En enero de 2012 nos emocionamos con la tranquila narración de Hector Abad Faciolince El olvido que seremos. Esa lectura nos sorprendió y entro a formar parte de nuestra memoria literaria sirviendo de referente para las posteriores elegías: Papito, El olvido que seremos,... y de alguna forma esta La Oculta.
La primera persona habitual en estas obras, en esta, se hace plural de forma que tres hermanos describen desde su perspectivas sus sentimientos y relaciones. Todo esto con la excusa argumentativa de la muerte de la madre, menos importante que la muerte de una forma de vida y de familia que representa la hacienda La Oculta. El América y, como no puede ser de otra forma en el S.XX, perdón XXI, el mundo se ve retratada en este dinámica muestra, con un poco de catálogo, de la relaciones entre ser humano y medio y entre los humanos. Una visión histórica, historiográfica incluso, en boca del hermano que refleja desde una de las capitales del mundo la visión exógena a través de los ojos de su pareja. Las hermanas opuestas en su relación con la hacienda, con los hombres y con la familia ofrecen una visión bizca de la realidad siempre imperfecta y en construcción.
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Tras el hartazgo de esta novela nos planteamos planteamos pasar a la ligereza e incluso escualidez de los relatos que esperamos que sean conmovedores, incluso divertidos. J.D. Salinger con Para Esmé con amor y sordidez y Boris Vian con El amor es ciego fueron los elegidos para vernos dentro de un mes en un lugar a determinar.
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