Saboreamos el placer de leernos dos obras de un compañero.
Elena nos propuso para la tertulia competente unos relatos editado con el título mujeres, lugares y situaciones, en minúscula, incluso la primera letra de ese título, aunque en algunas publicaciones aparezca con mayúsculas. No parece arbitraria esta elección de estilo, sino una forma de eludir la autoridad de la gran obra para pretender, sin pretensiones, ser una invitación a imaginar.
Imaginar mujeres que desean y deseadas, por lo que son y por lo que no sabemos que son, hueco que, nosotros los lectores, anegamos con imaginación.
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Recordar situaciones ya vividas o contadas pero siempre imaginables. Situaciones de incomunicación, mejor de incomunicación imperfecta, de comunicación fugaz más allá del lenguaje en donde comienzan las palabras acaba la comunicación. En el cuento de la japonesa con su mensaje escrito se evidencia esto, pero en el de Uarzazate con la comunicación táctil también, como en el resto de los relatos de mujeres que nunca entendemos del todo, pero que sí podemos imaginar.
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Estíbaliz conocedora del autor y del evento al que más arriba nos referimos me sugirió una novela del mismo autor que, por supuesto, leí con curiosidad y sorpresa.
Con mujeres, lugares y situaciones disfrutamos del elogio de la imaginación y de situaciones, lugares y personajes variados, en cambio, con Toda la lluvia nos informamos a través del testimonio de un colaborador en una ONG de la realidad de la vecina África. Lo que suponíamos que sería un viaje turístico es un documento real sobre el peligro cotidiano que es vivir en el este del África subsahariana. Puede parecer que se trate de un reportaje periodístico, lo es, y es un piropo que así se lo consideremos; pero es mucho más: una reflexión que por ser personal no deja de ser rigurosa sobre la desigual distribución de la riqueza y lo paradójico de la intervención humanitaria occidental.
¿Puede haber más? Pues lo hay. Ya que el autor, logrando todo lo que hemos dicho, no abandona sus temas habituales y tenemos música y una historia barnizada por el erotismo de la incomunicación imperfecta y de la intensidad de lo fugaz.
Queremos más. Mucho más.
¿Se ambientará la próxima obra en las aulas? Extraño que no aparezcan en ningún relato ni en la novela.
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