domingo, 18 de septiembre de 2016

"El lector del tren de las 6,27" de Jean-Paul Didierlaurent.

La Cueva del Erizo en la pluma de la psicóloga 
amante de los libros y de las novelas en especial
Mercedes Suero Fernández nos anticipan lo 
que será nuestra próxima lectura.
“El lector del tren de las 6.27”, una historia sensible con aura de cuento.
14 abril, 2015 
Reseña de El lector del tren de las 6.27 de Jean-Paul Didierlaurent. Una recomendación de Mercedes Suero Fernández Seix Barral.
No sólo de clásicos vive el ávido lector. No siempre para obras profundas, introspectivas y reflexivas tenemos la cabeza preparada. Afortunadamente siempre hay algún libro que se posa delante de nuestros ojos mandándonos la energía adecuada, diciéndonos: “vale, no soy una obra maestra, pero no me hace falta, vas a pasar un buen rato conmigo porque soy una lectura amable y sencilla.” Y justo en ese instante algo te impulsa a leer sin descanso cumpliéndose el principio básico del libro adecuado, abstraerte de tu realidad. Pues justo esto me ha pasado con El lector del tren de las 6.27. Una portada distinta, un título impactante hace que me decida por él y descubra la vida de Guibrando Viñol, un hombre cualquiera con una vida cualquiera, que como tal, encierra maravillosas casualidades que harán de ella una historia digna de contar. Y es que en la vida más mediocre puede aparecer el momento más inolvidable.
Guibrando Viñol trabaja en la STRN (Sociedad de tratamiento y reciclaje natural) haciendo justo lo contrario a lo que le gustaría. Tritura libros en una máquina abominable a la que llama “la cosa”. Sus únicos amigos son Yvon, el señor de la garita que habla en versos alejandrinos y Giuseppe, un antiguo empleado que sufrió un trágico accidente. Sin contar al único ser que le hace compañía cuando llega a casa, un pez rojo al que le cuenta sus vivencias del día en ese lugar que detesta y necesita. Su única manera de rendir homenaje a todos esos libros destruidos es salvando hojas sueltas que “la cosa” no llega a engullir. Así, cada mañana, cuando coge el tren, lee en voz alta esos párrafos inconexos para deleite del resto de pasajeros. Pero un día encuentra algo nuevo, es un pendrive extraviado donde se recoge el día a día de una misteriosa Julie a modo de diario. Sustituye el texto a leer por el de la chica y comienza su búsqueda.
Jean-Paul Didierlaurent se mete en la piel de una persona anodina y sin ilusiones, que vive como un autómata la vida que le ha tocado, en soledad, intentando mostrar una imagen más optimista y triunfadora de sí mismo a los demás que no es real. Su realidad inmediata es lo único que tiene y gracias a un hecho fortuito todo cambia en él, su manera de ver la vida y sus ganas de vivirla. Esta novela sencilla es una muestra sobre la importancia de las percepciones de nosotros mismos y de lo que nos rodea. Cómo puede cambiar el paseo que todos damos por la existencia en función de lo que queramos conseguir, de cómo queramos ser. Las ilusiones, queridos lectores, que son capaces de convertir la vida más gris en el arco-iris existencial que impulse cada paso. Donde por supuesto, el amor tiene un papel protagonista.
El lector del tren de las 6.27 no es una obra maestra, tiene algunas informaciones descentradas, personajes que no sabemos muy bien qué aportan a la trama y quizás falte un poco más de narración en la parte que más atrapa, pero es una historia bonita y original, muy sensible, con un lenguaje sencillo y con un aura de cuento moderno que nos regala ese final propio del género. Una historia humana y bienintencionada en la que merece la pena entretenerse y que nos entretenga.






Parece mentira que el fenómeno de la lectura, en sus orígenes, fuera en voz alta y en público. La reflexión pausada y privada en lo que ha derivado hace que muchas veces echemos en falta esa vertiente originaria. Quizás los informativos radiofónicos y televisivos sean una manera de que la lectura pública y en alto continúe. Esperemos que se extienda y cuando alguien lea para sí mismo se sienta en la libertad de hacer comentarios en alta voz y públicamente, y , de forma recíproca, poder preguntar al lector silencioso e invitarlo a que rompa ese silencio no siempre deseado.
La penosa destrucción de libros parar dinamizar el ciclo industrial, no por la censura a la manera Farenheit 411. Es el punto de partida de una novela que bascula entre el género de terror, máquina cruel y asesina, y la descripción de la cotidianeidad solitaria. O mejor: relaciones incompletas y perfectas en sus limitaciones y parcialidad. Estupendas relaciones que se limitan a un aspecto concreto de nuestra vida, en general aficiones o trabajo, pero que no superan la prueba del algodón cotidiano.Todo quedaría en un nsayo industrial o sociológico si no fuera por la varita mágica de laliteratura que es capaz de convertir la sosa realidad en un cuento de hadas, o carta a los reyes magos, mediante la fantasía. Película de Dysney  a lo Pretty woman capaz de dibujar sonrisas y hacer lo malo menos malo y lo bonito más bonito.



     Acabando octubre, el 28, de este año 2016, un viernes de calor otoñal y con varias bajas por enfermedad, achacables más a nuestra meridiana edad (ronda la mitad de los cien) que a las inclemencias del tiempo o al cansancio laboral, nos reunimos, la no despreciable cifra de cuatro personas, en un local que insultaba all agradable clima canario e imitaba lejanas tierras laponas con su aire acondicionado, al tiempo que retaba a Eolo a cambiar sus suaves alisiso por una tormenta canariona mediante un erupto de fritanga al aroma de cochino negro. Estas provocaciones al clima no entretuvieron más que unas frases de los interesantes discursos de Domingo, Lourdes, Luis y MaríaJosé; ya que el libro centró todo el interés (exceptuando los obsesivos kilos de alguna autolimitada comensal). Para amenizar la velada la musica en directo evitaba que nuestros pensamientos pacieran en las verdes praderas del silencio. 
      Todos estos trucos hicieron que disfrutaramos más de una comida que sorprendió en varios aspectos. Por ejemplo: Ensalada de potas que, para disgusto de Lourdes, eran más potas que ensalada pero para alegría de Luis, las potas estaban de escándalo, Domingo disfrutó especialmente de un hilito de mojo rojo buenísimo, mientras MaríaJosé recordaba a un tal Dukan. Un pulpo frito, quizás demasiado, dormía su último sueño en la paz de unos vegetales de sabor y textura excelentes entre los que destacó el dulzor de la batata. El bacalao rebozado entre rodjas de pasta nos gustó unanimemente convenciendo a algún esceptico. El cochino negro, con mucho tocino incluso para Domingo, convenció a la experta en carnes Lourdes, lástima de papas fritas que no llegaron al nivel. Todo esto Fincas Resalso, crema de orujo(no orujo, una pena) y 15 euros completaon una cen conl unares pero de calidad del mesón Cervantes que a pesar del nmbre parece seguirla senda marcada por El Archete en la renovación de la cocina y productos canarios.
        Antes de nuestra digestión comentó Lourdes la desmesura escatológica de las descripciones de los procesos digestivos de la máquina deboradora de libros. Resaltó lo que consideró un desequilibrio tendente a la fantasía, Domingo lo consideró adecuado en tanto nos introduce en los miedos y pesadillas de los personajes y enriquece estilíticamente la obra. Lourdes no sólo no consideró adecuada la heterogeneidad de estilos sino que incluso lo consideró un amanerado y esteril ejercicio de estilo que no aporta sino el lucimiento del autor. El resto de los comenssales disfrutaon de esta variedad, en especial de los documentos del pen drive, que aportaban una óptica distinta ala del narrador. Lourdes consideró que eso microrelatos estaban introducidos de forma poco fluída y rompían con la posibilidad de una obra más redonda y estructurada con unos valores literarios más meritoros. A pesar de eso valoró el lenguaje rico y si complejos que no elude de términos poco comunes para ganar en precisión, así como la lograda traducción. Los alejandrinos anacrónicos ponían el contrapunto de la narrativa tan fluída.
      Todos coincidieron en el engaño inicial de la obra que de novela de terror gótica va tendiendo a la comedia urbana con tonos románticos, esta deriva es epecialmente acentuada a partir del 50% del libro. Este detalle resultó especialemte disfrutado. Lo cómico de las viejitas en su asilo recordo a las películas del género. Lo amorosito del final dejó un rato recuerdo que miniminazaba las posibles carencias literarias.
        Tras la elección de la nueva obra a discutir, Me llamo Lucy Barton de Elizabeth Strout y de la fecha, 25 de noviembre de 2016, nos fuimos. 
          Hasta luego.

sábado, 10 de septiembre de 2016

"París-Austerlitz" de Rafael Chirbes.



elespañol.com nos presenta, antes de su lanzamiento 

comercial el 13 de enero de 2016, la novela póstuma de Rafael 

Chirbes fallecido en agosto de 2015.

RAFAEL CHIRBES

Chirbes sale del armario

En unos días llega “París-Austerlitz”, la novela póstuma del autor que dibujó España y se olvidó del amor. Ahora sabemos por qué.

Rafael Chirbes, autor de París- Austerlitz.

Rafael Chirbes, autor de París- Austerlitz.


PEIO H. RIAÑO
“Te he capturado”, le decía Michel cuando apretaba su polla con fuerza una vez la tenía dentro. Y él, el narrador, el protagonista de París-Austerlitz(Anagrama), se revolvía al recordar aquellas palabras dichas entre juegos, transformadas en siniestro aire premonitorio del sida. No quiere morir, no quiere entregarse, ni dejarse capturar, no quiere convertirse en víctima, como ha hecho su amante francés, que le echa en cara no haberse entregado nunca al amor por andarse con prevenciones y condones. “El amor como una trampa mortal”, cuenta la primera persona que teje un amargo tratado sobre el amor y que Rafael Chirbes tuvo guardado en el cajón durante casi veinte años hasta que lo dio por terminado, tres meses antes de su fallecimiento, el pasado agosto.
Chirbes abandona en su despedida los lodos de los poceros de este país de sombras, con su obra más cruda y personal. La que, posiblemente, nunca se hubiese atrevido a defender, conociendo la reserva con la que conducía su vida privada. En poco más de un centenar de páginas aparta los deslices del país para centrarse en las obsesiones que se filtran a lo largo de su carrera -sin tanta evidencia-, como la soledad, el amor, el egoísmo, el aislamiento, el sexo, la traición, la vergüenza, los impostores, la corrección, las aspiraciones, las ambiciones, la represión, el resentimiento, la familia y, claro está, la culpa.
Es el alcohol el que habla en nombre del amor, son las horas enteras follando las que declaran fidelidad y vejez. Y qué bien las cuenta Chirbes. En París-Austerlitz el protagonista huye a la capital francesa para zafarse de la incomprensión, de la incapacidad de su familia para aceptar su orientación sexual. Allí hallará lo mismo que el primer personaje de Chirbes: el amor como un pacto contra el abandono, el amor útil. Ruin, escéptico y destructivo, como esta novela en la que el autor de Crematorio logra que uno aborrezca a todos los personajes, incluido el amor. Cambia de tercio para volver a la casilla de salida: todo eso estaba ya en Mimoun (1988), novela surgida de sus experiencias en Marruecos como profesor de español, en la que Manuel, el protagonista, termina regresando a España para reconstruir su vida, harto de ver cómo las personas se usan recíprocamente para no quedarse a oscuras, a solas. Chirbes vivió antes un año en París, en 1969, cuando tenía 20 y unas ganas locas de leer a Marx, Lenin, Sartre y ver El acorazado Potemkin y escapar de la opresión franquista.

NO TE CONFUNDAS

De esto estamos hablando cuando decimos amor: exaltación, ebriedad, sexo, deseo y una forma perversa de intercambio. “Sospechaba que todo lo que Michel me ofrecía tendría que devolvérselo algún día, y empecé a mirar su afán por gastar conmigo hasta el último céntimo como el deudor mirar el libro de operaciones del prestamista que acabará por cobrarle un interés desorbitado”. No hay esperanza, todo son condiciones. El joven español lo necesita para salir a flote en su llegada a París, para prosperar como diseñador de una empresa de muebles y convertirse en artista. El maduro francés lo necesita para no caer en el vacío. El amor es poco más que apego reemplazable.
“Durante meses he llegado a creerme que mi ideal de vida coincidía con el suyo: envejecer juntos chapoteando en el pequeño estanque de los hábitos”. Y al cabo de los meses, termina por volver a saltar del barco. Las visitas al hospital de su examante postrado, convertido en una madeja de huesos, forman parte de esa obligación adquirida al pronunciar las grandes palabras. Aunque no signifiquen nada, aunque no sienta nada. Es el alcohol el que habla en nombre del amor, son las horas enteras follando las que declaran fidelidad y vejez. Y qué bien las cuenta Chirbes.
Chirbes pletórico en la prosa de sus imágenes, certeras y dañinas. Es posible que sea ésta su pieza más directa y descarnada, la que más profundiza en el paisaje interior de los personajes
Más leña, por si no había quedado claro: el amor es como el ruido de la carcoma. “La presencia de una piedrecita o de un clavo en el zapato: uno se empeña en seguir caminando con la esperanza de que la costumbre disimule la molestia que produce, pero ocurre al revés: la molestia se convierte en dolor y el dolor se vuelve insoportable”.
Chirbes pletórico en la prosa de sus imágenes, certeras y dañinas. Es posible que sea ésta su pieza más directa y descarnada, menos subordinada, la que más profundiza en el paisaje interior de los personajes y poco en lo que los envuelve. “Me veía a mí mismo como el calefactor que climatizaba la casa después de que se le ha estropeado al inquilino el aparato que le funcionó durante algún tiempo. Un bien útil”. Pues eso, no se puede vivir sin agua o sin luz o sin aire, pero se puede vivir sin compañía. Este es el testamento de Rafael Chirbes.

INACABADA, ¿Y QUÉ?

El próximo 13 de enero, cuando aparezca en las librerías París-Austerlitz, leeremos la novela menos preservativa de Chirbes. Un libro sin grasa ni desarrollo, pura fibra amorosa inacabada. Escribió su final, pero es una novela a la que le dedicó toda una vida -iba y venía sobre ella- y se le terminó echando la enfermedad encima. Dudaba, la temía. Es una cuenta pendiente con sus fantasmas (familiares). Chirbes se ventila en las últimas cinco páginas el asunto como puede, dejando en el aire el desarrollo del protagonista. Debió entregar apenas un centenar de folios, que la editorial ha estirado ampliando márgenes, hasta las 150.
Solía decir que sólo escribía con un motivo y cada vez que se le presentaba todo quedaba paralizado. El milagro español le tuvo ocupado desde 2007 (Crematorio y En la orilla), antes se había preocupado de la posguerra y Transición (La larga marchaLa caída de Madrid y Los viejos amigos) y antes de todo los despojos de la Guerra Civil (En la lucha finalLa buena letraLos disparos del cazador).
Será la Fundación Rafael Chirbes, con su sobrina María José en la dirección, la encargada de gestionar su legado literario y ayudar al patrimonio cultural de su tierra valenciana, tal y como dejó dicho antes de su muerte. La primera responsabilidad de la misma serán los derechos de autor de la obra póstuma.
Es en este texto cuando saca a relucir sin miedo su buen ojo para el arte, con especial interés por Bacon y Matisse
Nos tendremos que conformar con los cimientos de un novelón, en el que, por supuesto, aparece la fuga hacia arriba en la escala social. Por si hubiera poca tensión entre los amantes, no comparten clase social. El madrileño tiene el futuro garantizado con antiguas rentas, el parisino es un obrero. Comían cerca de la fábrica. Michel no se quitaba el mono, veía sus dedos manchados de grasa al partir el pan. Era un local sombrío, “con largas mesas de madera sobre las que tendían manteles de papel que compartíamos con otros obreros de las industrias cercanas”.
El texto guarda otro secreto alucinante, que se había deslizado en otros capítulos de su trayectoria, pero que no es hasta éste cuando saca a relucir sin miedo su buen ojo para el arte, con especial interés por Bacon y Matisse y desidia por las instalaciones contemporáneas. “Parece que no se le pide habilidad de artesano a un artista contemporáneo, más bien se le aplaude el ingenio”. El amor también requiere de ilusionistas que le engañen a uno y le hagan creer en algo, alguien con quien creer en el trampantojo (barroco, siempre), reino de la arbitrariedad, “fuego que se enciende porque sí y se extingue no se sabe por qué”.



      Mis alumnos me informan que en una encuesta hecha a personas mayores demandándoles información sobre lo que habrían hecho y no han hecho en su vida, se sinceran en reconocer que podrían haber tenido una vida sexual más rica e intensa. En la inminencia de la muerte, como los aviones secuestrados a punto de estrellarse como misiles cargados de vidas, la mayoría aprovecha el tiempo para despedirse de sus seres queridos en la forma de I love you.
        En esos aparentes apuntes biográficos de Chirbes parece desnudarse más allá de la epidermis, se despelleja buscando un alma que quizás no encuentre. Se muestra agradecido con los buenos momentos, en especial los sexuales y alcohólicos. En cambio no parece perdonarse haber despreciado el cariño, el amor, ni siquiera la posibilidad de haber ejercido de paliativo. Sus emociones se vieron inhibidas ¿por su actividad artística?, ¿por sus relaciones familiares?, ¿por su edad?, ¿por su condición social?, ¿por las diferencias económicas? a cambio de un remordimiento que se expía con la escritura. Ojalá la escritura tenga el efecto terapéutico de mitigar los dolores de la insensibilidad pasada, al menos tiene el efecto de evitar repetir el desprecio que provoca dolor en los demás y, multiplicado, en el que lo produce.
            Después de leer a Chirbes no me miro en el espejo a ver si llevo ropa de pobre, ni procuro hablar con estilo, mucho menos me miraré las manos a ver si mí trabajo deja marcas indelebles. Pero lo que sí tengo claro es que no ando sobrado de cariño, por lo que no rechazaré al que tenga los dedos negros, ni ropas que no son de su talla, ni que hable distinto...y si lo hiciera me gustaría poder echar a andar mis fantasmas en forma de recreaciones artísticas como  nos legó Rafael.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

"Pecados sin cuento" de Richard Ford.


 Para evitar que los recuerdos se diluyan como lágrimas en la lluvia me gustaría recordar los pecados de Richard Ford. Al tratarse de relatos el riesgo de disolución es mayor, ya no líquido sino gaseoso, por lo que intentaremos evitar que estos cuentos queden como peo al viento. En otra entrada presentaba el libro y resumía algunos cuentos El cultural de El Mundo, pero no abarcaba a todos por lo que pretendemos complementar ese artículo.

     Los escenarios americanos que durante la lectura recreamos mediante los recuerdos fílmicos pretendemos, en esta entrada, ofrecer alguna referencia fotográfica que no creemos que enturbie la imagen original sugerida por la lectura.
          Intimidad ocurrió en una época en que mi matrimonio era todavía feliz (Pos. 17) pero deja ver la infelicidad del deseo inquieto a través de la grieta de la visión de un mujer que puede parecer algo que no es pero que se espera en el frío de la soledad de una ciudad industrial en invierno...y mi vida entró en aquel momento en lo que sería u primer y largo ciclo de deprimente frustración (Pos. 82).
          Momentos exquisitos nos expone desde la mirada del conductor que ve como atropellan a una viandante mientras se dirige a pasar la noche con una mujer casada que reproducía la conducta de su padre,  que lo informó en una conversación hombre a hombre en una tarde de pesca, al tiempo que va a dar una conferencia sobre la muerte de Diana de Gales que murió un día antes que la mujer de un amigo. Todo esto en un Chicago frío y lujoso que resalta la vacuidad de los sentimientos humanos frente a la siempre presente muerte.
             Resignación comienza con la que podría ser la misma conversación padre-hijo del cuento anterior pero con escena de caza desastrosa de patos. En ella el padre no logra recomponer su imagen tras haber abandonado a su mujer e hijo para ir a vivir con un hombre en Nueva Orleans, la madre sí se recompone en compañía de un músico negro, su jardinero. El padre proporciona la regla de oro de la vida  Antes de follarte a alguien, intenta imaginar cómo te sentirás después de follártelo. "¿Comprendes?"(en español en el original) (Pos. 957). El repaso de los recuerdos lle va al protagonista a reflexionar sobre lo que somos y en qué medida es producto de las decisiones de los progenitores.
              Encuentro empieza con un encuentro en Grand Central Station con un hombre con cuya mujer se había acostado con el narrador en Saint Louis y que terminó violentamente en la habitación de un hotel de Saint Louis -un viejo granero, bonito y elegante llamado Mayfair- (Pos. 1071 y 1084) este hombre espera a su hija que regresa de París, donde vive con su madre en trámites de divorcio. En ese encuentro rememora, en medio de la gente, su antigua relación.
               Cachorro puede entenderse como un cuento de terror en que un lindo perrito que aparece en El jardín de la cómoda casa de un matrimonio desata los miedos y los temores de la pareja. él abogado exitoso que viaja mucho a la urbe Saint Louis, ella abogada activista que vive Nuestra casa hace esquina, y se halla situada en el elegante barrio histórico. Es grande y antigua, y llama la atención -es una construcción típica del Barrio Francés- (Pos. 1212)
           
     Centro de acogida nos narra un viaje de una peculiar familia, incluye el ex de su hermana, a Snow Mountain Highlands. Extraño vínculo que muestra las carencias afectivas y las dificultades de satisfacerlas de los personajes.

     Bajo el radar nos cuenta como un matrimonio, de vida más que resuelta, entablan una espinosa conversación en el coche yendo a cenar a casa de unos amigos. El atropello de un mapache subraya la violencia del diálogo al borde de la carretera junto al embalse Shenipsit.

    Canadiense es Montreal donde vive con su marido e hijo pero viaja y folla con un compañero de trabajo divorciado. Los hombres creen que las mujeres no cambiarán nunca; las mujeres creen que los hombres siempre están a punto de cambiar (Pos. 2600).
      Caridad parte del primer día de vacaciones  de una pareja, ella abogada y él policía(detective) 22 años tras un incidente en que su compañero murió y él es herido lo jubilan, para desarrollar su trabajo creativo para desarrollar juguetes y tener una aventura con otra artesana. Como punto y aparte plantean una vacaciones por Maine con previsible cambio de domicilio. Un road-relato emocional que visita la costa americana tropezándose con personajes muy peculiares.
    Abismo parece una pequeña novela previa a un película de Hitchock. Una pareja laboral, agentes inmobiliarios de éxito, describen sus encuentros que tras atropellar a una liebre acaban, nunca mejor dicho, en el Gran Cañón.
                                                                                                                                                                                                                                                      Raro es que mantengamos la costumbre mensual de reunirnos y celebrar la vida juntos en forma de comida, más raro parece, en especial a los demás, que lo hagamos hablando de libros, pero lo que parece, más que raro, imposible  es que lo pasemos bien, que no queramos irnos, que no nos cansemos y que germine en nosotros una tremenda curiosidad por la lectura propuesta. Raritos somos y lo disfrutamos juntos y por separado. 
          El viernes 16 de septiembre, fecha clave para los que celebran algo ese día como los llamados Abundio, nos reunimos Ana, Calola, Domingo, Lourdes, Luis, Maive, María José y Tomás en el restaurante Los Olivos de La Laguna.   24 euros pagaron una de las mejores comidas de las que hemos disfrutado. Unos nachos con guacamole y humus inauguraron la fiesta del paladar. Con la dosis propicia para Lourdes, no para el que esto escribe, nos ofrecieron unos saquitos de langostinos y cangrejo que tras su apariencia convencional escondían un frágil equilibrio flotante en una salsa con un toque picante adornada con pétalos de flores. Las alcachofas en tempura estaban tan buenas que camuflaban su alcachofidad en una tempura gruesa sobre la una salsa que, aunque parecida a la anterior, no nos cansaba. El escaso bacalao con espárragos fue de difícil división y reparto. Una pluma, secreto o lo que sea de cerdo cerró la fase de los platos principales, hecho en su justa medida, o sea: poco hecho. Acabamos con unos postres en los que me gustaron especialmente una variedad de chocolates que María José no apreció mucho, un helado de mango en sopa de fruta, gustó a Tomás.  El vino fue el Portia de la foto que degustamos con moderación.
     Del libro se habló bastante, incluso a dos voces según queja de María José. No parece que hubiese una valoración clara y definitiva de los relatos. Se reconocieron temas comunes como lo frágiles e insatisfactorios de los sentimientos y la incapacidad de la pareja para completar las necesidades humana, la aparición de animales atropellados, la localización exacta de las direcciones, los coches, los hoteles. Nos dimos cuenta de cómo se abstraía de los problemas económicos, políticos y sociales, dejándolos como telón de fondo. Excepción a destacar es Resignación relato en el que aparecía, en el sur de USA, las secuelas de la esclavitud y la segregación racial y económica. La superación de las infidelidades por las parejas establecidas fue resaltado por Ana, Maive lo justificó por estar la obra escrita por un hombre. Las elipsis señaladas por Ana fueron consideradas por Lourdes como un elemento principal de las obras, en tanto que sabiendo lo que sucede crea incertidumbre sin restar continuidad. Maive consideró que algunos relatos eran excesivos en longitud y que le parecían pesados. Las dudas creadas por algunas informaciones que no se completaron, como en el caso del coche en Abismo ofrecían la posibilidad de dejar abierta a posibles interpretaciones no definitivas.
     Tras la cena, Tomás tenía clara la propuesta de obra y lugar para la próxima tertulia por lo que se decidió y concretó la fecha: 28 de octubre, Afuego El lector del tren de las 6,27 de Jean-Paul Didierlaurent.

martes, 6 de septiembre de 2016

Tomás Moro.

     Muy complicado es ser santo, aunque cada vez lo sea menos y se reconozca antes, pero lo que puede dar risa es que, en estos momentos post-post-preelectorales, descubramos un santo que no sólo lo es, incluso mártir, sino que además es el patrón de los políticos y gobernantes. Risa provocada también por su humano sentido del humor que junto a su pragmatismo en el ejercicio del poder, Canciller y Lord, no le impidió imaginar un lugar, isla, en el que pudiera habitar la utopía. Este santo, estadista, escritor , practicante de la risa nos trae, además, un magnífico retrato de Hans Holbein, el joven o la posterior copia realizada por Rubens.

Ser esenciales nos ofrece estas bienaventuranzas de Santo Tomás Moro que quizás nos ayuden a acercarnos ala santidad cotidiana, más ahora que volvemos de las vacaciones. Muchas gracias.

Bienaventuranzas de santo Tomás Moro

14 ENERO, 2012

Se titulan “El Gusto de vivir” y fueron escritas por Santo Tomás Moro (1478-1535), político y escritor inglés, conocido por su postura contraria a la ruptura del rey Enrique VIII con la Iglesia Católica, que le costó la vida.

EL GUSTO DE VIVIR
– Bienaventurados los que saben reírse de sí mismos, porque tendrán diversión para rato.
– Bienaventurados los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque se evitarán muchos inconvenientes.
-Bienaventurados los que saben descansar y dormir sin buscarse excusas: llegarán a ser sabios.
-Bienaventurados los que saben escuchar y callar: aprenderán cosas nuevas.
– Bienaventurados los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio: serán apreciados por los que les rodean.
– Bienaventurados los que están atentos a las necesidades de los demás sin sentirse indispensables: serán fuente de alegría
– Bienaventurados los que saben mirar sabiamente a las cosas pequeñas y tranquilamente a las importantes: llegarán lejos en la vida.
Bienaventurados los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desaire: su camino estará lleno de luz.
– Bienaventurados los que saben apreciar benévolamente a los demás, aun en contra de las apariencias: serán tomados por ingenuos, pero este es el precio de la caridad.
– Bienaventurados los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar: evitarán muchas tonterías.
-Bienaventurados los que saben reconocer a Dios en todos los hombres, habrán encontrado la verdadera luz y la auténtica sabiduría.