Begoña nos propone la siguiente lectura para la tertulia. Babelia suplemento cultual de El País nos lo presenta con la pluma emocionada de Andrés Trapiello.
Más que una vida
Schrobsdorff firma un fascinante libro sobre el viaje al infierno de unas gentes que se creyeron alemanas antes que judías.
Andrés Trapiello.
La autora de este libro no pudo titularlo mejor: Tú no eres como otras madres. Y uno añadiría: y tú, lector, lectora, no has leído nunca un libro como este. Yo, al menos, no lo había hecho. Es un libro fascinante, abrumador, único. Casi no parece ni un libro (a tanto desprestigio puede llegar la literatura cuando se mide con la vida).
Veamos:
trata de unas gentes que se creyeron alemanas antes que judías, lo que
les resultó aún más doloroso cuando comprobaron que las iban a tratar
sólo como judíos, desposeyéndolos de su dignidad para poder destruirlos.
La Shoah. Su autora, Angelika Schrobsdorff, estuvo casada con Claude
Lanzmann, autor precisamente de Shoah, la mítica película del
Holocausto. Y lo que se cuenta aquí forma parte de ese relato universal e
inabarcable que parece ir completándose con tanto dolor desde hace 80
años, cada día más extenso y cada día más vivo: como un universo en
permanente expansión.
Sucede aquí lo mismo que con otras grandes obras: aunque pueda leerse
como una novela (difícil encontrar un momento propicio para interrumpir
su lectura), sabemos que se trata de las memorias de una persona, y por
tanto, un relato veraz de un tiempo (el de antes, durante y después del
III Reich) y unas ciudades (Berlín primero, Sofía después) dominados
por millones de fanáticos (“el pueblo alemán” tal y como lo presentaron
los jerarcas del partido nazi, y los Gobiernos europeos controlados por
las SS) que terminaron reduciendo a millones de personas, entre ellas
los principales personajes de estas páginas, a su condición racial, con
el único propósito de acabar con ellas.
Sucede lo que con otras grandes obras: aunque pueda leerse como novela, sabemos que son las memorias de una persona
No hay una vida igual a otra, ni ninguna resulta insignificante
cuando se la mide con ese implacable metro iridiado que es el
sufrimiento. Y basta que alguien cuente sin retórica su vida para que se
produzca algo tanto o más fascinante que el principio que rige la
ficción, o sea, algo tan seductor como el argumento y el sentido
narrativo con el que se presentan las novelas: la verdad. Ese es el
punto de la indecidibilidad: nadie podría decidir si eso que lee es una
novela o un relato verídico, como advertimos en la famosa “novela” del
cautivo que aparece en el Quijote: ¿es una ficción o la confesión autobiográfica de Miguel de Cervantes?
La verdad aquí es además extraña: unas gentes privilegiadas (la madre
judía de la autora, su padre ario, los amantes de su madre, los amigos,
casi siempre bajo el mismo techo) viven la locura feliz de los años
veinte. Lo tienen todo (juventud, salud, dinero; un paraíso en el que no
faltan chóferes, casas de campo y fiestas al servicio de una geometría
amorosa que explora sin noción de pecado, para eso es un paraíso, en
toda clase de triángulos y paralelepípedos mientras Alemana ha empezado a
devorarse a sí misma en un incendio devastador y centrípeto), y sólo
cuando empiezan a perderlo se dan cuenta de su propia responsabilidad en
el desastre.
La autora, una muchacha entonces (nació en 1927 y vive aún), con esa
atención extrema que acaso nunca tengamos tan acusada como en la
infancia y la juventud, comprueba una y cien veces que, de todo el
cuerpo humano, la memoria es el órgano que más daño nos hace y más
felicidad puede proporcionarnos. “Malditos recuerdos, cristalinos y
truculentos”, creo que dice en algún momento. Dicha y desdicha suelen ir
juntos, advertimos a lo largo del libro. Por eso vemos a su autora
cuadrar un círculo, tal y como hizo en el campo del ensayo Hannah Arendt
al abordar la responsabilidad de los Consejos Judíos en la “solución
final”.
Han pasado los años y aún seguimos preguntándonos cómo llegó a
suceder todo aquello, y lo hacemos porque las respuestas ni son
definitivas ni son sencillas.
De eso da cuenta este libro autobiográfico que en ocasiones puede
llegarnos a parecer una novela por la trepidante sucesión de hechos,
propios de esta clase de relatos (delaciones, detenciones, peligros,
miedo, muertes, casualidades): daríamos tres vidas, si las tuviéramos,
para volver a vivir aquellos momentos breves e irrepetibles de felicidad
suprema de la única que tenemos. La felicidad de un paraíso que acabó
en infierno. El relato de ese viaje, del paraíso al infierno, es el
único modo de salir de este. De eso trata este libro memorable.
Tú no eres como otras madres.
Angelika Schrobsdorff. Traducción de Richard Gross. Periférica &
Errata Naturae. Cáceres / Madrid, 2016. 592 páginas. 24,50 euros
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