su interior y crugientes por fuera, de bacon, huevo y espinacas, conejo a la mostaza con papas sancochadas. El vino, Teófilo Reyes, de los que más me han gustado. Acabamos con varios postres. Todo ello por menos de 20 euros.
La lectura de esta obra tripartita no despertó demasiado entusiasmo pero, como siempre, la aprovechamos. Al estar compuesta de tres partes bien diferenciadas, personajes, e incluso estilos diferentes, ofrecía la posibilidad de opinar de forma distintas sobre una u otra parte. En general, el esfuerzo que se manifiesta en su forma nos pareció excesivo y muy evidente. Destacamos la parte central en que por la originalidad de investigar en la vida de Jesús, sobre lo "no escrito" por los evangelios, y aparecer el escritor-narrador como personaje dubitativo en su proceso creativo nos invita a cierta ironía y participación en la reconstrucción de una historia por todos conocida. Lo que más nos chocó que esta participación y complicidad se ve enturbiada por la introducción de términos que rozan lo presuntuoso y nos hacía recurrir al diccionario de forma molesta. María José ofreció sus subrayados y el control sobre el texto que ya tenemos como habitual.
Maive optó por la triste primera parte. El dolor de los personajes por la pérdida de un hijo se nos hace cercano al tiempo que vivimos la disolución de la pareja y un final abierto que cada cuál interpretó a su manera.
La última parte, tercera, seguía con el hilo conductor del padre-esposo de la primera, escritor en la segunda y retirado en la isla de Creta en la tercera. Maive destacó el camino inverso del niño en el tiempo pasando de muerto reciente, en la primera parte, a niño Jesús, en la segunda y para acabar de bichito, aún no nato, en la tercera.
Dio la impresión de que no le captamos el sentido último y fundamental a la obra, aún así la disfrutamos tanto en la singularidad de cada uno de los tres relatos como del conjunto y las relaciones que se establecen, que establecimos, entre ellos. En cualquiera de los casos pasamos un rato agradable en el que apenas recordamos La luz es más antigua que el amor,del mismo autor que ya habíamos comentado en la tertulia. Para terminar Maive sugirió ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? que conecta con la propuesta que María José hizo para la otra tertulia, Confesiones de un artista de mierda, de Philip k. Dick.
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