miércoles, 21 de junio de 2017

"Tierra de campos" de David Trueba.

Babelia suplemento de libros de El País nos presenta el libro de la próxima tertulia. Me sorprende la coincidencia con el planteamiento del autor. Continuaremos tras la tertulia con los comentarios que no tienen porque ser coincidentes.






BABELI










Últimas voluntades

David Trueba retoma la idea de viaje en 'Tierra de campos', una novela sobre los conflictos emocionales de un músico que debe enterrar a su padre en su pueblo natal.








David Trueba visto por Sciammarella.mi madre no es como las otras madres
David Trueba visto por Sciammarella.

Nueva novela de David Trueba (Madrid, 1969) en la que elige la idea del viaje –en este caso se trata de enterrar al padre del protagonista, Dani Mosca, una suerte de cantautor eléctrico en el pueblo natal de aquél- como argumento y excusa para poder leer cómo se entrelazan los personajes alrededor de una vida. El regreso a las raíces paternas será en un coche fúnebre conducido por Jairo, un ecuatoriano locuaz que Trueba ata corto, quizás por temor a que le lleve la novela a otro lugar. El coche, el viaje, es una constante en su expresión tanto literami madre no es como las otras madresria como cinematográfica. Ese cumplimiento de la última voluntad del padre, es un trayecto estimulante que Trueba utiliza al mismo tiempo como túnel del tiempo, ajuste de cuentas y nueva etapa.
El libro nos explica la biografía de Mosca. Una vida que, en su caso, no es sino crecer sin suelo, tanto como músico sin tradición autóctona, autodidacta como de ser emocional, prueba y error, ciudad y pueblo, infidelidad y lealtad. Dani Mosca se crea a sí mismo a través del conflicto emocional con su padre, con una madre que el alzhéimer le arrebata muy joven, con la primera amistad que lo resiste todo –los personajes de sus camaradas de su banda, Las Moscas, Gus y Animal se levantan del papel, especialmente el primero-, la música como modo de ordenarse y con la atracción amorosa, epicentro y desequilibrio, droga, refugio y, al final,sonido de sirena de ambulancia a lo lejos, en propias palabras de su autor.














Últimas voluntades


Trueba sabe explicar cómo nos relacionamos, cómo colocamos los sentimientos en las casillas correctas y fallidas, a dónde acabamos llegando. Tiene un estilo sencillo, un perdone que le moleste, pero es cumplidor a la hora de explicar una historia, hilvanarla bien, que no se desmesure nunca ni se le vaya la mano con el picante. Nos sale de casa siempre peinado y el paseo fluye pero no olvidemos que, a veces, lo cotidiano es un sitio complicado desde el que escribir –como Nick Hornbmi madre no es como las otras madresy-. Trueba lo hace desde un lugar exento de cinismo y épica redentora y, al mismo tiempo, nos evita pornografía sentimental. Uno puede sentirse cómodo en el mundo Trueba, en sus personajes y situaciones, pero mi madre no es como las otras madreslo suyo no es otra cosa que una artificiosa normalidad de las cosas anormales, una representación artística. Además, en ocasiones –no siempre, todo hay que decirlo- evita soluciones fáciles. Afrontar la figura de un músico –como lmi madre no es como las otras madreso hizo de un futbolista en Saber perder-, no es para nada sencillo. No lo es si además extirpas, en este caso, la complicidad musiquera, el rollo secta, los tópicos que simplificarían nuestra adhesión. Trata de meterse en la creación cuando eso es algo que incluso la mayoría mi madre no es como las otras madresde biopics sobre músicos evita explicar: el trabajo de artesano, el ser un mero instrumento de la creación no siempre un alma atormentada de cliché. Más señales de escritor: los kilómetros del trayecto, más de 400 páginas pero necesarias para que, especialmente, las relaciones sentimentales puedan tener un por qué narrativo tanto comprendido como sentido por el lector. Sólo con ese metraje las historias de amor relevantes tienen su propio espacio, ninguna oscurece a la otra.




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Es cierto que hay aspectos del libro que uno piensa desaprovechados –Jairo, la culpabilidad de las infidelidades, la vanidad- o falto de nervio -¡Dani Mosca necesita un letrista, ya mismo!- pero todos son decisiones de autor. Trueba es un escritor mucho más seguro e impertinente con el lector de lo que parece mientras lo lees: quiere saber quién es él mientras tú te preguntas por qué todo lo suyo se parece tanto a ti sin serlo.
Tierra de campos. David Trueba. Anagrama, 2017.404 páginas. 20,90.



      El viernes 15 de septiembre de 2017 nos reunimos Ángeles, Domingo, Lourdes, Luis, Maive y María José en el Mesón Castellano. 19 euros nos costó una comida que incluía almejas a la marinera, habas con huevo y jamón, rabo de toro(especialmente apreciado por algunos), una ensalada de gusto y sabor que despertó la admiración unánime, todo regado por Finca Resalso y terminamos con unos postres (coulan y milhojas) que no recordamos con mucho cariño.
        Tras una cerveza en la Plaza Weyler comenzamos la comida y la charla. El libro nos evocó otros relatos de despedidas filiales como También esto pasará de Milena Busquets, El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince, además de relaciones complejas como Me llamo Lucy Barton de Elizabeth Strout o Manual para mujeres de la limpieza de Lucia Berlin. También se trajo a colación la propuesta de Begoña Tu no eres como otras madres de Angelika Schrobsdorff que se pensó para la próxima tertulia pero se consideró demasiado largo por su número de página, 592. 
         La sombra de Saber perder, tanto nos gustó, no resta méritos a Abierto toda la noche y Cuatro amigos, sobre el aprecio de estas dos novelas se plantearon discrepancias, lo que parece constituir un mundo literario que se completa con Blitz y Madrid 1987, pendiente de reseñar esta última y reseñadas en este blog el resto.
          Esto road-book asfáltico y emocional no parece dejar claro el motivo inicial del viaje, ni falta que hace. El cadáver del padre hace compañía al protagonista acompañado del chófer inmigrante. Parecen una constante inevitable la movilidad geográfica y la interculturalidad, no sólo en la obra reciente del autor (Blitz y Saber perder en especial) sino en cualquier creación que se pretenda contemporánea. Este viaje  en busca del origen rural paterno, campos, no tanto del del hijo, provoca situaciones humorísticas propias de la película argentina Un ciudadano ejemplar. El kilometraje meseteño da lugar a recordar las vivencias familiares, con padre y e hijos, a una pequeña intriga del origen genético, pero sobretodo a rememorar de la vida afectiva que desarrolla al tiempo que su faceta artística-profesional. 
          Parece que la única moraleja posible es aceptar la derrota implacable que el tiempo ejecuta, saber perder, ya que el atisbo de esperanza que algunos quieren ver no todos lo creen así. Parece que la inevitable muerte tiene como cuarto de espera la soledad y que, como mucho, podemos disimularlo apenas.
       Tras el café nos despedimos después de haber elegido Libro del mal amor de Fernando Iwasaki para la próxima tertulia el viernes 13 de octubre de 2017 en el restaurante  peruano de San Benito, en La Laguna.







        

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